¿Dónde está, Señor, tu misericordia?

El versículo siguiente del salmo continúa con la misma tónica o peor porque retrae a Yahvé el olvido en que tiene a su pueblo: “Acuérdate, Señor, de la afrenta de tus siervos: lo que tengo que aguantar de las naciones, de cómo afrentan, Señor, tus enemigos, de cómo afrentan las huellas de tu Ungido” (vv 51 y 52).El pueblo de Israel se vio frecuentemente atacado por sus vecinos y en etas ocasiones reclamaba a Dios la promesa que había hecho y que en ciertos momentos parece que se le habían olvidado. Él no puede ser infiel a lo prometido, si fuera así, dejaría de ser Dios.
En realidad, también a nosotros en ciertos momentos nos parece que todo nos sale al revés y como a los hebreos del salmo lanzamos nuestras quejas al Señor como si él fuera el autor de nuestro infortunio. ¿El Señor es sordo a nuestras súplicas? Ciertamente no, él está siempre a nuestro lado. Es aquella historia que cuentan: Uno que se encontraba en grandes apuros le dijo: Señor, yo siempre veía tus pisadas junta a las mías, ¿cómo es que en el momento tan difícil de mi vida no he visto mis pisadas junto a las tuyas? Él respondió: No las has visto porque en este momento te llevaba en mis brazos.
Texto: Hna. María Nuria Gaza