1.- Unirme al sacerdocio de Jesús. Cristo sumo y eterno Sacerdote; en Él se identifica sacerdote y víctima; lo mismo en el Calvario, que ahora sobre nuestros altares.
3.- Jesús, sumo Sacerdote, unido al Padre en total reverencia y adoración. ¡Padre de inmensa majestad! Padre, abismo de todas las perfecciones. .- Me uno, yo, sacerdote, al sumo Sacerdote, Cristo.
3.- Me uno a su entrega al Padre y a su adoración, me uno a su reparación, ofrezco la Víctima del altar y me ofrezco yo mismo a Él, para ser también víctima con Él: que todas mis acciones, pensamientos y toda mi vida, esté unida al Hijo, a Jesús sacerdote.
4.- Se abre mi mirada al Padre, como se abría la de su Hijo, nuestro Jesús. .- Jesús, víctima, estaba destinado a la cruz para alcanzar la remisión de los pecados; cargado con nuestros pecados, aceptó todo. Sepa yo, Señor, aceptar también todo.
5.- Abrumado por el peso de nuestras iniquidades, triturado por nuestros delitos, hecho obediente hasta la muerte y muerte de cruz.
6.- Me entrego a Ti, Dios Padre, me entrego a Ti, Dios Hijo, me entrego a Ti, Dios Espíritu Santo.
Puedes ver página web de espiritualidad http://personales.jet.es/mistica