¡Vayamos a Belén!

Belén
Uno de los recuerdos gratos que tengo de mis años vividos en Tierra Santa es Belén. Fue una gracia y también el regalo del niño-Dios, vivir el tiempo de navidad, precisamente en la tierra de nuestro salvador. La experiencia de todo peregrino en Belén es que siempre es Navidad. Cada día del año, habrá personas peregrinando en la Basílica de la Natividad, cantando villancicos, paseando por las calles de Belén…

Sobran razones para ir a Belén. El papa Juan Pablo II, se las decía a toda la Iglesia cuando preparaba su peregrinación jubilar:'Y, ¿cómo no acercarme a Belén, donde Cristo vio la luz, donde los pastores y los Magos dieron voz a la adoración de toda la humanidad? En Belén se oyó también, por vez primera, aquel anuncio de paz que, proclamado por los Ángeles, continuaría resonando de generación en generación hasta nuestros días: Gloria a Dios, paz al hombre…'” (Libro: El viaje de tu vida. Del franciscano, P. Emérito Merino Abad)

Ahora vivo de una manera distinta el tiempo de adviento, es un período para hacer un viaje, siempre es un nuevo caminar espiritual hacia Belén, allá en Tierra Santa, donde nació el que sería la luz del mundo, y sin duda, que nacerá en cada lugar, en cada hogar y en cada corazón que reciba con alegría el nacimiento del niño que nace en Belén de Judea, el Dios con nosotros.

En la cercanía de la Navidad ¡vayamos a Belén!, ¡Alegraos en el Señor, alegraos, porque está cerca! Acojamos en nuestras vidas la buena noticia y vivamos verdaderamente la alegría de la Navidad: “Nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”Texto: Hna. Ana Pérez.
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