Avanzar siguiendo a Jesús

Dios nos llama por los senderos de la oración. Caminar hacia Él, ganando nuevas etapas va a ser nuestro ideal cada día. Sí: es la única manera de progresar en el amor a Dios y a nuestros semejantes. Pero es imprescindible - la experiencia de una muy larga época de tibieza me lo demuestra- acompañar la oración con los pequeños sacrificios tanto voluntarios como aceptados (los que nos manda la Providencia). El dolor físico, las humillaciones, las privación de sencillos caprichos.
Si no avanzamos a la vez que en la oración, en el pequeño sacrificio, poco a poco caemos en la tibieza, nos estancamos e incluso se llega a aborrecer la oración. Por el contrario, la mortificación, unida a la oración, aumenta el fervor, nos va ayudando a vivir durante el día en una continua presencia de Dios, nos da esa felicidad tan difícil de conquistar en esta vida.
Leía ya hace tiempo en el Padre Nieto: - Quien desee avanzar en la vida interior e incluso ser feliz ha de tener solucionado el problema del dolor. La única manera de solucionarlo es aceptarlo, desearlo, vivirlo con Cristo en la cruz. Así piensan los santos. A mi entender el premio de todo esto es la progresiva disponibilidad para la causa de Dios, el aumento en el amor a Dios y de Dios, el celo por su gloria, la eficacia en las obras de apostolado.
¿Te fijas? Desde hace ya varios años nuestro ideal es avanzar por los caminos de la vida interior. Jesús nos perdona sin cesar. El nos purifica, nos estimula a hacer nuevos esfuerzos y a realizar nuevos progresos en el amor. Este es el trabajo; luego brillará con gran viveza la luz de Cristo en el alma para que conozca las divinas perfecciones y la propia nada y se estreche con El con toda el alma. Cuando vivimos así, nos recreamos, oramos, sabiendo que poseemos a Jesús y que somos amados de El.
Seguir a Jesús
Simplemente para comenzar el camino de la vida interior, es necesario tomar la cruz y seguir a Jesús. Desasirse de todo género de contentos, como quería santa Teresa de Jesús. Porque "ya no somos nuestros sino suyos"; dejamos de pertenecernos. Y en este sentido de cosas no podemos servir ya a dos señores: nuestro cuerpo - capricho y el Señor.
A mí no me cuesta entender esto. Y creo que ya es un paso muy importante para lanzarse por el buen camino. Me cuesta practicarlo. No sé si te sucederá algo parecido. Quisiera ayudarnos mutuamente en este sentido. Porque caminar por la senda de la oración (no somos tan principiantes), y buscar en todo o en casi todo satisfacciones personales, es la manera de andar con pasos de hormiga o de babosa.
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