EDITORIAL
Sin duda votar es un deber y un derecho que todo ciudadano mayor de edad puede y tiene que ejercer, pero especialmente el cristiano si aplica “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Y el voto hay que darlo al César. Aunque sea en blanco si fuese el caso, que es una manera de votar.
Quizás lo más complejo es superar aquello de “los míos”. No nos referimos a traicionar ideales, sino justo al contrario: que los ideales existan y no se traicionen por fidelidad a unas siglas. Que las siglas –al fin y al cabo- siglas son.
Habitualmente la mayoría de los ciudadanos votan de corazón o de oido. De corazón, por simpatía o –muy a menudo- por antipatía a un partido, o a unos políticos. Dicen que en España, más que votar a alguien, se vota contra alguien.
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Editorial Elecciones: votemos sabiamente de Protestante Digital.