Webinar sobre el aporte de las mujeres en el Sínodo para la Amazonía y los retos actuales Liliana Franco: “Participar en la vida y liderazgo de la Iglesia es un derecho y no un favor que se le concede a la mujer”

Mujeres en la Asamblea Sinodal del Sínodo para la Amazonía
Mujeres en la Asamblea Sinodal del Sínodo para la Amazonía

Las mujeres presentes en la sala sinodal lo hacían como portadoras de una historia y de una voz, que recogía el destacado protagonismo que las mujeres tuvieron en el proceso de escucha en el territorio amazónico

En la Asamblea Sinodal, “este grupo de 35 mujeres se empeñó en abrir horizontes, y no permitió que el miedo las paralizara, no permitieron que el peso de lo institucional acorralara el Espíritu”

El Sínodo para la Amazonía ha sido un kairós, un signo de esperanza, que ha generado miedo en algunas estructuras eclesiales, que ha incomodado a mucha gente

En un mundo y una Iglesia en que se hace presente el poder sobre los otros, es importante apostar por un poder con, en y para los otros, entretejer esos poderes como camino para superar el poder sobre los otros

Aula Sinodal
Este mes de octubre se cumple un año de la Asamblea del Sínodo para la Amazonía, en el que las mujeres tuvieron un papel muy importante. Para reflexionar sobre el aporte de las mujeres en el Sínodo para la Amazonía y los retos actuales, Amerindia y la Articulación Continental de las Comunidades Eclesiales de Base en América Latina y el Caribe, organizaban este 8 de octubre un webinar, que contó con la participación de tres de las 35 mujeres presentes en la sala sinodal, Liliana Franco, presidenta de la CLAR, Moema Miranda, antropóloga, y Tania Ávila Meneses, teóloga indígena.

El encuentro virtual, moderado por Socorro Martínez Maqueo, partía de un análisis de lo más significativo en el aporte de las mujeres en la Asamblea Sinodal, así como las dificultades y cambios de fondo. En esa perspectiva, todas ellas destacaban que las mujeres presentes en la sala sinodal lo hacían como portadoras de una historia y de una voz, que recogía el destacado protagonismo que las mujeres tuvieron en el proceso de escucha en el territorio amazónico.

Las mujeres que estaban presentes en el aula sinodal llegaron desde espacios muy diferentes, era un grupo plural, en palabras de Liliana Franco, que destacaba la fuerza de las palabras de las mujeres en la Asamblea Sinodal, palabras proféticas. Según la presidenta de la CLAR, “la sinodalidad es un proceso hasta poder generar ese nosotros eclesial, y eso supone también que resuene la escucha de la voz de las mujeres”. Desde ahí, afirmaba que “participar es un derecho y no un favor que se le concede a la mujer, poder participar en la vida y en el liderazgo de la Iglesia es un derecho, es camino sinodal”.

Liliana_Franco-_presidenta_de_la_CLAR

Liliana Franco defendía la necesidad de abandonar esquemas y estilos clericales y buscar nuevas relacionalidades. Junto con eso, recordando la presencia de las mujeres en las periferias, siendo ellas las voces que con más fuerza invitaron a remar junto con el Papa Francisco en la transformación de nuestra Iglesia. La religiosa colombiana insistía en que, en la Asamblea Sinodal, “la palabra de las mujeres siempre fue palabra habitada”, y que “este grupo de 35 mujeres se empeñó en abrir horizontes, y no permitió que el miedo las paralizara, no permitieron que el peso de lo institucional acorralara el Espíritu”.  

En ese sentido, las ponentes en el encuentro han destacado que la voz de las mujeres, que resonó con fuerza, fue acogida por buena parte de los hombres presentes en el aula sinodal. Por eso, no cabe duda de que cada vez serán más las mujeres presentes en esa y en otras instancias eclesiales. Poco a poco, como consecuencia de este método sinodal, de escucha, de construcción colectiva, se irá gestando la novedad y la transformación en la Iglesia, un proceso en el que las mujeres tienen un papel decisivo.

Moema Miranda destacaba la importancia que tuvo el documento preparatorio en el Sínodo, que por primera vez fue elaborado en América Latina y no en Roma. Esto es algo que recoge Fratelli Tutti, donde aparece, en opinión de la antropóloga, que se está perdiendo el sentido eurocéntrico de la historia, más lineal, pues cada vez es más claro que en las luchas se avanza y se retrocede. Ella ve el Sínodo para la Amazonía como un kairós, un signo de esperanza, que ha generado miedo en algunas estructuras eclesiales, que ha incomodado a mucha gente.

Moema Miranda en el Sínodo

Eso es consecuencia de la presencia de las mujeres, que no llegaran simplemente para asumir tareas y sí para hacer propuestas, para mostrar lo que pensaban, para ayudar en la construcción del camino eclesial, algo que fue reconocido por la gran mayoría de los padres sinodales. Moema insistía en la necesidad de ser una Iglesia magdalena, especialmente en este tiempo marcado por el miedo, una Iglesia que supera el miedo a través del amor fraterno.

Desde una mirada simbólica, Tania Ávila Meneses, destacaba que las mujeres que se hicieron presentes en la Asamblea Sinodal se fueron combinando y entretejiendo, algo que ejemplificaba con las aportaciones concretas de las participantes, no solo en la Asamblea como en todo el proceso sinodal, rostros concretos que aportaron, poniendo de manifiesto la importancia del trabajo en equipos colaborativos. La teóloga boliviana hacía ver la necesidad de buscar un modelo más motivador y conquistante. Para eso es necesario aprender a dialogar para decidir juntos, para sanar heridas y poder volar juntos.

En un segundo momento, Socorro Martínez Maqueo preguntaba cómo se están afrontando los retos presentes en la Iglesia latinoamericana para hacer posibles los sueños presentados en Querida Amazonía. En respuesta a esa cuestión, Liliana Franco hacía una llamada a una conversión interior que ayude a repensar la estructura ministerial de toda la Iglesia, a ser una Iglesia que reconozca el valor del aporte femenino, lo que debe llevar a repensar las estructuras pastorales, de gobierno y de liderazgo eclesial. Junto con eso, desaprender para aprender un nuevo estilo de relacionarnos, desde la conversión sinodal, con relaciones más circulares y horizontales, con un lenguaje capaz de dignificar, incluir y generar participación.

Sínodo para la Amazonía

La presidenta de la CLAR llamaba a apostar por las teologías emergentes, más encarnadas, que hacen eco de la Palabra y le abren camino a la vida, que incluyen la casa común y los nuevos modelos de relación. Otro reto importante es garantizar espacios cada vez más amplios y significativos para que la mujer tenga mayor participación en la formación de seminaristas. Ella pedía retomar la reflexión teológica sobre el diaconado de la mujer, reconocer el papel que ya tiene la mujer en la Iglesia latinoamericana, ser una Iglesia femenina, que reconoce la fecundidad, que nace del Espíritu, que hace memoria. Finalmente, destacaba la importancia decisiva de trabajar en red, de unirse superando las dificultades, para ser aliados en la defensa de la vida.

Nos encontramos en un mundo en gravísimo riesgo, donde los indígenas nunca han estado tan amenazados, algo que se ha intensificado con el coronavirus, según Moema Miranda. En esa coyuntura, ella afirma que “las mujeres son lideresas en los movimientos de resistencia en la defensa de la Amazonía”, insistiendo en la necesidad de que la Iglesia se una a esas luchas, de estar al lado de las víctimas, que la Iglesia se haga una en la defensa de los pobres y de la tierra en la Amazonía.

La antropóloga colocaba como reto la necesidad de reconocer el lugar de las mujeres como fruto de una gran conversión. Esto pone de manifiesto la importancia de abordar la organización concreta dentro de la Iglesia. Para ello reflexionaba sobre el reto de construir experiencias concretas desde las que se haga toda la reflexión teológica, de compartir aprendizajes.

Tania Ávila Meneses

Somos llamados a integrar el pensamiento ritual desde una mirada sistémica a los procesos, pero sin dejar de ver las partes, en opinión de Tania Ávila, que planteaba el reto de poder expresar su voz, su resiliencia, con libertad, sin que se manipulen las palabras, las voces, de honrar la palabra de la otra, desde una actitud de sororidad que busca co-crear. Otro reto que se plantea es el de sentirse tierra, pueblo, habitar la historia, algo que se expresa en el lenguaje simbólico, en el que se expresan los profundos significados de cada pueblo, pero que al mismo tiempo se ve amenazado por el riesgo de una nueva colonización simbólica. Para eso, plantea la necesidad del trabajo colaborativo, en equipo, de seguir tejiendo juntas y juntos.

La teóloga reflexionaba sobre los conceptos de presencia, contemplación y acción sistémica. En ese sentido, abordaba la cuestión de contemplar y dejarse contemplar, de sentirse parte de la casa común. Todo eso debe llevar a escuchar al otro y a escucharse a sí mismo, para lo que hacía la propuesta de aprender de la experiencia de los pueblos amazónicos. Sabiendo que no es una tarea fácil, la propuesta es la de ensayar, practicar, y junto con eso la de encarnar las palabras. No podemos olvidar, según Tania Ávila Meneses, que, si no logramos conectarnos entre nosotros, no vamos a asumir que estamos en riesgo.

En opinión de Liliana Franco, “las marañas del poder se vencen con resistencia, convicción y participación”, afirmando que la Iglesia es mucho más que la parroquia y el sacerdote de turno, algo que ha quedado de manifiesto en este tiempo de pandemia en que ha aparecido la importancia de la Iglesia doméstica. Según la religiosa, las mujeres “no podemos negarnos a participar en los espacios eclesiales que se abren”, ya que, en su opinión, “la Iglesia es la comunidad de los que en la diferencia creen”, insistiendo en que la misión de la Iglesia es evangelizar, lo que hoy se traduce en humanizar.

mujer-amazonica

La presidenta de la CLAR insiste en la necesidad de que todos tengamos un lugar en la mesa, trabajar por un mundo de hermanos. Para ello ve necesario “crear espacios que posibiliten la inclusión de la mujer en la Iglesia y en la sociedad”, insistiendo en “seguir empeñados en esa mesa grande, redonda, en que ninguna burocracia, clericalismo le haga sombra a un Dios que nos llama al amor incondicional”. Liliana Franco llama a no caer en la tentación de querer ser superior a los demás, destacando la escucha como palabra fundamental en este momento de la historia.

Moema Miranda hacía una llamada a superar la gran mentira de que no hay alternativa, de que los pueblos pueden ser oprimidos y la Tierra explotada. Todo ello a partir de lo que ella llama la gran locura del Evangelio, que lleva a seguir desafiando las verdades establecidas, a mirar más allá de lo que absolutamente parece indiscutible. La antropóloga insiste en que siempre hay alternativa y en la necesidad de ser Iglesia Buena Nueva para el mundo, de superar el pensamiento de que no tenemos más fuerza, de buscar lo que puedo hacer para que el sufrimiento de los hermanos y hermanas ser menor.

En un mundo y una Iglesia en que se hace presente el poder sobre los otros, Tania Ávila destacaba la importancia de apostar por un poder con, en y para los otros, de entretejer esos poderes como camino para superar el poder sobre los otros.

Mujeres con el Papa Francisco

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