"NI la ordenación sacerdotal de varones ni el celibato obligatorio proceden de Jesús" Eunucos por el Reino de los Cielos: La nueva masculinidad del cristianismo

Celibato
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"La ordenación sacerdotal es muy tardía, se necesitaron algo más de tres siglos para llegar a ella. Y el celibato obligatorio no se impuso hasta bien entrada la Edad Media"

"Los varones deben hacerse eunucos sociales para acceder al espacio que abre el evangelio de Jesús entre los hombres; deben renunciar a su posición de dominio en el espacio familiar para ser compañeros en la construcción de una realidad alternativa radical, como es el Reino de Dios"

La imagen clerical del sacerdocio incluye, entre otras extravagancias exegéticas, atribuir al propio Jesús tanto la ordenación sacerdotal de varones como el celibato obligatorio de los mismos. Ni lo uno ni lo otro proceden de Jesús, ni siquiera de las primeras estructuras eclesiales de las que tenemos constancia.

La ordenación sacerdotal es muy tardía, se necesitaron algo más de tres siglos para llegar a ella. Y el celibato obligatorio no se impuso hasta bien entrada la Edad Media. La imagen de Iglesia que tenemos hoy está distorsionada por varios siglos de construir una realidad ajena a lo que podemos leer en los evangelios y que la exégesis de los últimos sesenta años nos ha demostrado.

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De lo que habla Jesús según el evangelio de Mateo (19, 12) es de una realidad muy distinta al celibato de un orden sagrado de varones. Jesús es interpelado por los fariseos acerca de la licitud de que un varón repudie a su esposa, no se trata del divorcio, pues la mujer no tenía esa potestad, solo es el varón quien puede repudiar a la esposa por unos motivos tasados. La respuesta de Jesús les fastidia bastante porque saca la cuestión del marco de la ley y la instala en la voluntad de Dios que es que los seres humanos vivan en relaciones de amor, justicia y misericordia, también en el matrimonio.

El problema central aquí es que el matrimonio era el modo mediante el cual el varón aseguraba su prole mediante el dominio exclusivo sobre la esposa, ejerciendo un poder absoluto sobre ella, como lo ejercía sobre todos los que habitaban su casa, de exclusiva propiedad suya. Jesús les dice que aunque la ley de Moisés permite el repudio, la voluntad de Dios no es esa y no le está permitido a un varón repudiar a su mujer.

Si un varón repudia a su esposa, esta queda en situación de indigencia, a no ser que otro varón, su padre o algún hermano, la acoja bajo su protección. Lo más probable es que una mujer repudiada acabara en la mendicidad o prostitución. Las palabras de Jesús no van contra el divorcio, como habitualmente se enseña, sino contra el poder del varón para someter a la esposa mediante el miedo al repudio.

Eunucos

Lo más interesante del texto de Mateo es que justo al acabar la disputa con los fariseos son los propios discípulos los que muestran su malestar: “si tal es la condición del hombre con la mujer, más vale no casarse”, se quejan. Es decir, yo me caso para tener una sirvienta, si lo que tengo es una igual con la que compartir mi vida en plenitud, no me interesa.

Las palabras de Jesús han calado hondo y han hecho daño en la mentalidad patriarcal y machista de sus discípulos, por eso les expresa la necesidad de abandonar esa mentalidad: “hay eunucos que se han hecho tales por el Reino de los cielos”. En otras palabras, los varones deben hacerse eunucos sociales para acceder al espacio que abre el evangelio de Jesús entre los hombres; deben renunciar a su posición de dominio en el espacio familiar para ser compañeros en la construcción de una realidad alternativa radical, como es el Reino de Dios.

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Celibato Agustín de la Torre

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