Come con pecadores y publicanos

Cuando Jesús acepta la invitación de Mateo, publicano de profesión, es fuertemente criticado por los fariseos que equiparaban los publicanos a los pecadores, porque éstos cobraban los impuestos de Roma y porque en ocasiones cobraban más de la cuenta de tal modo que algunos poseían grandes fortunas.

Los fariseos, cumplidores estrictos de la letra de la ley, se consideraban justos ante Dios. No podían comprender que Jesús se inclinara hacia el hombre pecador y de tener hambre de su conversión y sed de su regreso, de que pudieran saborear el alimento de la misericordia y la copa de la benevolencia. (Comentario de S. Pedro Crisólogo al evangelio de Mt 9,9-13).

Este mismo autor del siglo IV continua: “Pero, ¿quien es pecador sino el que rehúsa considerarse tal? ¿No es esto hundirse en su pecado y verdaderamente identificarse con él, al dejar de reconocerse pecador? ¿Y quien es injusto sino el que se estima justo?”.

La actitud farisea nos aleja de la verdad, nos aleja de los hombres porque no están acogidos en nuestro corazón y lo más grave es que nos aleja de Dios que prefiere la misericordia y el perdón, Jesús dijo: “Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso”. ¿Quién habita en nuestro corazón, un fariseo o un publicano? Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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