¿Cáritas, sí, Iglesia, no?

El último reconocimiento civil ha sido el de Amancio Ortega, que acaba de donarle 20 millones de euros, casi el montante que recibe anualmente Cáritas de todos los empresarios juntos. Todo un "pelotazo". Ganado a pulso. El dueño de Inditex se lo da a Cáritas porque le ofrece credibilidad. Y, de esta manera, reconoce de facto la autoridad moral con la que cuenta ante la opinión pública la institución eclesial. Y ante la publicada. En su última rueda de prensa había más cámaras televisivas y más periodistas que en las convocatorias de la Conferencia episcopal española.
Con un tándem de lujo en su cúpula. Tanto el presidente Rafael Del Río, como el secretario general,Sebastián Mora, son dos laicos comprometidos, que comunican con verdad, dulzura, claridad y sencillez. Apoyados por Marisa Salazar y Angel Arriví, la política comunicativa de Cáritas funciona como la seda. Aquí nunca hay temas acotados ni preguntas sin contestar ni desaires a los profesionales. Al contrario, se nos valora y se nos mima. Y eso le sale rentable a la institución.
La propia Iglesia, que conoce mejor que nadie la labor de Cáritas, acaba de premiarla también con el Premio Bravo.
Cáritas es la Iglesia y la Iglesia es Cáritas. Se hartaron de repetirlo el presidente, el secretario general y el obispo responsable de Cáritas, monseñor Milián, en la última rueda de prensa. Por no por mucho reiterarlo, el hecho llega a la opinión pública.
La jerarquía de la Iglesia tendría que preguntarse por qué no se identifica a la Iglesia católica con Cáritas. Y no es por falta de identidad católica de la organización, que presume, y con razón, de su catolicidad a machamartillo.
Porque el caso es que la gente separa a Cáritas de la jerarquía. Más aún, no le gusta que la jerarquía se esconda detrás de Cáritas, para tranquilizar su conciencia samaritana. En el fondo, la gente cree que los obispos (individual y colectivamente) pueden y deberían hacer más para paliar los efectos de la crisis y denunciar a sus causantes.
Muchos obispos suelen decir que ya lo están haciendo. Incluso con gestos concretos. Algunos de los cuales me constan personalmente. Luego, si lo están haciendo y la sociedad no lo percibe, es que la jerarquía y, por ende, la Iglesia española tiene un tremendo problema de comunicación. O no comunica o comunica mal. Sus expertos mediáticos tendrían que estrujarse las meninges para intentar solucionar este cliché mediático. ¿Cómo? Con humildad, con gestos, con testimonios. Y explorando nuevos caminos. Que miren, también en eso, hacia Cáritas.
José Manuel Vidal