Silencio en el alma y volar hacia Dios
| José María Lorenzo Amelibia
Silencio en el alma y volar hacia Dios
SILENCIO
Buscar el silencio de la noche, el silencio de mi casa, el silencio de un templo en la visita del atardecer. Y buscar siempre, sobre todo, el silencio interior. En medio del silencio Dios se comunica mejor. En la soledad Dios alumbra mejor nuestro entendimiento.
Por eso yo buscaré a la gente no para pasar el rato. No son juguetes míos. Iré con ellos en un afán de enriquecimiento mutuo, de hacernos un bien trascendente. Así debe ser.
Dice el salmo, creo recordarás: " La noche es mi lumbre y mi deleite." Dios en la noche del silencio se derramará en mí, en ti, en toda persona que lo busque. Para ello hemos de despojarnos del todo de nosotros mismos (¡ese es el gran ruido interior!). Porque quien se ama ante todo a él mismo, roba a su Dios. Y se apropia de todo lo que del Señor viene. Termina por idolatrarse. Quiero dar todo honor y gloria a Dios. Vamos a hacerlo juntos ¿verdad!
He experimentado muchas veces: en temporadas de fervor todo se hace fácil. En cambio, en días de tibieza, todo resulta cuesta arriba. El amor hace suaves los trabajos e incluso los dolores. La vida es dura para todos. Pero el Señor ha querido que le amemos y todo se convertirá para nosotros en vida descansada y feliz. De hecho, los santos han sido las personas más afortunadas y felices. Cuando el corazón está del todo vuelto a Dios, no nos interesa el placer y suavidad de los entretenimientos del mundo. Nuestro gozo descansa en el Señor.
Estoy convencido: la causa última de todos los sufrimientos se encuentra de una manera especial en no buscar a Dios de lleno.
VOLAR
Me da pena ver los canarios en la jaula. Están siempre dando vueltas y con angustia. También me da pena ver a muchas personas esclavas de su egoísmo. ¡Si pudiera abrirles la puerta de su jaula dorada! Pena grande quien gasta el dinero sin ton ni son; quien vive sin otra ilusión que sus cuatro caprichos. Me da pena también de mí mismo porque muchas veces vivo como el jilguero en la jaula, lleno de necesidades innecesarias. He de buscar la salida de la jaula donde me encuentro. Y el que mejor me puede ayudar es Dios en la oración.
Volar hacia Dios, sin los barrotes de los caprichos; beber de la abundancia de las aguas del pozo que no da más sed; entrenarme en esta vida para vivir siempre amando a Dios; animar, ayudar a todos. ¿Qué mejor plan de vida podemos desear?
José María Lorenzo Amelibia
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