El órgano de la catedral

Tal como explicó Mons. Miquel Barbarà, Maestro de Capilla de nuestro primer templo, el órgano ha experimentado un complejo y delicado trabajo de construcción en un taller especializado de Holanda, y ya se ha montado en el lugar que siempre ha ocupado, con su fachada del siglo XVI, bellísima, de 23 metros de altura, también restaurada, que constituye una de las importantes obras de arte que posee nuestra Catedral. En estos años han sido varias las restauraciones de órganos realizadas. Recuerdo algunas en las que fui llamado para bendecirlas o asistir a un concierto inaugural, como las de Vallmoll y La Pobla de Mafumet. En esas ocasiones, y ahora con la de la Catedral, me ha venido a la memoria el valor que concedió a este instrumento musical el Concilio Vaticano II en su Constitución sobre la Santa Liturgia, donde se dice: “Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias de la Iglesia y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales”.
En efecto, cuando estamos en el ámbito de lo divino, las palabras se nos hacen insuficientes para expresar la grandeza y profundidad de nuestra adoración; la música viene entonces en nuestra ayuda, no como algo tangencial a la liturgia, sino formando parte de ella. Ciertamente, en edificios como nuestras catedrales hay otros elementos artísticos que elevan nuestro espíritu contemplativo, como la arquitectura, la escultura, la pintura, los vitrales… pero la música refuerza la acción litúrgica con su lenguaje propio, que da resonancia a la plenitud de los sentimientos humanos, desde la alegría a la tristeza, desde la alabanza a la lamentación, y, sobre todo, a la fe.
Así lo expresaba Benedicto XVI en su viaje a Ratisbona, donde tuvo ocasión de bendecir la restauración de su antiguo órgano, el que tantas veces tocara su hermano Georg. Y así lo veo yo, cuando, en ocasión semejante, contemplo este instrumento litúrgico. La restauración ha implicado un esfuerzo notable de los correspondientes organismos internos de la Iglesia implicados en el proyecto, pero no hubiera sido posible sin la colaboración valiosa de las instituciones autonómicas, provinciales y locales que la han hecho posible. Se han implicado sabiendo que su dimensión religiosa va acompañada de manera indisoluble de una dimensión cultural. El órgano es una joya de toda Tarragona.
Cuando ya resuenan sus variadísimos sonidos en la Catedral, me complace invitar a todo el pueblo a participar de las ceremonias litúrgicas y poder saborearlo. Estoy convencido de que no sólo será un instrumento musical muy mejorado, sino ocasión de una mejor relación de todos nosotros con Dios, una fuente de esta paz espiritual que tanto necesitamos y un encuentro con la Verdad a través de la belleza.
† Jaume Pujol Balcells
Arzobispo metropolitano de Tarragona y Primado