"Personaje enigmático y complejo, de múltiples rostros" 'Santiago en el fin del mundo', la novela de Jesús Bastante (I)

'Santiago en el fin del mundo', la novela de Jesús Bastante (I)
'Santiago en el fin del mundo', la novela de Jesús Bastante (I)

"No es fácil escribir una sucinta narración sobre un libro que ha escrito un compañero"

"Los lectores y las lectoras de Jesús Bastante conocen por notoriedad que es un valiente; que aparenta flaqueza, es de esqueleto flaco, pero de melenas o follajes como medusas en la cabeza a lo Sansón"

"Verdad y novela, por esencia, no casan, se oponen, no consuman matrimonio, se quedan en lo 'rato'”

"¿Qué relación existe entre la verosimilitud, propia de lo narrativo, y la verdad, propia de la Historia?"

No es fácil escribir una sucinta narración sobre un libro que ha escrito un compañero; ha de estar hecha con delicadeza, como con amorío, y procurando no levantar enojos, sarpullidos o ronchas picajosas, lo cual puede ocurrir cuando se critica una novela o un tratado de Teología, y cuyo autor, ordinario, se cree un Cervantes vano y vanidoso; lo que debería ser labor de humildes, se convierte en lo de los opuestos, unos pavos.

Por otra parte, ha de ser verdad lo que se cuente en la reseña, aunque el objeto de la misma sea resumir una mentira, que eso es una novela, cualquier novela, la de Bastante también. Verdad y novela, por esencia, no casan, se oponen, no consuman matrimonio, se quedan en lo “rato”. Y hay que luchar contra una tentación, la alabanza o loa, que, siendo arte para conseguir oficios y beneficios, eclesiásticos y no eclesiásticos, son pecado de mentiras.

Presentación del libro de J. Bastante

Compañeros somos Bastante y el que ahora reseña, aunque el primero sea de los Jefes y Jefaturas de Religión Digital y el segundo sea de la denominada “clase de tropa” en las viejas ordenanzas militares. De Religión Digital que, como se dice en la contraportada del libro sobre Santiago, es “el principal portal de información socio-religiosa del mundo en castellano”. Compañeros o compartidores de panes (cum panis) somos a pesar de ser diferentes las procedencias de nuestros respectivos panes, los de Vidal, Bastante y los míos.

Los lectores y las lectoras de Jesús Bastante conocen por notoriedad que es un valiente; que aparenta flaqueza, es de esqueleto flaco, pero de melenas o follajes como medusas en la cabeza a lo Sansón, y eso que se dice que en las grandes autopistas (cabezas) no crece la hierba (cabellos). Con contundencia y solemnidad, ¡jolín, qué exabruptos! dedica Bastante el libro A las mujeres, históricamente maltratadas, por y desde la Iglesia. Putas y brujas, vírgenes obedientes y sumisas” (No sigo).

Valentía la tuvo también el novelista al escribir Santiago en el fin del mundo, y ello porque si hay un personaje enigmático y complejo, de múltiples rostros, “soberbio y excesivo”, ese es Santiago, el Hijo del Trueno, un genuino bipolar, no por haber sido, a veces, un maníaco y, a veces, un depresivo, sino por su doble condición: de Apóstol verdadero (a) y de mito falso (b) –todos los mitos son falsos- creado en el siglo IX español.

Santiago
Santiago

Santiago Apóstol (a) fue uno de los doce discípulos de Jesús, hijo del Zebedeo y de Salomé, hermana de María, en consecuencia primo de Cristo, y hermano de Juan, cuyas parentelas y presencia en el Monte de los Olivos, de tantas soledades y de tantos sueños, se recuerdan en el capitulo 3 (páginas 33 a la 40 del libro de Bastante). Las recientes obras sobre Historia de la Iglesia primitiva, también denominada de la Edad Antigua o del tiempo greco-romano, especialmente las francesas, destacan la importancia de Santiago Apóstol. Parece que el mandato de Jesús del “Id hasta los confines de la Tierra a predicar” se lo tomó Santiago en serio, llegando hasta Finis Terrae, tierra de bruxas, de lobos y de O Milladoiro, “allá donde terminan tierra y mar y se alza el abismo” (página 13).

La otra condición, importante para los de Hispania, es la de Santiago, mito creado en el siglo IX (b), “traído” desde Jerusalén para ser enterrado en la hoy Catedral de Santiago de Compostela, convirtiéndose el supuesto “sepulcro de Santiago” en el lugar más importante de la peregrinación cristiana, más que Roma. Además, el mito fue esencial en la Reconquista contra los musulmanes, siendo el representante simbólico de la España cristiana y Una en lucha contra el “infiel”. Fernando II, rey de Castilla y León, le nombró Patrón de sus reinos.

Y Santiago, como todo, entró en crisis en el siglo XVII; por ello Felipe III, por presión de los entonces importantes Carmelitas, instauró a Santa Teresa en copatronato, lo que originó una violentísima polémica, teniendo que intervenir hasta Quevedo para defender a Santiago, que llegó a escribir: “El patronazgo de Santiago fue elección de Cristo”. Y del brazo incorrupto de la Santa de Ávila, a propósito de Nieves Concostrina, escribiremos en la 2ª parte.

Santiago y Santa Teresa

Don Jesús Bastante hace una novela de la condición apostólica de Santiago, que ya es mucho, y sobre la condición de mito de la unidad española, el Matamoros en caballo blanco, es inevitable aunque de pasada, en la página 72, escribe exclusivamente lo siguiente: “Fue durante aquellos días cuando Santiago comenzó a tener extraños sueños, en los que se veía a sí mismo, a lomos de un caballo blanco, alado, asestando mandobles a docenas de árabes, comandando un ejército bajo la enseña de la cruz, y el grito de “¡Por Santiago!” (Sobre esto recomendamos el libro de Francisco Vivar, Quevedo y su España imaginada, de Visor Libros en 2002).

El libro de Bastante va precedido de un prólogo que llama Prefacio, como en la Liturgia, titulado Una barca entre la bruma, que siendo lo último de la historia o la leyenda, es lo primero en el libro: atraques de llegada al Finis Terrae, el pedrón, cadáver sepultado de Santiago, con la cabeza separada de los hombros. Siguen tres partes, del periplo viajero de Santiago por España (Camino, Sepulcro y Peste); desde el llegar Santiago y sus dos discípulos Atanasio y Teodoro, a la Península, por Cartagho Nova, subiendo al Finis Terrae y saliendo por Tarraco, hasta el regreso a Jerusalén.

Concluye la novela con un Epílogo El primero de entre los muertos, que es una larga explicación del importante y ambiguo Fileto de Cesarea, servidor de la ley judía, infiltrado entre los discípulos de Santiago en su viaje a Hispania, confidente del Sumo Sacerdote y lider del Sanedrín, Hermógenes, al que escribe cartas (capítulos 1, 7, 9, 13, 16, 22, 27 y 36), luego “bautizado a la fe del hereje Nazareno”. En la larga explicación, clave de la novela, se explica sobre la llevada de Santiago a Jerusalén y el juicio que terminó con su decapitación, la muerte más vergonzante junto a la cruz, por ser un “falso profeta” y un seguidor de Jesús. Otro episodio de judíos contra cristianos.

Santiago en el fin del mundo

En ese viaje por la Hispania, de Sur a Norte, de Oeste a Este, muchos acontecimientos acaecen; no sólo hay episodios novelados, es que se “novela” la Historia Sagrada misma, que es -perdóneseme la expresión- “una pescadilla que se muerde la cola”. Importantes son los episodios de lo de la hija de Jairo o el Talita Kum de su curación, como la de los ciegos y sordomudos, Cecilio y Tesifón, lo de Zaqueo, la pasión y muerte de Jesús y las apariciones de La Virgen María, en Efeso y con inclusión de lo del Pilar, Patrona de la Hispanidad.

En la 2ª Parte seguiremos con el libro, sabiendo que reseñar un libro no es contarlo. Además, habrá que plantear el gran asunto de las relaciones entre historia y ficción; de si la llamada novela histórica es posible, o es una contradictio in terminis. ¿Puede ser histórica una novela? Y si no puede ser, qué ocurre entónces, con las noveladas Memorias de Adriano de Marguerite Youcenar, libro de consulta incluso para los historiadores profesionales que quieran trabajar sobre ese emperador romano. ¿Qué relación existe entre la verosimilitud, propia de lo narrativo, y la verdad, propia de la Historia?

Todo esto último viene a cuento de la reflexión titulada “Desmentido histórico” de la periodista Nieves Concostrina, incorporada al final del libro; una incorporación con la que no estoy de acuerdo y juzgo desacertada.

Continuará.

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