La cruz convertida en un martillo y una hoz.

Y no entiendo, en el caso de que aun sigan siendo jesuitas, como pueden seguir en la Compañía de Jesús. De ese Jesús que murió por nosotros en la Santa Cruz. Luego algunos se quejan de que pensemos, y digamos, que hay mucha mierda en la Iglesia, pero es que se lo buscan a fondo. De Compañía de Jesús no tienen nada. Son Compañía de Marx, de Lenin, de Stalin o de Fidel Castro.
Y creo que se entenderá que los católicos esas compañías las rechacemos. Y pensemos que los amigos de eso son enemigos de Dios y de la Iglesia. Aunque se digan jesuitas. Y aunque quienes deberían haberles echado no lo hayan hecho.
Los casos de Franco o Pinochet no tienen nada que ver con esto. Ellos no fueron perseguidores de la Iglesia aunque bajo el régimen de uno fueran asesinados dieciocho curas y bajo el del otro no sé bien si seis u ocho. Asesinatos que repruebo. Pero en el caso español fueron siete mil contra dieciocho. Parece que hay alguna diferencia.
Y no recuerdo haber visto nunca que se representara a Cristo para que le adoráramos crucificado sobre un yugo y unas flechas. He leído que se hizo en Alemania sobre una cruz gamada. Me parece igual de sacrílego y repugnante. Esa cruz no es la de Cristo. Y la hoz y el martillo, tampoco. Como no lo son el yugo y las flechas, la representación del dólar americano o la media luna.
He aquí el madero de la cruz, en el cual estuvo colgada la salvación del mundo.
Venid, adorémosle.
Dulce lignum, dulces clavos, dulce pondus sustinet.
Quienes no lo sientan así no son Iglesia. Aunque se digan jesuitas.