La obra, volcada en "los más descartados", está siendo replicada en Argentina Kkottongnae, la "montaña de amor" que espera al Papa en Corea del Sur
(Virginia Bonard)- Si vas a cualquier buscador en Internet y escribís "Kkottongnae" te aparecen palabras y frases como éstas (muchísimo en inglés): amor en acción, primera vez, carismática, montaña, bienestar social, dimensión espiritual, paraíso... Y es verdad. Todas esas palabras sueltas, con falta de sintaxis y a veces incomprensibles, son contextos -las búsquedas suelen tener ¿desconexiones?-, pequeñas alas de Dios que sobrevuelan en Kkottongnae. Pero dejame que te cuente desde el principio.
Una tarde de agosto de 2013 una profetisa argentina de este tiempo me propuso entrevistar al Hermano Shin. No le capté muy bien los detalles pero lo importante era que Shin -médico y religioso, principal discípulo del fundador de su orden- venía a Buenos Aires para hacer algo grande y muy, muy bueno. Una obra de amor para los más pobres de los más pobres. Obvio, googleé sobre el tema y ahí empezó mi capítulo de vida con Kkottongnae.
Escribí una nota (ese día compartimos el diálogo con el periodista Damián Lovotti de la revista Kyrios) y ya su mensaje había encontrado un lugar en mi alma curiosa, creyente y viajera. Al despedirnos aquella media mañanita -Rodríguez Peña y Paraguay estallaba de sol y de una anticipada primavera-, el hermano Shin me había invitado a conocer Kkottongnae. Me lo dijo en coreano y en inglés, me lo tradujeron las varias encantadoras personas que lo acompañaban en la ardua tarea de hacerse entender, pero yo no le creí. Mi profetisa me corrió y me confirmó que era cierto. Y yo seguí sin creer.

UN VIAJE DE IDA... Y VUELTA
El jueves 3 de octubre salimos rumbo a Kkottongnae, a 120 km al sur de Seúl, Corea del Sur -previas escalas en San Pablo y Qatar las que dosificaron nuestras ¡30! horas de vuelo-Ana María, Stella Maris -ambas son activas dirigentes de la Renovación Carismática en Buenos Aires-y yo.
Desde que pisé suelo surcoreano me sentí "bienrecibida y bienesperada". El aeropuerto de Incheon me fascinó con sus líneas hipermodernas: esta sensación de fisgonear en el futuro la tuve varias veces andando Seúl, en un menú estético al estilo Blade Runner que ofrecía construcciones de antaño y con historia conviviendo en armonía con otras que metalizaban el tiempo llevándolo al 2050. Y en el medio, la gente. Un buen caso fue el del joven que vi -¡lo vi!-vestido por Versace sin lugar a dudas y hablando con dos celulares, su pelo negro en gajos bien delineados todos apuntando hacia el sureste, que caminaba apuradísimo sin pensar en sus pies, junto a dos señoras viejitas vestidas a la usanza coreana más tradicional: vestidos largos rojo y azul, sombreritos como pequeños conos al tono, tan deliciosamente lentas.

TAN CALVO Y CON DOS PELUCAS
Recordemos que Corea tiene una historia milenaria, hace muy poco (1948) que está literalmente partida en dos desde lo político-territorial y con esa herida abierta que sangra violencia y terror ante los ojos de la humanidad. Durante miles de años su economía estuvo basada en la agricultura -sandías, ají de la mala palabra, akusai y tantos otros nobles vegetales de esa tierra que sube y baja en montañas aradas en terrazas- y desde el siglo XX es pionera y exportadora de tecnología punta para el mundo entero.
El mismo siglo que les "regaló" dos guerras. Dos memorias de hambre, dolor y muerte que se juntan en un pueblo que recoge el guante del pasado, convive en una tensión que van resolviendo como pueden en el presente sus deseos de paz y progreso, y con un futuro muy promisorio desde lo económico-financiero pero abrumadoramente apocalíptico si miramos Corea del Norte y al señor Kim Jong-un. La reedición de espacios de encuentro que materializaran en gestos concretos los acuerdos de no-agresión serían lucecitas de esperanza y unión para las dos Coreas. Pero mejor, por ahora sigamos con mi viaje.
Es en este país, con esta historia y entre esta gente que el padre John Ho Woong-Jin se encontró una noche con "el abuelo", Grandpa Choi. Era el mes de septiembre de 1976 y ahí nació una esperanza nueva: Kkottongnae. Cuesta pronunciar la palabra pero qué fácil se internaliza lo que de ella se aprende.

UNA MONTAÑA DE AMOR
Imaginen una montaña inmersa en un otoño de árboles y hojas que van desde el rubí tornasolado al rubio que se debate entre marrones y borravinos. Algún verde se cuela entre seco y tardío al mismo tiempo que las flores de otoño parecieran contradecir esta estación con vigores primaverales e insistiendo con colores como el fucsia, naranja, rosado, blanco, rojo.
En esta montaña de 3 millones de m2 funciona (florece) Kkottongnae. La obra que el padre Ho y los hermanos y hermanas de la Congregación de Hermanos de Jesús llevan adelante para dar salud, compañía, espiritualidad y fraternidad a los olvidados más pobres de los bordes más alejados de la sociedad surcoreana. Personas que encontramos en las "periferias existenciales", traducido al lenguaje del Papa Francisco, fiel amigo de esta comunidad y uno de los impulsores de su radicación en Buenos Aires.
Rescate de la soledad, mejor calidad de vida y bienestar social podrían ser buenos conceptos para definir desde lo psico-sociológico lo que se hace en Kkottongnae-Corea y también en otros países: Bangladesh, Filipinas, Uganda. Mientras hice mis estudios en la Escuela de Amor en Acción se estaban planeando otros Kkottongnae en Indonesia (muy avanzado y con planos para la casa central), Vietnam y en Argentina. Rezamos por estas intenciones en cada una de las misas compartidas en las diferentes lenguas con las que convivimos en esa intensa semana tanto espiritual como empírica: indonesio, vietnamita, inglés, coreano, portugués, español. Qué bien suena el mensaje de Jesús tan internacional.

UN MUNDO DONDE NADIE ES ABANDONADO
Kkottongnae tiene distintos centros de atención a los desamparados:
-La Casa de los Ángeles donde viven aproximadamente 100 de chicos -hablamos de bebés y deambuladores- abandonados por sus madres y que están siendo dados en adopción a partir de un convenio con el estado surcoreano.
-Un cementerio donde encuentran descanso eterno los restos de quienes, abandonados por la sociedad, lograron un espacio de reconocimiento en Kkottongnae en vida y también después.
-Casa de María: Escuela para Niños especiales.
-Escuela de Pan: lugar donde los chicos con discapacidades aprender a fabricar pan, un alimento raro para los coreanos, tanto que en Seúl las panaderías son como exóticas boutiques con tintes afrancesados.
-Casa de Mujeres Discapacitadas: allí bailamos y cantamos para conocernos. Las señoras viven como en su casa, en habitaciones, se lavan su ropa, la cuelgan, cocinan (una mañana pelamos miles de ajos para la hechura de una comida típica), se bañan y socializan.
-Universidad: las carreras que allí se cursan están relacionadas con el bienestar de las personas: por ejemplo, medicina.
-Centro de Alcohólicos Anónimos
-Hospital
-Hogar para gente de la calle

LA NOCHE DE LA CARIDAD
Debo agradecer a mi querida Iglesia de Buenos Aires haberme enseñado que la Noche de la Caridad es posible. Mi admiración continúa in crescendo para quienes -laicos comprometidos, curas-hermanos, monjas superalegres, hermanos religiosos, niños de la mano de sus papás, señoras y señores mayores, jóvenes- la llevan adelante todo el año y la intensifican en Navidad, Pascua o cuando el invierno amenaza con dejarnos solos una vez más. Y ahí van los sándwiches, las sopas calentitas, el mate cocido dulce y fraterno, las facturas que donan las panaderías del barrio.
Algo parecido pero traducido al coreano pasa con el impulso Kkottongnae. Viajamos a Seúl para hacer parada en la casa que tiene la obra del padre Ho en la capital surcoreana. Allí los voluntarios de mi camada de estudio preparamos los alimentos -albóndigas de arroz envueltas en algas negras- que compartiríamos con los solos que viven y pernoctan en la estación de tren y subte central de Seúl. También llevamos ropas organizadas por sexo y talla, cartones y bebidas.

MEMORIA AGRADECIDA
Hubo dos momentos en los que sentí que viajamos en el tiempo: cuando visitamos la primera casita que construyeron entre "el abuelo" y el padre Ho, y cuando celebramos los 70 años de los ancianos que viven en Kkottongnae. El primer viaje fue real porque llegamos en micro, visitamos aquella primera construcción tan humilde, hoy coronada con una placa de granito en la que se recuerda la historia de la obra y una escultura del Grandpa Choi.
La cultura coreana reserva para el cumpleaños número 70 un lugar de privilegio. Participé de una gran-gran fiesta en un gran-gran parque en el que 5 ancianos que viven en Kkottongnae festejaron sus 70 con todos los honores de la tradición y abrazados por la gran familia que les da cariño todos los días desde que fueron rescatados de la intemperie de la calle.

HERMANO JAMES SHIN
Y casi como en un exceso de filantropía, un efecto derrame esperado y deseado del amor de Dios por los hombres, el proyecto Kkottongnae se está gestando para Buenos Aires. Así lo contó el Hermano James Shin para Religión Digital:
¿De qué se trata el proyecto que trajo a Buenos Aires y quiénes están involucrados?
Me encontré con el Papa Francisco el 2 de agosto de 2013 y él ya conocía a Kkottongnae. El Papa ama a los pobres, tiene mucho interés en Kkottongnae y desea que Kkottongnae venga a Argentina para ayudar a los pobres. Por eso vine, invitado por la Renovación Carismática. Somos trece directores del Servicio de Renovación Carismática, yo soy uno. Michelle Moran es la presidenta. Y aquí hay dos grupos involucrados. Uno de los cristianos coreanos católicos que son muy fuertes en su fe y muy solidarios en compartir los bienes; aman mucho a Kkottongnae. Ellos son los principales referentes para apoyar este proyecto. El segundo grupo, dentro de la comunidad de los católicos argentinos, la comunidad de Renovación Carismática. Quien me invitó es el actual coordinador de la RCC de Buenos Aires, Pino Scafuro. El año pasado estuve acompañando un ejercicio espiritual de una jornada a la que asistieron 1.200 laicos cristianos (agentes de salud y de pastoral social) de la Renovación Carismática. Ahí le transmití la espiritualidad de Kkottongnae y los que escucharon están en la espera de la llegada de la obra. Nosotros recibimos a personas abandonadas por sus familias, la sociedad, con enfermedades, que han transitado el delito, alcohólicos: los amamos. Ellos tienen la oportunidad de ser nuevamente felices y nosotros felices con ellos. Es nuestro modo de decirle a la sociedad toda que no abandone a los suyos. Nosotros hacemos trabajo social y caridad. En Argentina y desde el inicio de Kkottongnae, Dios nos llama para que iniciemos lentamente, despacio y en pequeñas formas y medidas. Cuando el fundador comenzó hace 37 años lo hizo con personas que vivían debajo de un puente cerca de su parroquia. Los recibió en su propia casa. No tenían proyecto para el futuro y así empezó a llegar la gente y de a poquitito se fueron consiguiendo espacios. No tenemos un proyecto: Es el proyecto de Dios que nos va indicando. Él nos va a indicar y nos va a orientar.
¿Cómo va siendo la respuesta a la iniciativa en Argentina?
¡Muy buena! Ayer se me acercó un pediatra y dijo: "me ofrezco para lo que sea que haya que hacer". Otras dos chicas que acompañan a jóvenes adictos también quieren colaborar. Hay mucha gente esperando a personas del Kkottongnae. También contamos con la comunidad coreana en Argentina: que desea hacer el bien hacia su país natal (Corea) y también en Argentina con el pueblo argentino. Quiero descubrir y hacer cumplir la voluntad de Dios que se manifiesta a través del carisma de Kkottongnae. Deseamos que nuestros hijos, los jóvenes y niños puedan creer más y crezcan en la fe a través de esta experiencia de espiritualidad de Kkottongnae. Y no me quiero llevar nada como riqueza en mi valija: lo quiero dejar todo aquí. Pude percibir que económicamente Argentina está peor que Corea y veo que la gente quiere crecer en la fe, creer más en Dios. Argentina es un país muy abierto. Me llama la atención que Argentina no frena la inmigración de los países vecinos, Bolivia, Paraguay, Perú, y que ofrece el cuidado de la salud a los enfermos que vienen fuera del país. Por eso también quiero iniciar Kkottongnae en este país tan generoso y tan solidario. Yo recibí cinco misiones de parte de Dios: ser servidor-esclavo de los pobres; colaborar en la construcción de las comunidades; un amor preferencial por los jóvenes; trabajar a favor de la vida y en contra del aborto; que florezca la espiritualidad del amor.

MONSEÑOR LUIS FERNÁNDEZ
Cómo recibió el proyecto la Iglesia de Buenos Aires
"Es una propuesta muy importante, no sólo porque ya habían estado con el Papa Francisco quien los alentó especialmente a que vinieran a Buenos Aires -ya habían estado con el cardenal Bergoglio en el 2012- sino por la finalidad de su misión: estar, dar una mano a los más olvidados, los más descartados. Ellos buscan a los que ni siquiera tienen un lugar en las villas y los llevan a su propia casa. El trabajo fundamental de los hermanos es buscar a esos olvidados, encontrarlos y levantarlos. Esto lo hablé con los demás obispos auxiliares y monseñor Poli me pidió que le acerque todo el material que tenía sobre esta fraternidad. Hay dos maneras de que se encauce este carisma en nuestra ciudad: o los hermanos se ofrecen a venir o el arzobispo les pide que vengan a trabajar. Aquí en Buenos Aires están estrechamente vinculados con la Renovación Carismática y quien los conoce también muy bien es el nuncio en Argentina, monseñor Emil Paul Tscherrig." (de Monseñor Luis Fernández, ex obispo auxiliar de Buenos Aires y ex vicario zonal de Flores; actualmente obispo de Rafaela, provincia de Santa Fe, Argentina, en agosto de 2013).

QUÉ LE ESPERA AL PAPA EN COREA
El Papa Francisco llegará a Seúl el jueves 14 de agosto y retornará al Vaticano el lunes 18 de agosto. Compartirá tiempo con los obispos, las autoridades y los jóvenes coreanos; participará en varias instancias de la Sexta Jornada de la Juventud asiática; visitará el Santuario de los mártires de Seo So mun y celebrará la misa de beatificación de Paul Yun Ji-Chung y 123 compañeros mártires; y Kkottongnae lo recibirá el sábado por la tarde.
Recuerdo a una religiosa argentina que está viviendo en Kkottongnae y presiento la alegría desbordante que palpitarán ella y sus compañeras hermanas de comunidad ante la presencia tan querida de Papa Francisco. Apenas unos días antes de la llegada del Papa a Corea del Sur, se habrá estrenado una película sobre el Cardenal Kim: "El Cardenal", basada en la vida del primer cardenal surcoreano, monseñor Stefano Kim Sou-hwan, amado y respetado por quienes lo conocieron y experimentaron como pastor. En Buenos Aires ─la ciudad de Francisco─ se habrá llevado a cabo una muestra fotográfica que refleja el paso del cardenal Bergoglio en el seno de la comunidad coreana en Argentina.
El mundo se moviliza ante el pie del Santo Padre en tierra asiática, tierra de laicos fundadores de comunidades, tierra de esperanza por las numerosísimas vocaciones religiosas que florecen en múltiples carismas. Tierra que exporta un proyecto religioso-social a Buenos Aires: Kkottongnae.
Y, una vez más, como le dije atrevidamente al cardenal Bergoglio en una conversación que mantuvimos por teléfono, en noviembre de 2011: "Usted habla y el mundo lo escucha". Y así será esta vez en Corea, una vez más.
