Jesús Martín Tapias: una brisa de vida en mi vida

Jesús Martín Tapias, Chuchi para sus amigos, nos dejó el pasado 30 de octubre, al no poder superar un cáncer de colon que le diagnosticaron hace año y medio.
Tenía solo 57 años y era un hombre vitalista, repleto siempre de cordialidad, ternura, cercanía, amistad sincera. Se preocupaba por ti, por tu familia, por nuestros amigos. Su conversación y su abrazo eran siempre cordiales, atentos, sinceros. Y su sonrisa constante, como diciéndote: estoy contento de estar contigo, ahora mismo, aquí.
A Chuchi le conocíamos desde jovencitos de nuestro barrio de Canillejas. Pertenecía a la Charanga del barrio (La Puñetera), participaba en la Asociación de Vecinos y en múltiples reivindicaciones sociales y políticas. También se comprometió con nosotros en un Centro de Adultos que ayudó, desde la transición hasta bien entrados los años 90, a alfabetizar y facilitar el Graduado escolar a centenares de personas adultas del barrio.
Chuchi era periodista. Empezó a trabajar en Antena 3 y continuó en TVE, RNE, para terminar colaborando con El Plural y en la redacción de El Intermedio. Estuvo como corresponsal en Londres y siguió sobre el terreno distintos conflictos armados: la Guerra del Golfo, Bosnia, Irak… Como gran profesional que era, analizaba las noticias a fondo, pues para él no existía el blanco o el negro, sino los matices intermedios u ocultos, que podían esclarecer la verdad. Vivía del periodismo, pero no era un periodista a sueldo y esto le pasó factura, porque nunca se dejó comprar por los intereses de las distintas empresas periodísticas en las que trabajó.
Este pasado lunes, 13 de noviembre, se le hizo un homenaje en La Ciudad de la Imagen de Madrid. La sala se desbordó de gente. Allí estaban compañeros y compañeras de trabajo, amigos y amigas, familiares, entre los que destacaban Miguela, su mujer, sus dos hijas, Julia y Lucía y su hermana Fuencis. Los testimonios de sus hijas, sobre su relación con él, cómo afrontaron la enfermedad los cuatro juntos, lo que estaban descubriendo de su vida personal y profesional, nos dejó a todos conmovidos y admirados. Otros compañeros periodistas ofrecieron detalles de su vida con ellos, recalcando su amistad, su compañerismo, su profesionalidad y, sobre todo, su profundo cariño y humanidad. Chuchi tenía una enorme necesidad de cariño, que no se guardaba para él, sino que lo compartía a su vez a raudales.
En este mismo acto se presentó su obra póstuma, que recibió en su casa días antes de fallecer: el libro Mi maratón contra el cáncer (Arzalia Ediciones). Porque no he dicho aún que Chuchi siempre fue un gran deportista y, sobre todo, corredor de maratón. En el libro quiso dejar su testamento vital, el intento de superar el cáncer, día a día, kilómetro a kilómetro, momento a momento, hasta el final.
En esta obra compara el esfuerzo que supone una prueba de más de 42 kilómetros, con el duro, problemático e incierto camino que debe recorrer un enfermo de cáncer. Pero, como no podía ser de otra manera, el autor del libro imprimió un importante aspecto de denuncia: en su investigación, Chuchi descubrió que una sencilla prueba preventiva podría haberle salvado la vida. Analizando datos de la Asociación Española Contra el Cáncer, Jesús descubrió que, de los 41.000 casos de cáncer de colon que se diagnostican cada año en nuestro país, el 90%, pueden evitarse con un simple análisis previo de heces. 41 personas mueren cada día en España al no hacerse preventivamente esta prueba.
Aunque está aprobada su aplicación en todo el territorio nacional, solo el País Vasco, Navarra, La Rioja y la Comunidad Valenciana lo han implementado ya. Madrid seguramente lo lleve a cabo en breve plazo. Este será el último servicio de Jesús a la sociedad, el dar un fuerte espaldarazo para que se implante en todas las Comunidades y en el menor plazo posible, salvando así la vida de miles de personas.
Los seres humanos somos muchas veces frágiles, olvidadizos, quejicas, superficiales. Pasamos por la vida sin detenernos, sin prestar atención a lo esencial… hasta que lo perdemos. Eso es lo que siento hoy con la pérdida de mi querido amigo Chuchi. Me hubiera gustado haber hablado más con él, en profundidad, de su trabajo, de su familia, de su vida, del periodismo y los problemas sociales, de los maratones que hacía, de nuestras amistades conjuntas...
En el acto de presentación de su libro, que sirvió de homenaje a su gran persona, tanto sus hijas como algún compañero suyo comentó que sentían que, a pesar de la rabia por la muerte de Jesús (pues se podía haber evitado con una prueba insignificante), de alguna forma le sentían vivo, palpitando en cada persona de las que estábamos allí, en los recuerdos tan vivos que nos dejó, en sus hijas y su mujer, en su libro, como denuncia, testimonio y vida para mucha gente en el futuro.
Jesús, Chuchi, ha sido como una brisa llena de vida, ternura, alegría y afecto en nosotros. Solo ahora lo percibimos. Ahora nos damos cuenta. Jesús nos invita hoy, con su ejemplo, a seguir viviendo intensamente, momento a momento, gozando de la vida, ayudando a los demás, preocupándonos y encargándonos de lo que pasa a nuestro alrededor. Su hija Lucía nos pedía que viviéramos lo que su padre ha escrito en el libro, para ser felices siendo mejores personas.
Querido amigo, te has ido demasiado pronto. Pero quiero agradecer profundamente el haberte conocido, el haberme contado entre tus amigos. La vida ya es, desde hoy, diferente. Gracias a ti.
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