A Santa Águeda rogando… (y con el palo dando)

La fiesta de Santa Águeda, tal y como han recogido varios medios de comunicación, ha servido de excusa para algunos grupos para lanzar sus reivindicaciones y protestas, para nada ligados ni a la tradición popular, ni a la figura religiosa de la Santa, ni a sus diversos patronazgos asociados.


Así por ejemplo se recoge en el Diario de Noticias de Álava:
"Irakasle oro jaiki, ikasleak ere baiki, LOMCE legea baztertu eta gure hezkuntza eraiki", arrancaba junto al Gobierno Vasco la reivindicativa variación del cántico en honor a Santa Águeda, impulsada por el colectivo Gure Hezkuntza. También por la tarde, a partir de las 19:00 horas, y en otras localidades como Ayala o Agurain, familiares, escolares y alumnos acompasaron el estruendo de los palos al golpear en el suelo con los melódicos gritos en contra de la Ley educativa impuesta por José Ignacio Wert. Quién iba a decirle a la santa italiana que un día un ministro iba a robarle -por méritos propios- el protagonismo en su día. Igualmente, un grupo de “mozicas” se congregaba frente a la sede del PP poco antes de que la tarde se echara a dormir para unir esta fiesta con su protesta contra la nueva Ley del Aborto. Jaia bai...


Non solum sed etiam.


Es curioso, pero los mismos, o herederos ideológicos de los mismos, que durante tanto tiempo han criticado que la Iglesia cristianizase fiestas paganas, son ahora quienes politizan o instrumentalizan para su interés particular una fiesta popular de origen cristiano.

Si tan oportunista pudo ser la acción de la Iglesia en su momento, cuando, en aras de un proceso proselitista y absolutamente impositivo, decidió apropiarse de fiestas populares de origen pagano,… ¡uy, qué coincidencia!

No voy a anatematizar a quienes han visto la oportunidad de dejarse ver a cuenta de la fiesta de Santa Águeda, sin importarles un pimiento ni la santa, ni la tradición de su pueblo, ni nada, salvo su reivindicación personal. Estamos en un país (supuestamente) libre (en el que cada día amanecemos con un decreto, norma o bando municipal regulando comportamientos de sentido común que obliguen a pagar a justos por pecadores). Solo quiero apuntarles que para lograr que su gesto se convierta en tradición hay que hacerlo muy bien y lograr que dure muchos siglos.
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