Yo con Masiá estoy en desacuerdo siempre.

Hasta el punto que dudo muchísimo que su Iglesia sea la mía. Cosa que por otra parte me trae sin cuidado. Lo que me preocuparía es que fuéramos miembros de la misma Iglesia. Porque, en ese caso, sería una merienda de negros.

Con pretexto del octavo mandamiento y de la parroquia de Entrevías, nos hace una exposición que es muestra acabada, tal como yo opino y en lo que puedo estar equivocado, de aquella hipocresía que en el siglo pasado y el antepasado algunos achacaban a los jesuitas.

Según este fiel hijo de la ínclita Compañía de Jesús, cuarto voto incluido, "En vez de cerrar esa parroquia (la de Entrevías) deberían cerrar los despachos inquisitoriales, ciertos programas de radio financiados por la Iglesia o las páginas de internet insultantes redactadas por la ultraderecha pseudocatólica". ¡Y viva el octavo mandamiento! Que parece interpelarnos a todos menos a él.

Muy bueno lo de los despachos inquisitoriales. Suena estupendamente. Ya están definidos los malos. Y Masiá no es nada inquisitorial. Ni siquiera con esos despachos. Él es el bueno. Rouco, Torquemada.

Lo de los programas de radio financiados por la Iglesia va absolutamente contra el octavo: No levantar falso testimonio ni mentir. La Iglesia tolerará esos programas, se valdrá de ellos, pero de financiarlos rien de rien. Se autofinancian solos y estupendamente. Vamos, qué son un negocio.

Yo no sé si Masiá, con eso de la "ultraderecha pseudocatólica" que redacta "páginas insultantes de internet" se referirá a mí. Seguramente no porque tan excelso intelectual no va a hacer aprecio de mi insignificante persona.

Pero yo cada vez estoy más hasta las narices de estos submarinos traidores a nuestra Iglesia que, desde una adscripción pretendidamente religiosa, se dedican a dinamitar todo aquello que profesa y enseña la Iglesia católica. Nadie vaya a pensar que con ello estoy refiriéndome a Masiá. Virtuosísimo jesuita a quienes sus superiores le han dado un collejilla también pienso que muy hipócrita. Jamás se la habrían dado si no hubiese mediado la repugnante mediación de los despachos inquisitoriales, de programas financiados y de algunos pseudocatólicos. Por supuesto que de la ultraderecha.

Está muy bien eso de que muchos, antes de comulgar, tienen que pedir perdón de sus pecados contra el octavo. Estos jesuitas siempre señalándonos el camino de la salvación. No sé que haría la Iglesia sin ellos.

Siempre habíamos sabido, porque nos lo contaban todos los enemigos de la Iglesia, que los mandamientos no contaban para los hijos de Loyola. Ellos estaban exentos. Unos decían que sólo los profesos y otros que todos los miembros de la ínclita Compañía.

Pues, hete aquí, que la paternidad de Juan Masiá viene a confirmárnoslo. Ojito al octavo. Que os puede llevar al infierno. Aunque tal vez él no crea en ese lugar. O no lugar. Me es igual.

Pues, qué te voy a decir, Juan Masiá. Me temo que sólo vas a convencer a los escasísimos ya convictos. Muchos menos de esos doscientos que han ido a tu querida parroquia de Entrevías. Ingente multitud.
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