"Tatic Raúl estás cerca de nosotros"

Ya hemos celebrado en la diócesis del Saltillo (México) el evento para dar gracias por los 25 años en que fr Raúl Vera viene ejerciendo su ministerio episcopal. Conocía un poco su andadura profética desde que inició ese ministerio en Chiapas como obispo coadjutor del inolvidable D. Samuel Ruiz. Pero en estos días he palpado lo que significa la experiencia viva de una comunidad cristiana, que no es abarcable por categorías conceptuales y donde las palabras quedan cortas.

Al entrar en la sencilla vivienda de fr Raúl, me sorprendió gratamente un cartel -se veía hecho por gente del pueblo- "Tatic Raúl estás cerca de nosotros". Tatic significa "Padre nuestro", expresión muy cercada a "Abba" del evangelio.

Es lo que pude constatar en esos tres día. Un gran espacio abarrotado no de autoridades civiles ni eclesiásticas, sino de gente sencilla del pueblo; infinidad de colectivos todos ellos implicados en la búsqueda de más humanidad, en la construcción de una Iglesia que sea hogar de todos acogiendo y apostando por la dignidad de los excluidos.

En aquella multitud donde se respiraban sentimientos de profunda sintonía evangélica, no sólo había miembros de otras confesiones cristianas sino también personas no creyentes, muchos excluidos social o religiosamente, que había experimentado la cercanía eficaz de fr Raúl, el obispo sensible a todo sufrimiento humano más allá de toda confesión religiosa.

En esas intensas jornadas no hubo representaciones oficiales ni eclesiásticas ni civiles. Sencillamente allí estaba la comunidad cristiana que vibra con su obispo buscando como servir a este mundo haciendo lo posible para que todos los seres humanos silenciados puedan tener voz y ser ellos mismos.

No faltó sin embargo el acompañamiento de los Provinciales jesuita y dominico. Además de dos figuras muy significativas en la Iglesia latinoamericana: Gustavo Gutiérrez y Jon Sobrino. En mi reflexión teológica a los dos debo mucho. Y me agradó percibir en sus intervenciones que el verdadero teólogo antes de saber algo sobre lo divino, experimenta la presencia de lo divino que da consistencia y afirma a todo lo humano, inspirando la compasión por los insignificantes a quienes Dios mismo sostiene y defiende.

En las dos intervenciones de estos dos teólogos percibí la sabiduría, que según el programa de las Bienaventuranzas conlleva la sed de justicia, la misericordia, el afán por construir la convivencia fraterna que llamamos reino de Dios, y la sana terquedad de permanecer fiel en el seguimiento de Jesucristo.

Lo curioso fue que, sin ponerse de acuerdo, la reflexión teológica y las intervenciones sabrosas del obispo Raúl coincidieron en en una clave: la opción preferencial por las víctimas es inseparable de la fe o encuentro personal con Dios revelado en Jesucristo.

Como en los profetas no son separables la mística del compromiso por la justicia. Hay que practicar en la vida la memoria que celebramos en la eucaristía. "Memoria "de mí", es decir que recordar, "hacer pasar por el corazón", lo que Jesús hizo en el gesto simbólico de la última cena: dar gracias al Padre contemplando su amor hacia nosotros, y re-crear la conducta de Jesús que, siendo el maestro, se arrodilla y lava los pies a sus discípulos. Unir estos dos memorias es lo que significa vivir con espíritu de pobres o ser verdaderos creyentes.

Después de este acontecimiento de gracia, queda la impresión gratificante de que la auténtica renovación o rejuvenecimiento de la Iglesia por el Espíritu no sólo es posible sino que ya es real. Y que la verdadera sede del obispo es un pueblo que, animado todo él por el Espíritu, ya está en camino
Volver arriba