"Necesidad de una nueva reflexión sobre los fundadores a partir de la crisis de los abusos" Fundadores y gobernantes en las nuevas comunidades y movimientos: ante la nueva reforma del Vaticano

Fundadores y gobernantes en las nuevas comunidades y movimientos
Fundadores y gobernantes en las nuevas comunidades y movimientos

"Si algo va quedando claro es que los casos de abusos sexuales, de autoridad, conciencia y aún espirituales se desarrollan amparados en el abuso de poder, desplegado bajo el paraguas de una estructura que lo permite y aún lo perpetua"

"Los mandatos ilimitados son señalados como causa de formas de apropiación del carisma, de personalismo, de centralización de funciones"

"La autoridad absoluta de los fundadores es ahora limitada por una evaluación por parte del Dicasterio de la oportunidad que continúen desarrollado su actividad de gobierno"

"La experiencia de la crisis de los abusos nos enseña que tanto la potestad del fundador, como la del líder o referente carismático, no pueden convertirse en autoridades privadas –cerradas sobre sí mismas– aun cuando sean justificadas espiritualmente por medio del recurso al carisma o a la gracia recibida de estado o de función"

La publicación del reciente Decreto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida sobre la necesidad de regular el gobierno en las Asociaciones de Fieles es un nuevo hito en un itinerario con una clara motivación pastoral: ayudar a las asociaciones que afrontan graves problemas para desarrollar una sana gobernanza y señalar una nueva política de vigilancia sobre aspectos puestos en cuestión por la crisis de los abusos que ha impactado a los nuevos movimientos y comunidades.

Si algo va quedando claro es que los casos de abusos sexuales, de autoridad, conciencia y aún espirituales se desarrollan amparados en el abuso de poder, desplegado bajo el paraguas de una estructura que lo permite y aún lo perpetua. No es de extrañar entonces que una de las primeras, aunque bastante demorada, intervención en los movimientos y comunidades que se encuentran bajo la órbita del Dicasterio para los Laicos sea sobre las formas de gobierno y el servicio de la autoridad.

Los múltiples hechos conocidos sobre graves dificultades en nuevas comunidades, y los que se mantienen aún fuera del conocimiento público, se originan en el mal ejercicio del gobierno y en la falta de límites a los mandatos del gobierno. Si un mal gobierno puede crear inevitablemente conflictos y tensiones que hieren la comunión, los mandatos ilimitados son señalados como causa de formas de apropiación del carisma, de personalismo, de centralización de funciones, así como expresiones de autorreferencialidad, que fácilmente conducen a graves violaciones de la dignidad y la libertad personales, e incluso a verdaderos abusos.

Movimientos eclesiales

En una lectura rápida podría comprenderse que el Dicasterio busca salvar el papel clave de los fundadores para que el carisma que han recibido encuentre un lugar adecuado en la Iglesia y sea acogido fielmente por los miembros. Sin embargo, una lectura atenta nos muestra que la necesidad de regular la duración de los mandatos y la posibilidad de ser re-elegidos en los cargos de gobierno incluye a los fundadores. Esta obligación de respetar la duración de los mandatos de gobierno es también para los fundadores, que podrán ser dispensados dada la importancia de su rol; sin embargo, esta excepción no es automática, sino que depende de la oportunidad “para el desarrollo y la estabilidad de la asociación o entidad, y si tal dispensa corresponde a la clara voluntad del órgano central de gobierno” de la asociación de fieles.

Como vemos entonces la autoridad carismática de los fundadores se distingue de su capacidad de gobierno por medio de este Decreto y su Nota explicativa. La autoridad absoluta de los fundadores es ahora limitada por una evaluación por parte del Dicasterio de la oportunidad que continúen desarrollado su actividad de gobierno; aún más, esta autoridad hasta ahora poco cuestionada es también restringida por la consulta a la “clara voluntad del órgano central de gobierno” de la comunidad o movimiento.

 Necesidad de una nueva reflexión sobre los fundadores a partir de la crisis de los abusos

El impacto de las denuncias de abusos sobre las nuevas realidades carismáticas y especialmente sobre fundadores, líderes carismáticos o figuras notables en la generación fundacional es una verdadera conmoción que, experimentada por las nuevas comunidades dentro de la convulsión generada por la crisis de los abusos en la Iglesia universal, moviliza a una seria y profunda reflexión para poder reconocer los componentes que favorecieron estas conductas deshonestas o impidieron su develamiento y castigo.

Marcial Maciel

La confrontación con los múltiples casos de fundadores o líderes carismáticos debe interrogar nuestra comprensión de los fundadores y genera, además, la posibilidad de iniciar un verdadero cambio de paradigmas en la eclesiología de los carismas.

Las figuras fundacionales de las nuevas comunidades y movimientos presentan un acento particular, surge un nuevo paradigma donde al carisma del fundador para plasmar y configurar una nueva comunidad en la Iglesia concurre la persona misma del iniciador como una entidad indisolublemente unida al carisma. El fundador, en general vivo y presente en el desarrollo de la nueva comunidad, cumple un papel medular como transmisor primario de la experiencia carismática, como referencia única donde confrontar la identidad de la organización con las necesidades de la evangelización y como factor de unidad de las distintas personas y actividades que componen la nueva familia espiritual.

Uno de las cuestiones a analizar, al introducir las nuevas comunidades en esta conversión a partir de la crisis de los abusos, es la acumulación de poder que existe en los líderes carismáticos en estas nuevas organizaciones, en algunos de ellos unida a la potestad sacerdotal. Así como en la reflexión sobre los abusos se comienza a indagar sobre el modo en que es concebido el sacerdote, también debe indagarse la manera en que es percibido el fundador como figura carismática en las nuevas comunidades.

El abuso de poder del fundador es análogo al abuso del poder del clérigo, pues ambos son figuras «pneumáticas», carismáticas, vocacionales. Las mismas prácticas de deferencia, beneplácito y reverencia inmerecida inherentes a la doctrina católica del sacerdocio se dan en la teología sobre los fundadores como figuras carismáticas.

Padre Kentenich

La tendencia a realzar la figura del fundador y la obra del Espíritu Santo en él se desarrolló respondiendo a la recepción de las exhortaciones del Vaticano II, mirando a figuras carismáticas distanciadas históricamente por cientos de años y con el objetivo de rescatar elementos que se habían perdido varias generaciones atrás. Posteriormente esa misma reflexión teológica sobre los fundadores y su carisma se aplicó acríticamente sobre las figuras fundacionales de las nuevas comunidades, suponiendo que el desarrollo de la obra fundada era suficiente indicativo de que «este fundador» sería un modelo de perfección evangélica como «aquellos fundadores» redescubiertos en el posconcilio.

La utilización de la reflexión teológica sobre el fundador sin observar el contexto y a-históricamente coadyuvó a construir una idealización carismática del líder comunitario. Otros factores se acumularon para conformar una situación proclive al abuso: la creación de relaciones de extrema dependencia fundador–discípulos fundamentada en una falsa concepción de la obediencia, la propuesta de una rigurosa conducta religiosa que prohibía y penaba toda forma de crítica, la falta de observancia de normas fundamentales de la tradición espiritual (separación entre el fuero interno y el fuero externo), hasta llegar a los abusos en el sacramento de la confesión.

El fundamento espiritual que se daba a la autoridad y al poder absoluto del líder carismático encuentra algunas razones, que luego son extendidas a otras áreas, en la concepción del santo fundador de la reflexión teológica posconciliar. El interés por la vida de los fundadores ofreció un discurso propicio que permitió explicar el lugar carismático del líder. Luego con una concepción de autoridad absoluta ya construida, el resto se logró evitando el desarrollo de los órganos de control y balance del poder, impidiendo el desarrollo de estructuras de gobierno claras, permitiendo límites jerárquicos ambiguos y fomentado mentalidades de «trinchera» que aíslan y desacreditan una comunicación abierta.

Fundador del Sodalicio

La necesidad de legitimar la autoridad del fundador, tanto en la definición de la identidad carismática de la nueva comunidad como en la organización institucional y funcional, encontró en la doctrina desarrollada por las congregaciones tradicionales un discurso potente para sustentar la figura altamente idealizada del líder. También permitió justificar la validez de las decisiones tomadas unilateralmente en la capacitación recibida por el Espíritu Santo a través del «carisma de fundador» recibido.

La experiencia de la crisis de los abusos nos enseña que tanto la potestad del fundador, como la del líder o referente carismático, no pueden convertirse en autoridades privadas –cerradas sobre sí mismas– aun cuando sean justificadas espiritualmente por medio del recurso al carisma o a la gracia recibida de estado o de función. Las contemporáneas reflexiones sobre la autoridad en las organizaciones de la dimensión carismática han asumido la necesidad de señalar el lugar erróneo conferido al fundador como único interprete de un carisma o considerar equivocadamente que la autoridad pneumática o gracia carismática habilita a sustraerse de las normas del derecho universal de la Iglesia.

 Es posible profundizar estos planteos en: http://teologiayvida.uc.cl/index.php/tyv/article/view/31449/24363 

Crucifijo

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