Para el pueblo, El Papa Francisco es tan bueno como un abuelo 'Lolo Kiko' bendice con su sola presencia a Filipinas

(Macario Ofilada, Manila).- Ahora en Filipinas le llaman Lolo Kiko o abuelo Kiko. Un apelativo muy cariñoso sobre todo si se aplica a los curas. En la historia reciente de la iglesia filipina, el único obispo filipino llamado por el abuelo Lolo es el Arzobispo Emérito de Manila, el Cardenal Gaudencio Rosales, conocido también por Dency o Lolo Dency.

Ni siquiera los papas que habían visitado estas islas fueron llamados Lolo. Sólo Francisco. El pueblo lo percibe como cercano, tan bueno como un abuelo. En 1995 algunos jóvenes se atrevieron a llamar a Juan Pablo II Lolek lo cual no le gustó del todo al papa polaco, pues para él era el apelativo de un joven y no es un tratamiento serio o respetuoso.

No creo que le importe a Francisco el apelativo de Lolo quien había calificado de necesaria su visita a este archipiélago surasiático. Los filipinos sí le tenemos respeto y cariño. Además los jóvenes, en el sentido físico y también psicológico, son los que emplean el apelativo de Lolo, lo cual significa que Francisco o Kiko tiene garra entre la juventud filipina.

Nada más salir del avión, que aterrizó en la ciudad filipina de Pasay de noche, se le voló el solideo. Respondió con una sonrisa. Le había precedido al ciclón Francisco la tromenta Mekkhala llamada Amang en este país, que también es otro apelativo para un hombre mayor pero esta vez significa más bien padre.

Aquel viento fuerte fue el primer saludo de Filipinas al ciclón Francisco que trajo la tormenta primaveral del mensaje de Jesucristo que sacudirá los cimientos de nuestra noción de autoseguridad. Lloverá (y de hecho está lloviendo en Manila ahora mismo) durante la visita del ciclón Francisco que viene a Filipinas sobre todo por los pobres y por los damnificados por el supertifón Haiyan o Yolanda.
En Sri Lanka, el jesuita Lombardi había dicho que el papa no tiene miedo a la lluvia. Es cierto que el ciclón Francisco tiene más poder, un poder espiritual que viene de su vínculo con Jesucristo y de la comunión de la iglesia.

Tras su llegada ayer, 15 de enero, por la noche, Francisco se fue derechito a la Nunciatura en la Avenida Taft del Barrio de Malate en Manila, que en tiempos de la ocupación estadounidense era el lugar de residencia de la jet manileña pero ahora en estado de deterioración. En este mismo edificio, se habían hospedado tanto Pablo VI en 1970 como Juan Pablo II en 1981 y 1995.

Dicen los medios de comunicación que Francisco quedó impresionado por la bienvenida apoteósica. Cualquier persona que hubiera visto por televisión o en persona la bienvenida brindada por el pueblo filipino al Vicario de Cristo diría lo mismo.

Es de lamentar que Francisco no hubiera visto varios espectáculos protagonizados sobre todo por niños en su ruta hacia la Nunciatura. Tampoco vio una protesta de gente cubierta de barro, representantes de los damnificados por el Tifón Yolanda. Querían que el papa se diera cuenta de que los políticos fastidiaron la rehabilitación de su tierra y la llegada del socorro en aquellos tiempos calamitosos. Pero ciertamente el papa verá muchos espectáculos en este país caracterizado por simulacros, fiestas y manifestaciones externas de fe y adhesión.

En el segundo día de su visita, hoy 16 de enero, Francisco, al parecer muy bien informado, hizo un llamamiento contra de la corrupción en el palacio presidencial de Malacañang en presencia del presidente acutal de Filipnas. Ahí en 1981, Juan Pablo II había hecho un llamamiento en pro de los derechos humanos en presencia del entonces dictador Marcos. Francisco también hizo un llamamiento a la sencillez insistiendo que no se confeccionaran una nueva casulla y un nuevo cáliz para sus misas. Optó por utilizar los que habían utilizado Juan Pablo II. Continuidad y sencillez. Así ha de vivirse el lema o tema de esta visita papal: Misericordia y Compasión que son estribillos para toda la vida.

Ahora mismo, Francisco está descansando en la Nunciatura tras la recepción en el Palacio Presidencial y la misa en la Catedral Basílica de Manila a la que sólo habían sido invitados los obispos, presbíteros y religiosos. ¿Oler a oveja? Espero que éstos invitados exclusivos empiecen a oler más a sus rebaños, pues la iglesia de Filipinas sigue siendo una de invitaciones, de exclusividad, de excluir a la masas a quienes los pastores y políticos utilizan para los propios fines. En los días próximos, tendremos más ocasión de reflexionar sobre el mensaje de este anciano venerable a quienes mis compasianos, con espíritu juvenil y a la vez infantil, llaman Lolo Kiko.

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