Salesianos, cien años de misión en el Río Negro

La evangelización de la región amazónica fue encomendada tradicionalmente por la Santa Sede a diferentes congregaciones religiosas, a través de Prefecturas Apostólicas, Prelaturas y Diócesis. El extremo noroccidental de Brasil, fue confiado a los salesianos, donde llegaron en 1915 para hacerse cargo de la Prefectura Apostólica del Río Negro, estableciendo su sede en São Gabriel da Cachoeira, que en la época no pasaba de un pequeño aglomerado de casas.

Las crónicas del padre Giovanni Balzola, quien comandó la llegada de los primeros salesianos en las tierras del Alto Río Negro, nos cuentan cómo fueron los inicios de la nueva misión: “São Gabriel es la villa más importante de aquellas remotas tierras… Llegamos allí, felizmente, el día 21 de mayo, en la víspera de la fiesta de Nuestra Señor Auxiliadora, en cuanto todos los pobladores de los alrededores estaban juntándose para la Fiesta del Espíritu Santo, que suele ser celebrada con toda la solemnidad posible”.

El de la fiesta cantamos solemnemente la Santa Misa; éramos dos: yo desde el altar y el padre Solari desde el coro. El padre Solari hizo también la homilía en honor de Nuestra Señora Auxiliadora. Al final rezamos el acto de consagración de la nueva Prefectura Apostólica a María Señora Auxiliadora y a todos distribuí estampas y medallas de esta nuestra queridísima Madre. Así, la fecha del centenario de Nuestra Señora será unida a la historia de la nueva misión. La Iglesia en la que fue realizada la fiesta no podía ser más pobre o más humilde: hecha de palos y barro, no supera los 8 metros de largo por 4 de ancho. El suelo es de tierra, ni nivelado, sin puertas, sin ventanas; de noche, muchas veces, es abrigo de algún animal; exactamente, yo pensaba, como la gruta de Belén”.

Poco años después de la llegada de los Salesianos vendrán para acompañar el trabajo de los misioneros, las Hijas de María Auxiliadora. Juntos llevarán a cabo un trabajo evangelizador abriendo escuelas, oratorios, centros para la juventud, hospitales, parroquias, obras para jóvenes en situación de riesgo, centros profesionales…, buscando la promoción de la educación como instrumento de desarrollo humano.

Los actos del centenario han tenido su momento culminante en la celebración de la Solemnidad de Pentecostés, el 24 de mayo, día en que la Iglesia celebra la fiesta de María Auxiliadora, advocación de profunda raigambre para la familia salesiana y entre los pueblos Río Negro, y en el que se completaba exactamente un siglo de la primera misa celebrada por los misioneros recién llegados. Esta celebración ha sido presidida por Monseñor Giovanni D´Aniello, “Nuncio en Brasil de nuestro queridísimo Papa Francisco”, como decía Monseñor Edson Damian, obispo local, en sus palabras de acogida.

Este momento ha venido precedido de unos días de fiesta, en los que la Iglesia del Río Negro, con la presencia de un buen número de salesianos e hijas de María Auxiliadora, llegados de diferentes puntos de Brasil, ha organizado diversos actos conmemorativos, tanto en la sede como en diversas comunidades de la diócesis.

Entre ellos podemos destacar el Triduo y el Seminario sobre la “Presencia de los Salesianos en el Río Negro”, que durante dos días ha reflexionado sobre la historia y las perspectivas de la misión salesiana en la región. La memoria de la llegada de los primeros salesianos corrió a cargo del padre Joan Sucarrats, salesiano nacido en Barcelona, misionero en la Amazonia desde hace 49 años. A continuación, la Hija de María Auxiliadora, Carmelita Conceição, dio una pincelada del perfil de los primeros misioneros salesianos y salesianas en estas tierras, para encerrar el primer día con la participación del padre Justino Rezende, primer indígena del Alto Río Negro ordenado sacerdote dentro de la Congregación de Don Bosco, quien disertó, a partir de su experiencia personal y diversos estudios, sobre la Evangelización y Catequesis en la época de los internados.

La segunda jornada del seminario tuvo como ponentes al obispo diocesano, Monseñor Edson Damian, y al superior de la Inspectoría Salesiana Domingo Savio, que engloba a los religiosos presentes en el Río Negro, padre Francisco Alves de Lima. El obispo reflexionaba sobre las mudanzas eclesiales y las nuevas exigencias de la evangelización y la catequesis en el Río Negro, y a partir de la propuesta del Papa Francisco en la Evangelii Gaudium, que defiende una evangelización inculturada, ponía como ejemplo concreto la catequesis indígena que se está llevando a cabo en los últimos años, con la que se pretende iluminar, a la luz del Evangelio, la cultura y tradiciones locales. El inspector salesiano presentaba pistas que posibiliten nuevas perspectivas misioneras para el Río Negro, insistiendo en la necesidad de una colaboración cada día mayor entre la congregación y la diócesis, que hasta 2009 siempre tuvo un obispo salesiano, y de un trabajo de inculturación de los religiosos, citando como ejemplo la necesidad de aprender las lenguas indígenas.

En la homilía de la Eucaristía de la Solemnidad del Espíritu Santo, Monseñor D´Aniello consideraba el momento como la apoteosis de unos días inolvidables que comenzaron con la celebración en una comunidad de la periferia de la ciudad, continuó con la visita a los indígenas de la isla Duraka, donde conviven cinco etnias diferentes, y un encuentro con los yanomami. El Nuncio en Brasil se mostraba feliz por poder hacer presente al Papa Francisco en medio de los indígenas del Río Negro, donde descubrió una gran fe, en una Iglesia que vive la unidad en la diversidad de etnias (23 en el territorio diocesano) y lenguas (18 lenguas diferentes). Todo ello a partir del valioso trabajo que los salesianos comenzaron 100 años atrás y que hoy continúa en la diócesis de São Gabriel da Cachoeira.

En los momentos finales de la celebración, el inspector salesiano, padre Francisco Alves de Lima, agradecía a los salesianos y las Hijas de María Auxiliadora, llegados en estos 100 años de tantos lugares de Brasil y del mundo, por la semilla plantada a lo largo de este siglo, que ha dado buenos frutos, encarnando el Evangelio y el carisma salesiano en el fondo del corazón de la Amazonia, a través de la educación y de la promoción humana.

Todo esto sin dejar de pedir perdón, en nombre de todos los salesianos, por los fallos y errores cometidos, esperando que Dios y el corazón de la gente sepan perdonarles, y agradeciendo por haberles acogido y poder celebrar en este día 100 años de misión, mirando con gratitud hacia el pasado, comprometiéndose con generosidad con el presente y celebrando con esperanza el futuro.

No se olvidó de los jóvenes (a quienes la congregación salesiana siempre cuidó con especial cariño) y expresó la bendición recibida por todos, al poder celebrar este momento. Por ello llamó a los presentes a volver para la vida cotidiana con un corazón pleno de gratitud, compromiso y esperanza, confiándose a la intercesión de María Auxiliadora, para que continúe siendo maestra, madre y guía, que lleve a los salesianos a continuar siendo fieles al proyecto de Dios y a los sueños de Don Bosco y de los pueblos amazónicos.
Volver arriba