El nuevo obispo de Gerona.

Un ya viejo y querido amigo, aunque apenas hará dos años que nos conocemos y todavía no personalmente, publica hoy en Germinans un importante artículo sobre la sucesión episcopal en el obispado de Gerona. A mí todos los artículos de Oriolt me parecen espléndidos pero no es cosa de traérlos todos a este Blog. Aunque ciertemente lo merecen.

Podría reproducirlo aquí y ahorrarme el trabajo de hoy. Pero pienso que es bueno para Germinans que algunos de mis lectores acudan a su página y si se hacen habituales, mejor.

Germinans es un extraño fenómeno que indica que lo que parecía agonizante se resiste a morir. Y no es un hecho aislado. Hay ya tres obispados en Cataluña que han detenido la caída en picado al abismo y comienzan a renacer. Vich, Tarrasa y Sant Feliú de Llobregat han pasado de la gravedad a la convalecencia esperanzadora. Y parece que Tarragona, Tortosa y Solsona no han empeorado. Hasta se puede notar una cierta mejoría que por ahora sólo apunta. De Urgel sé poco. Su joven obispo se ha refugiado en nadie sabe donde. Sus antecedentes estaban en ese catalanismo que arruinó aquella Iglesia pero hoy está perdido. Inteligente lo es y tal vez haya pensado en que no vale la pena hacerse portaestandarte de lo que agoniza. Y mejor ir de incógnito. Que se le vea sólo de copríncipe.

Alguien me ha dicho que su obispado lo lleva bien. Pero tampoco puedo asegurarlo. Quedan pues dos graves situaciones que de momento se agudizan. Barcelona y Gerona. Lérida tiene otras connotaciones. Era un obispado fácil que el catalanismo arruinó. Se ha quedado casi sin territorio por la pérdida de la Franja que es un claro ejemplo del desastre buscado adrede. Una parte de Aragón vivió durante siglos católicamente feliz bajo un obispo que tenía su sede en Cataluña. Sin el menor problema. Su obispo no era catalán ni aragonés. Venía de cualquier lugar de España. Y todos, aragoneses o catalanes, le aceptaban sin hacer la menor cuestión. Era su obispo. El de todos. Nacido donde naciera. Cosa que no le da nada a un obispo.

Hasta que llegó el catalanismo. Y los fieles aragoneses de Lérida se dieron cuenta de que ellos no tenían nada que ver con eso. Como era evidente Roma lo reconoció. Y Lérida, como obispado, quedó hecha una piltrafa. Además con un grave problema por resolver, de añadidura. La devolución a los aragoneses de lo que era suyo. Que cada vez se envenena más. Y que tiene graves consecuencias para la diócesis de Tortosa. Pues puede perder los territorios valencianos que todavía conserva. Y que no son ni se sienten catalanes. Si se empecinan en el catalanismo terminarán en Segorbe-Castellón. Y Tortosa cuasi inviable. Algo así como Ciudad Rodrigo.

No me extrañaría que en no muchos años Cataluña perdiera dos obispados que estuvieron íntimamente ligados a su historia y a la de la Iglesia española: Solsona y Tortosa. Incorporados a Lérida y Tarragona.

Oriolt, un laico como yo, y sin pelos en la lengua, como yo tampoco creo tenerlos, se refiere a la situación gerundense, arrasada por dos pésimos obispos: Camprodón y Soler. Nos habla de un sacerdote de la diócesis que decidió abrir una página web, que no lee nadie y los pocos que a ella acuden la repudian. Ejemplo de ese cáncer de la Iglesia catalana que lo tiene terminal.

Y piensa, y pide, que el nuevo obispo, ante la renuncia presentada por Soler, debe ser nombrado prescindiendo de plantillas anteriores que han llevado a la ruina. Añade que el cuerpo de resistencia son ya unos ancianos a punto de irse la mayoría.

Pues el nombramiento del próximo obispo de Gerona, que cuanto antes se produzca mejor, va a tener mucha importancia. Nos va a indicar si Roma todavía sigue aco...ngojada o si va a continuar la línea de la esperanza. Si va a seguir bailando la yenka o si de una vez se decide a avanzar. Va a ser la prueba del nueve sobre la Iglesia en Cataluña.

Y nos permitirá pensar también en otros lugares. Porque dentro de seis meses y dos días presenta la renuncia Uriarte. Yo de Camprodón y de Soler he dicho de todo. Y nada bueno. Pero comparados con Setién y Uriarte son casi hermanitas de la Caridad.

Unos y otros han llevado al catolicismo catalán y vasco a muchísimos grados bajo cero. Y una diócesis no se levanta sin un obispo. Sin un buen obispo. Los malos sólo las hunden más.

Termino felicitando a Oriolt por sus artículos y a Germinans por su labor. Tan eclesial. Creo que su aparición ha supuesto un hito de renovación y de esperanza. Y ya una referencia para muchos católicos de Cataluña. Sus cifras me parecen espléndidas. Porque Germinans trata sólo de la situación catalana que a muchos lectores no les interesa. Caen muy lejos de donde ellos viven, sufren o combaten. Sin embargo nuestra Iglesia es católica, universal. Y lo que ocurra en Cataluña, hasta ayer tierra de santos, es muy importante. Germinans nos da de ello una visión sentida, comprometida y veraz.
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