Ha muerto el Padre Marcial Maciel.

Doy noticia de los fallecimientos de personas que han tenido alguna relevancia eclesial. Mayor o menor. Y a algunos les da la impresión de que lo hago con regocijo si el muerto no coincide con mi "sensibilidad" eclesial. Yo conozco mis regocijos y mis duelos pero, si no los manifiesto, lo de los demás es pura conjetura.

Sobre la muerte del P. Maciel me voy a manifestar. Me alegra mucho su tránsito a la otra vida. Nunca me ocupé demasiado de él. Tendía a pensar en acusaciones calumniosas pero la decisión vaticana no fue evidentemente un aval a su conducta.

Ya ha dado cuenta a Dios de su vida. Y eso queda entre los dos. Nada podemos saber en este mundo de ello. Mi deseo, por supuesto, es que ese juicio le haya sido favorable. Y eso espero de quien es rico en misericordia.

¿Por qué digo que me alegra la muerte del Padre Maciel? Porque aquí ya no hacía nada. Sufrir, justa o injustamente, purgar sus pecados, caso de haberlos tenido, y ser un problema para su fundación.

He dicho varias veces que apenas he tenido trato con los Legionarios de Cristo. Y cuando digo apenas incluso exagero. Ya de su organización seglar sólo puedo decir que he conocido a gente excelente. Personal y eclesialmente.

Pues el Padre Maciel, con sus virtudes y defectos, por grandes que hayan podido ser estos últimos, ha creado en la Iglesia algo muy importante. Y que pese al palo recibido sigue siéndolo. Milagrosamente lo que todo hacía suponer que iba a hundirse o, por lo menos, a apagarse, sigue pujante, militante y eclesial.

Y eso es lo que importa. La biografía del fundador es lo de menos. Aunque bueno hubiera sido fuera inmaculada. O sin dudas, ciertamente graves, sobre ello.

Los Legionarios y su rama seglar ya no tienen detrás la persona discutida de su fundador. Por eso digo que me alegro. Ya sólo les aportaba problemas. No entro en sentimientos personales, respetables por supuesto, de dolor. Si superaron lo peor y de modo brillantísimo, esto es cosa de momento.

Son algo ya muy importante en la Iglesia. Y en ascenso. Dios quiera que sigan así.

Y que Cristo haya acogido misericordiosamente al Padre Maciel, con sus defectos, sus errores y sus pecados. Que en el caso de que no hubieran sido habría sido mucho más gozoso el encuentro.
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