"Las motivaciones religiosas de estas fiestas han de someterse a revisión" La Iglesia no está para fiestas... y menos para las episcopales

La Iglesia no está para fiestas
La Iglesia no está para fiestas

"Las fiestas son la sal -pervivencia- de la vida. Ellas entintan de felicidad los calendarios de los pueblos e instituciones … También poseen pleno sentido en el contexto religioso. La fiesta es religión"

"Como las motivaciones religiosas prevalecen y definen la mayoría de las fiestas, han de someterse a revisión tomándoles el pulso sobre todo a los jóvenes, que son y serán sus protagonistas y continuadores"

"En esta ocasión pongo el acento en un cúmulo festivo, la mayoría de ellos privilegiados con la retrasmisión por las respectivas cadenas de televisión, normalmente capitaneadas por LA TRECE"

"En reciente celebración litúrgica de signo arzobispal y metropolitano, se contabilizaron 48 señores mitrados 'acoliteando' y sirviéndole de retablo al 'entronizado', con lo que, de religión y liturgia, nada de nada"

"¿Exageración alguna en el diagnóstico cívico- eligioso aquí y ahora así formulado?"

"Es posible que no. El día en el que redacto estas consideraciones – 29 de julio (a.2021)- coinciden estos dolorosos “misterios” rezados por los medios de comunicación, referentes a la institución eclesiástica"

Los términos académicos de “fiesta, festejos, festeros, festivales, fiestones, celebraciones de acontecimientos, conjunto de actos organizados apara la diversión del público, con cercanas resonancias a “fausto” –“feliz o afortunado”- , son otros tantos centinelas atentos y vigilantes de que la convivencia entre los seres humanos resulta ser lo más reconfortante y llevadera posible. Las fiestas son la sal -pervivencia- de la vida. Ellas entintan de felicidad los calendarios de los pueblos e instituciones. “Ir”, “estar” o contribuir a que de tales calendarios no se tachen los días de fiestas, es tarea laboral, profesional y cívica, intangible.

También, y de modo eminente, las fiestas poseen pleno sentido en el contexto religioso. La fiesta es religión. Y lo es no solo en ámbitos, con formas y fórmulas litúrgicas, pastorales y teológicas., sino también familiares, sociales, cívicas, convivenciales y, en resumen, culturales.

Como las motivaciones religiosas prevalecen y definen la mayoría de las fiestas, hasta proporcionarles nombres y contenidos, estas -las fiestas- han de someterse a revisión, con la frecuencia que las circunstancias de lugar y de tiempo así lo demanden, tomándoles el pulso sobre todo a los jóvenes, que son y serán sus protagonistas y continuadores.

Una reforma tan elemental y profunda como la que precisa actualmente la Iglesia y en la que está comprometido el papa Francisco, que no comenzara y llevara a feliz término hasta sus penúltimas consecuencias evangélicas y evangelizadoras, sin cabida primordial para su reforma, sería abstracta, inútil y hasta contraproducente, por mucho y muy bien que siguieran repiqueteando las campanas para su convocación.

En esta ocasión pongo el acento en un cúmulo festivo, la mayoría de ellos privilegiados con la retrasmisión por las respectivas cadenas de televisión, normalmente capitaneadas por LA TRECE, relacionados con las “tomas de posesión” o “entronizaciones “ (¿?) de unos obispos que suplen a otros, a consecuencia de sus dimisiones o ascensos, por establecerlo así el Código de Derecho Canónico. Las fiestas no solo religiosas, sino cívicas sociales y hasta políticas, definen, inspiran y hasta justifican gastos, gestos, gustos y tiempo dedicados a la organización y realización de las mismas.

Tales hechos, con categoría de acontecimientos litúrgicos, “predicadores” de la verdad contenida en los Evangelios, superan con creces la parafernalia de actos similares civiles, cívicos o sociales al uso, en el marco de la común convivencia entre los humanos.

En reciente celebración litúrgica de signo arzobispal y metropolitano, se contabilizaron 48 señores mitrados “acoliteando” y sirviéndole de retablo al “entronizado”, con lo que, de religión y liturgia, nada de nada, aunque mucho -todo- de función y acontecimiento.

Realmente la Iglesia no está hoy para fiestas. Y menos para tales festejos, en los que exhiben colores y colorines, ornamentos sagrados, símbolos plagados de joyas y paganerías, homilías rituales sin sentido, y aureoladas la mayoría de ellas de lugares comunes, de agradecimientos inocuos y de actos de humildad personal hueros y soberbiosos. Tales festejos litúrgicos o para- litúrgicos reclaman otro tratamiento, en el que se jubilen a perpetuidad los colores brillantes purpúreos y las nubes “personales” de incienso para celebrantes y con-celebrantes…

¿Exageración alguna en el diagnóstico cívico- eligioso aquí y ahora así formulado?

Es posible que no. El día en el que redacto estas consideraciones – 29 de julio (a.2021)- coinciden estos dolorosos “misterios” rezados por los medios de comunicación, referentes a la institución eclesiástica:

1)El Cardenal Ángelo Becciu - que fuera el número tres en la institución eclesiástica, está sometido a procedimiento judicial, culpable de “extorsiones, fraudes y abusos de funciones”…

2) El Tribunal Supremo de España declara ilegal el despido de una profesora de Religión, por haberse divorciado.

3)Un sacerdote de Talavera de la Reina, de la archidiócesis Primada de Toledo, es condenado a ocho años de cárcel, por abusar de una menor.

4) La Congregación de Hermanos Maristas pide públicamente perdón por similares abusos registrados en sus propios colegios.

5)En EE.UU. se inicia un proceso para juzgar al ex Cardenal McCrrick, ex Prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos, por pederastia y por “consentidor de pertenencia y defensa de la Iglesia que calla” ante los abusos de los que tenía plena referencia.

6) Una agencia de viajes programa una ruta de visitas a los palacios episcopales en los que residen los obispos de España.

7)Escándalo entre los católicos por haber defendido “en público“ el padre jesuita Janes Martín que “ser homosexual no es pecado”.

8)En Jerusalén, todas las Comunidades Religiosas viven de espaldas, unas de otras.

9) Se descubre que en el testamento del rey Felipe II consta una “manda” de 70,000 misas en sufragio de su alma…

Todas estas noticias están fechadas en un solo día, y su referencia en el Cantoral no es propia del “Te Deum” de acción de gracias, sino del “Miserere mei, Deus”, del dolor, del arrepentimiento y de la reparación y propósito de enmienda….

La Iglesia no está para fiestas. Y menos, para las episcopales, con cuya figura ella -la Iglesia- se ha identificado y se identifica casi en exclusiva y sin que cuente para nada -casi nada- el resto del pueblo, es decir, laicos y “laicas”.

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