López Quintana, el tapado de Rouco

Todos esos roces podrían desembocar en un auténtico choque de trenes a la hora de elegir al sucesor de Cañizares en Toledo. El arzobispo saliente quiere hacer valer su peso y su conocimiento de la archidiócesis. Y está apostando a fondo por monseñor Ureña, el actual arzobispo de Zaragoza. Cañizares quiere a uno de los suyos para sucederlo y reivindica que se aplique en el caso de Toledo el mismo criterio que se aplicó en Valencia. Si Osoro desembocó en la ciudad del Turia a propuesta de García-Gasco, ¿por qué a Toledo no va a ir el que proponga Cañizares?
Dicen, además que Cañizares aseguró a sus fieles que, en esta ocasión, no está dispuesto a ceder ante Rouco: “Esta vez no me voy a dar por vencido. Voy a dar la batalla por Toledo”.
Rouco, por su parte, prefiere a alguien de su “cordada”. Y de su confianza total. Y Ureña no entra en esas coordenadas. Por eso, el cardenal de Madrid está promoviendo para Toledo a uno de los suyos. El primero, entre sus preferidos, es Pedro López Quintana, actual Nuncio en la India y hombre de su máxima confianza y de su círculo más restringido. Un círculo del que también forman parte Luis Quinteiro, el obispo de Orense, Francisco Javier Froján, que trabaja en asuntos generales de la Secretaría de Estado, y, por supuesto, Alfonso Carrasco Rouco, obispo de Lugo y sobrino del cardenal.
López Quintana, que llegó a ser el número cuatro de la Santa Sede en tiempos de Juan Pablo II, ya figuró en la terna para arzobispo-coadjutor de Sevilla. Y, por lo que cuentan, iba en el puesto número uno de esa terna, que, por lo que se ve, desbarató el cardenal Amigo. No salió, pues, en Sevilla, pero puede salir en Toledo, Zaragoza u Oviedo. Lo que está claro es que, en estos momentos, es el “tapado” por excelencia del cardenal Rouco Varela. Y que, con ese padrino, no tardará en volver a España.
La lucha entre Ureña-Cañizares y Rouco-López Quintana podría terminar en tablas. Y entonces, ganaría muchos enteros en la bolsa de los nombramientos la candidatura del actual arzobispo de Santiago, Julián Barrio. Un prelado moderado, cercano a Rouco pero, a la vez, independiente, con excelente cartel en su diócesis y muy bien considerado tanto en Roma como entre los prelado españoles, que ponderan su preparación, su experiencia, su profunda espiritualidad y su humildad. No es de los carreristas en absoluto.
Sea lo que fuere, en Toledo se juega algo más que el nombramiento de un arzobispo Primado. Se juega la cuota de poder de los dos cardenales antes amigos y ahora distanciados. Si sale el candidato de Rouco, es que éste sigue teniendo la vara alta tanto en España como en Roma. Si sale el de Cañizares, es que “el pequeño Ratzinger” se hace fuerte en Roma y está dispuesto a actuar de contrapeso a Rouco. Y si el elegido es un candidato de consenso, es que Rouco y Cañizares estarían empatados. Aunque un empate, en este caso, favorecería a Cañizares, que viene de más abajo y tiene más tiempo para seguir subiendo. No tardaremos en saber cómo termina este partido púrpura.
José Manuel Vidal