¿Por qué visitará la edición número 60 de la Bienal de Venecia? Papa Francisco y el arte

Bienal de Venecia, pabellón de la Santa Sede
Bienal de Venecia, pabellón de la Santa Sede

"La elección fuerte y contracorriente de la Santa Sede ha sido instalar el Pabellón en el interior de la cárcel de mujeres de Giudecca, donde aterrizará el helicóptero papal a las 8 de la mañana del 28 de abril"

"La propuesta artística toma al pie de la letra las palabras de Francisco, cuando pide abrir los ojos a los últimos y "rechazados" de la sociedad"

"La elección de Francisco no es extemporánea, sino que está ligada a su personalísima visión del arte. De hecho, para Bergoglio, el arte siempre ha sido vida y discurso sobre la vida"

"Para Bergoglio, el arte plantea uno de los graves problemas de la fe: "imaginar" adecuadamente las verdades en las que creemos, ofrecer "la sustancia de lo que se espera, la evidencia de lo que no se ve", como dice la Carta a los Hebreos"

"Con mis ojos" es el título del pabellón de la Santa Sede en la Bienal de Arte de Venecia. El Vaticano está presente en el evento desde 2013, pero la edición número 60 será la primera que acoja a un Pontífice como visitante.

El Pabellón -promovido por el Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación de la Santa Sede, el cardenal José Tolentino de Mendonça, que es su Comisario- está comisariado por Chiara Parisi y Bruno Racine. Debe su título a la rica ambigüedad de la mirada. "Verdaderamente no te amo con mis ojos", escribió Shakespeare en uno de sus sonetos, que aquí resuena con el bíblico Libro de Job, que en cambio exulta: "¡Mis ojos te han visto!".

La comisaria del pabellón de la Santa Sede en la Bienal

Ver se niega primero en su importancia con respecto al corazón que ve más que los sentidos, luego se afirma porque sólo los sentidos certifican la presencia real. Un cruce entre insuficiencia y necesidad, en definitiva, hoy minado por la visión "tamizada" por los dispositivos digitales. ¿Sabemos todavía lo que es ver con los ojos?

La elección fuerte y contracorriente de la Santa Sede ha sido instalar el Pabellón en el interior de la cárcel de mujeres de Giudecca, donde aterrizará el helicóptero papal a las 8 de la mañana del 28 de abril. Y Francisco se encontrará con las presas porque serán ellas las que guíen a los visitantes hasta el Pabellón.

La propuesta artística toma al pie de la letra las palabras de Francisco, cuando pide abrir los ojos a los últimos y "rechazados" de la sociedad. Los ojos del cuidado requieren una visión "aumentada" -y en absoluto virtual-, no por dispositivos artificiales, sino por la atención y el corazón. De hecho, ya como arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio dijo que 'la mayor exclusión consiste en no ver siquiera a los excluidos'. Quien duerme en la calle, por ejemplo, "no es visto como persona, sino como parte de la suciedad y el abandono del paisaje urbano, de la basura". La ciudad humana, en cambio, "crece con la mirada que "ve" al otro".

Para Francisco, el artista ve 'con sus ojos mira y al mismo tiempo sueña, ve más profundo, profetiza, anuncia una manera diferente de ver y entender las cosas'. Le encanta, por ejemplo, el arte producido con materiales desechados, como el de Alejandro Marmo. El vínculo entre arte y compromiso civil, entre belleza y lucha contra el despilfarro, se hará patente este año en la Bienal de Venecia.

Calire Tabouret

Este es, pues, el mensaje que el Papa quiere dar con su presencia en la Bienal: el arte es la voz de los sueños y las angustias humanas. Y por eso actúa "como conciencia crítica de la sociedad". Las obras serán una invitación a los visitantes para que presten atención a esas realidades que tan a menudo quedan fuera del debate cultural. Participan ocho artistas: Maurizio Cattelan, Bintou Dembélé, Simone Fattal, Claire Fontaine, Sonia Gomes, Corita Kent, Marco Perego & Zoe Saldana, Claire Tabouret.

El Pabellón forma parte del espacio de la Bienal, comisariado por primera vez por un latinoamericano, el brasileño Adriano Pedrosa, cuyo tema general es "Extranjeros por todas partes", que sin duda toca la fibra sensible de Francesco: pensemos en las migraciones, la situación de los indígenas, las distintas diásporas.

La elección de Francisco no es extemporánea, sino que está ligada a su personalísima visión del arte. De hecho, para Bergoglio, el arte siempre ha sido vida y discurso sobre la vida: nunca ha creído en el lema esteticista de "el arte por el arte". El dominio del arte no es un mundo aparte, culto, erudito, cortesano y esencialmente 'burgués'. La suya es una visión radicalmente 'popular', y afecta también a la producción artística y a su fruición. El Papa es muy sensible al genio y a la creatividad, que para él no son excepciones, sino dimensiones de la vida ordinaria abordadas con energía e intensidad.

"¿Es importante la creatividad en la vida de una persona?", le pregunté en la primera entrevista que le hice en 2013 para La Civiltà Cattolica y revistas jesuitas de todo el mundo. Me respondió con una exclamación: '¡Es importantísima!'. Y me puso dos ejemplos: 'en pintura admiro a Caravaggio: sus lienzos me hablan. Pero también Chagall con su Crucifixión blanca...". Y continuó: Me encantan los artistas trágicos", citando varios ejemplos poéticos y narrativos.

Pasos de Semana Santa
Pasos de Semana Santa

Lo suyo no es pura atracción por la tragedia como género, sino un deseo de entrar en la condición humana también por la vía de la representación estética. No es lo trágico elitista y refinado lo que le llama la atención a Bergoglio, sino lo trágico "popular". Hasta tal punto que hace suya la definición de ópera "clásica" tomada de Cervantes: la ópera "clásica" es la que todo el mundo puede sentir de alguna manera como propia, no la de un pequeño grupo de refinados entendidos.

Su pasión por el neorrealismo se inscribe en esta visión del arte vinculado al pueblo: "el arte no es una cosa desarraigada: el arte viene del corazón del pueblo", dijo al inaugurar el museo etnológico "Anima Mundi". De ahí también el amor por el arte y la poesía amazónicos, y -más en general- la invitación a abrir nuevas perspectivas sobre las dinámicas sociales y artísticas, desafiando prejuicios, convenciones, así como la austeridad del concepto abstracto. Por eso es interesante observar cómo la dinámica popular de su estética es la misma que su visión pastoral.

Pero, en particular, para Bergoglio, el arte plantea uno de los graves problemas de la fe: "imaginar" adecuadamente las verdades en las que creemos, ofrecer "la sustancia de lo que se espera, la evidencia de lo que no se ve", como dice la Carta a los Hebreos. Necesitamos imágenes poderosas. Esta es una de las razones por las que, por ejemplo, le encantan las litografías surrealistas de Victor Delhez, que utilizó para sus tarjetas de felicitación de Pascua 2014.

Pero también por eso le encanta la "piedad popular", porque es una mina de oro de imágenes fuertes bien injertadas en el imaginario colectivo de un pueblo, que se expresan de un modo a menudo subversivo, capaz de recoger incluso los sueños que la vida ordinaria silencia o descarta. Bergoglio es radicalmente anticonoclasta, pero siempre consciente de la necesidad de una hermenéutica que no siempre es fácil, como le ocurrió en su caso con las obras de León Ferrari y Luis Espinal.

Víctor Delhez

La prueba del vínculo que siente entre la obra de arte y la visión de la vida la encontramos en aquella entrevista con las revistas de los jesuitas en la que Francisco subrayaba con fuerza que las formas de expresión de la verdad pueden ser variadas y discordantes, y que de hecho "el hombre cambia su manera de percibirse a sí mismo a lo largo del tiempo: una cosa es que un hombre se exprese esculpiendo la Nike de Samotracia, otra que lo haga Caravaggio, otra Chagall y otra Dalí".

El arte, por tanto, no es un simple "laboratorio" para experimentar dinámicas culturales y expresivas, sino parte integrante del flujo de la historia, expresión de la experiencia vivida, por eso Bergoglio ama al gran pintor flamenco Hans Memling, que realiza un "milagro de delicadeza" al representar a las personas. El arte está en el camino del hombre sobre la tierra, hoy abierto a un abismo. Y en él, desde el interior del patio central de la cárcel de la Giudecca, se eleva un mensaje conciso, un letrero de neón del dúo Claire Fontaine que brilla en la oscuridad: "Estamos contigo en la noche".

Hans Memling

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