Jairo del Agua Un Jeremías de pacotilla en la barca de Pedro

(Jairo del Agua).- No solo es que me haya despellejado vivo un "buen católico" en un Grupo que yo creía "profundo y avanzado". Es que, además, los dos sacerdotes responsables no supieron o no quisieron mover un dedo para moderar el ataque.

Tragué saliva, humillación y difamación sin rechistar. No me salió otra cosa. Después lloré, no por mí sino por mi Iglesia.

A la semana siguiente alguien se quejó del "espectáculo" y afirmó que no era propio de un Grupo con un mínimo espíritu cristiano. Nadie le corroboró. Pero me dieron la oportunidad de hablar e hice la siguiente reflexión:

Hay católicos que defienden con uñas y dientes las piedras de la Catedral o del Vaticano. Es decir, la estructura, la Iglesia abstracta, el concepto de institución. Pero no tienen el menor reparo en agredir a miembros concretos del Pueblo de Dios, las "piedras vivas". Esta conducta, aún de buena fe, es tremendamente nociva y por desgracia muy frecuente. El Señor no nos dijo que defendiéramos ninguna estructura. Más bien dijo: "Amaos unos a otros como yo os he amado" (Jn 15,12). Y en otro pasaje: "Cuando lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis" (Mt 25,40).

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