El historiador alemán examina el fenómeno de la blasfemia en su nuevo libro Gerd Schwerhoff: “Detrás de toda acusación de blasfemia hay una pretensión de absolutismo”
“La blasfemia se conoce desde tiempos inmemoriales y adquiere su significado real y su agudeza a partir de la reivindicación incondicional de la verdad y la fidelidad del Dios único"
"Las acusaciones de blasfemia también se utilizaron deliberadamente dentro del cristianismo, por ejemplo, para hacer frente a los movimientos de herejía medievales o, más tarde, a la Reforma"
"En países islámicos como Indonesia o Pakistán, las acusaciones de blasfemia son especialmente graves porque allí el Islam está estrechamente vinculado al poder del Estado"
"En países islámicos como Indonesia o Pakistán, las acusaciones de blasfemia son especialmente graves porque allí el Islam está estrechamente vinculado al poder del Estado"
| Jordi Pacheco
El asesinato en octubre de 2020 del profesor francés Samuel Paty, decapitado por haber utilizado en una de sus clases las caricaturas de Mahoma, lo demuestra: el peligro de quedar en el punto de mira por una supuesta blasfemia ha aumentado en los últimos años. En España, salvando las distancias, tenemos otro precedente relacionado con la blasfemia en el caso del actor Willy Toledo, que fue juzgado (y absuelto) a inicios de aquel mismo año por cagarse en Dios y en la Virgen.
Tal como recoge hoy el portal Katholisch.de en un artículo de Von Teresa Walter, el historiador alemán Gerd Schwerhoff dedica ahora un libro al fenómeno y examina la blasfemia en un recorrido histórico que va desde la antigüedad hasta nuestros.
Asesinado en plena calle, cerca de su escuela, por haber discutido previamente las caricaturas de Mahoma en clase para abordar la libertad de expresión, el caso del profesor francés es sólo uno de los varios incidentes ocurridos en los últimos años que ponen en evidencia lo peligroso que puede en la Europa actual cometer una blasfemia. En su libro Verfluchte Götter. Die Geschichte der Blasphemie (Dioses malditos. La historia de la blasfemia), Schwerhoff ha investigado lo que la blasfemia y sus consecuencias dicen sobre los valores sociales y su cambio.
Schwerhoff demuestra que, aunque los casos de blasfemia actuales son una expresión de los conflictos interculturales, a menudo siguen patrones familiares. Porque la blasfemia se conoce "desde tiempos inmemoriales", dice el historiador. "Detrás hay una pretensión de absolutismo. Una religión vilipendia a la otra para distinguirse de ella".
Las religiones monoteístas, propensas a la blasfemia
“La blasfemia adquiere su significado real y su agudeza a partir de la reivindicación incondicional de la verdad y la fidelidad del Dios único", sostiene el historiador, quien afirma en su libro que las religiones monoteístas son particularmente susceptibles a la blasfemia. Así, en varios pasajes de la Biblia se encuentran palabras claras al respecto, más claramente en el Antiguo Testamento, o la Torá: "Quien profane el nombre de Yahveh merece la muerte; toda la comunidad lo apedreará" (Lev 24,16).
La blasfemia, como señala Schwerhoff, también sirvió como "generador de identidad" en el cristianismo primitivo al distinguir y despreciar a otros dioses y religiones. Sin embargo, las acusaciones de blasfemia también se utilizaron deliberadamente dentro del cristianismo, por ejemplo, para hacer frente a los movimientos de herejía medievales o, más tarde, a la Reforma.
Al mismo tiempo, en la Edad Media el discurso blasfemo era una parte completamente natural de la vida cotidiana. Fue entonces cuando surgió el término técnico de "pecados de la lengua", y muchas lenguas pecadoras fueron clavadas públicamente en una viga como castigo, junto con el pecador. "El cristianismo occidental estaba más fuertemente teñido de blasfemia que casi cualquier otra religión, y hasta el día de hoy difiere mucho del Islam, por ejemplo", dice Schwerhoff. En el islamismo político, la blasfemia se considera un ataque a toda la comunidad musulmana, explica el historiador a Katolisch.de.
Como ejemplo, recordemos el caso de Asia Bibi, la mujer cristiana de Pakistán condenada a muerte en 2018 por presunta blasfemia. Cuando fue absuelta por falta de pruebas, se produjeron protestas masivas de grupos islámicos radicales en todo el país. Exigieron la ejecución de Bibi, quien, afortunadamente, fue absuelta tras un juicio de diez años y se le permitió salir del país.
La acusación de blasfemia como medio de represión política
Según Schwerhoff, en países islámicos como Indonesia o Pakistán, las acusaciones de blasfemia son especialmente graves porque allí el Islam está estrechamente vinculado al poder del Estado. La blasfemia se instrumentaliza a menudo para difamar a los adversarios políticos y estabilizar las estructuras de poder, afirma. “Aquí, la acusación de blasfemia es claramente también un medio de opresión política", dice el historiador.
En las últimas décadas, el fenómeno de la blasfemia casi se ha convertido en polvo, especialmente en las sociedades occidentales. La religión perdió importancia en general, las sociedades se volvieron más seculares. Pero cuando en 1989 el ayatolá iraní Jomeini publicó su sentencia de muerte contra el escritor Salman Rushdie por su libro Los versos satánicos, el discurso de la blasfemia experimentó un cierto renacer también en Europa, convirtiéndose, tal como advierte Schwerhoff,en un punto focal de un supuesto conflicto cultural entre Oriente y Occidente.