El día menos pensado

Cuando hacemos planes para cualquier cosa, por supuesto siempre esperamos que así se cumplan, porque todo estaba planeado al detalle, y no puede existir otro camino que no sea el que yo he preparado. Esto está muy bien, pero a veces, incluso dentro de esos planes que tenemos, aparecen momentos, personas, alegrías... sorpresas. Por supuesto que en nuestra vida se puede cruzar y aparecer cualquier cosa, pero nuestra actitud siempre debería ser la misma. Es decir, nos guste más o menos, deberíamos procurar que todo lo que vivimos nos ayude a crecer, a darnos cuenta de lo que tenemos, a apreciar lo que somos, a valorar y a acoger.

Hay momentos en los que parece que surge una lucecita, y por muy pequeña que sea... siempre alumbra. Creo que es importante no quedarnos en reprochar que no tengamos una gran vela o luz, sino que necesitamos darnos cuenta de que tenemos luz y que con ella podemos ver y alumbrar. Es que a veces, con nuestros grandes planes y ganas de hacer de todo, esperamos también grandes resultados, grandes momentos... y es posible que el gran momento lo dejemos escapar.

Creo que mi mirada debería ser desde la confianza, en mí, pero también en Dios. Confiar en que cuento con Él y que es de ahí de donde proviene la luz para visualizar el camino. En Mateo encontramos: “Por eso os digo: no os preocupéis por vuestra vida, pensando que comeréis o que beberéis... ¿No vale más la vida...?” Mt 6,25.

Todo es importante, pero sin duda necesitamos de nosotros mismos para ser fuertes, vale más la vida que cualquier cosa, porque será a partir del camino que hayamos hecho desde donde continuemos. Procuremos que no se escape la vida, aprovechémosla, la luz nos ayudara a ver claro.

Tal vez hoy sea el día menos pensado, quizá mis planes no se hayan cumplido pero es posible que sea un día para no olvidar. Estemos abiertos y acojamos desde la confianza y la seguridad de que podemos avanzar, de que queremos hacerlo. Texto: Hna. Conchi García.Foto: Sor Gemma Morató.
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