TEMA DEL RETIRO: VOCACIÓN, LLAMADA DE DIOS

Importante: Para ver los preámbulos y consejos para todos los retiros , marcar con números normales seguidos, en la casilla parte superior derecha de esta página, justo encima de la foto: cero, uno, uno, dos, uno, cero.
Dios sigue llamando hoy, como en los tiempos bíblicos. Es verdad que estas llamadas de Dios no son espectaculares, como las de la Biblia; es verdad que no podemos garantizar siempre que sean reales y no imaginativas, pero sí podemos discernir con cierta certeza moral que son auténticas llamadas de Dios. Vamos a analizar un poco la Biblia; vamos después a aplicar a nuestras vidas lo que observamos en la Palabra.


1.- Adán, ¿dónde estás? Ver Gen. 3,8. Y Adán se escondía. Se quedaba como alienado por las fuerzas del mal. Paralizado por el mal que había obrado. El caso de Adán ilumina el diálogo de Dios con nosotros. La vocación de todo hombre se inserta en el diálogo entre Dios y él mismo. Es preciso estar atentos a la llamada de Dios. Puede comenzar por un remordimiento, por una añoranza, por una dificultad.

2.- Dios llamó a Abraham. "Sal de tu tierra, de la casa de tu padre a la tierra que te mostraré..." (Ver Gen. 12, 1-9) "No temas, Abraham; yo soy tu escudo y tu paga será abundante". (Gen. 15, 1). Dios, pedagogo paciente, llamaba a Abraham a una gran misión. Él respondió con fe y se fió. Se dio cuenta de quien le llamaba era el Señor. También nosotros, como el Patriarca, podemos tener la experiencia de una llamada de Dios. Y hemos de responder. Por supuesto, hay una llamada para todos. Es, a la Tierra prometida, la Jerusalén celestial, el Reino de Dios.

3.- Dios llamó a Moisés. Pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, y llevó el rebaño hasta el desierto de Horeb... El Señor le llamó. "... No te acerques, quítate las sandalias, el sitio que pisas es sagrado...Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham de Isaac y de Jacob... He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas... " (Ex. 3, 1-10). Esta experiencia se desarrolla en el desierto, lugar de purificación; es una llamada ardiente como el fuego; un Amor vivo que no se consume.
Moisés tiene conciencia de haber sido llamado por Dios a una misión que le rebosa. "Señor, yo no tengo facilidad de palabra... soy torpe de boca y de lengua". (Ex. 3,12). Y Dios le dice: "Yo estoy contigo"...
Desde Moisés, hombre frágil, Dios parece que sigue llamando a personas en su debilidad para grandes empresas. "Vete y salva a Israel". Me pongo en sus manos. Le ofrezco mis pequeñas cualidades y le sigo con esperanza. Y hemos de tener en cuenta que la liberación de nuestros hermanos de todo tipo de opresión física, no es más que una etapa que debe desembocar en una liberación espiritual.

4.- Dios llamó al profeta Amós. (Am. 7, 12-15). "Vete escapa del territorio de Judá". Responde Amós: "Yo no era profeta ni de un gremio profético, era ganadero y cultivaba higueras." Amós era natural de Judea. Se atrevió a ir a Betel para defender a unos hermanos explotados y expoliados de sus bienes por los más ricos. ¡Se había roto la alianza de Dios! Amós alude a su vocación; recuerda que él no era más que un simple ganadero y cultivador de higueras. Y dice: "El Señor me arrancó de mi ganado".
El profeta es al mismo tiempo un hombre del pasado, del presente y del futuro. Del pasado. El profeta se refiere al pasado no para anclarse en él, sino para tomar del pasado certeza de que Dios es fiel. Es también hombre del presente, porque es testigo de la salvación actual: ahora Dios nos salva. Por eso rechaza todo tipo de fatalismo. Además el profeta es la esperanza del futuro: mira el porvenir sin miedo. Espera contra toda esperanza el cumplimiento de las promesas de Dios fiel.
Todo cristiano está llamado por el Señor a ser un poco profeta en medio de sus hermanos. Hemos de analizar estas cualidades y vivirlas. Pedir fuerza al Señor para cumplir su misión. Nuestro mundo tiene cada vez más necesidad de profetas.

5.- Vocación de Isaías. Ver Isaías 6. El Señor le dijo: "¿A quién mandaré?, ¿quién irá de nuestra parte?"
La respuesta es clara por parte de Isaías: "Aquí estoy, mándame".
Nuestra respuesta cuando el Señor nos manda a su misión con esa voz interior insistente ha de ser como la de Isaías: "Aquí estoy, mándame".

6.- Vocación de Jeremías. El Señor me dirigió me dirigió la palabra: "Antes de formarte e el vientre te escogí; antes de salir del seno materno te consagré y te nombré profeta de los paganos". Y repuse: "Ay, Señor, mira que no sé hablar; que soy un muchacho". El Señor me contestó: "No digas que eres un muchacho; que adonde yo te envié, irás. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte - oráculo del Señor - . "El Señor extendió la mano, me tocó la boca y me dijo: "Mira, yo pongo mis palabras en tu boca; hoy te restablezco sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, destruir y demoler, edificar y plantar". (Jer. 1, 4-10).
Jeremías vivió el doloroso período anterior al exilio de su pueblo. Interpreta la vocación como una consagración. En Jeremías encontramos una serie de sentimientos que pueden animar al diálogo con Dios. La llamada de Dios sigue en él como una comezón permanente. "Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir..."- dice al Señor (Jr. 20, 7-9). Siente deseo de abandonar su misión, pero aguanta y lo hace con total decisión.
Cuando a nosotros el Señor nos llama, a veces nos sentimos crucificados, solos, sin fuerza. Así es la vocación. Pesa la llamada de Dios, se siente la tentación de abandonar. Pero del Cielo nos vendrá la fuerza.

7.- El Profeta Elías. (1 Re. 19, 3-8) Cuando llegó Elías Berseba, continuó por el desierto. Se encontraba exhausto y decía "Basta, Señor, quítame la vida". El Señor le animaba, le ponía por medio de un ángel pan cocido y una jarra de agua: "Levántate y come", - le decía. Grandes crisis interiores a los profetas, a los que siguen una vocación difícil.
Dios no abandona a su siervo. Por eso en medio del silencio ha de comer el pan de la palabra.
Conviene también leer 1 Re. 19,15 "Desanda tu camino hacia el desierto de Damasco". De nuevo queda Elías fortalecido de Dios. Dios no le dejará nunca solo.
Confiar siempre en el Señor al seguir nuestra vocación.

8,. Vocación de Ezequiel. (Ez. 2, 1-7) Es el profeta del exilio, el hombre de la esperanza en el corazón de los deportados. El Espíritu le pone de pie y le hace oír la palabra de Dios. Que debe anunciar a sus hermanos. Dios no le promete el triunfo, se limita a pedirle que dé testimonio de su palabra. El enviado ante todo ha de escuchar. Conserva el corazón y la memoria puestos en Dios. A veces para predicar acuden a acciones simbólicas. Sus mensajes a veces quedan oscuros y sólo el paso del tiempo descifra el significado.
La consecuencia para nuestra vocación: siempre esperanza, siempre dentro de Dios. Siempre testigos.

9.- Aparte de las llamadas individuales, Dios también llama colectivamente: fue en el Antiguo Testamento al Pueblo de Dios, Israel. Celebró con él la alianza. Lo escogió como depositario de la revelación, pueblo elegido pero con vocación universal. Después, en el Nuevo Testamento es la Iglesia Católica la encargada de transmitir la revelación de Jesucristo. Y es Jesús quien recapitula toda vocación.
Meditamos y recordamos la misión de Jesús, la que transmite a la Iglesia Católica: "He venido... para cumplir la ley y los profetas". Mt. 5,17). "He venido... a aplicar fuego a la Tierra" (Lc. 19, 10). "He venido... no a traer la paz, sino la espada". (Mt. 10, 34). "He venido...no a llamar a los justos, sino a los pecadores". (Mc. 2, 17). "He venido... para servir y entregar mi vida". (Mc. 10, 45) "He venido... para que los hombres tengan vida y la tengan en abundancia".
Ahora todos los cristianos estamos llamados y enviados a hacer realidad la venida de Jesús, continuar de alguna manera su encarnación. Llamada a todos los cristianos. Considerarlo. Ofrecernos. Entregarnos. "Vosotros nos sois del mundo, sino que yo os elegí sacándoos del mundo..." (Jn. 15, 19) Son muchas las citas y pasajes del Evangelio que nos recuerdan esta llamada de Jesús. Conmiserar por ejemplo, la parábola del gran banquete. (Lc. 14. 16- y siguientes). Llama a todos: "No vine a llamar a los justos, sino a los pecadores". Ofrecerme a Jesús. Pedirle fuerza para seguirle.


10.- Luchar para amar y hacer triunfar la verdad. Siempre renunciarse a sí mismo, al amor propio causante de muchos pecados de soberbia. Que triunfe el amor. Estar dispuestos a asumir la hostilidad y el desprecio.
Recordar el caso del ciego Bartimeo: aquel que gritaba: “Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí”. Jesús llamó al ciego, se acercó a él, el ciego recupera cierta movilidad que le hace levantarse, encuentra el camino. ¡”Maestro, que recobre la vista” – le dice. Y sanó. Fue seguidor de Cristo y cantó sus grandezas.

11.- Convertirse en cristiano es haber oído esta interpelación personal de Jesús. “Vente conmigo”. “Tendrás un tesoro en el Cielo”. Jesús invita a los pequeños, a los sencillos que sufren en cualquier circunstancia. “Venid a mí, todos cuantos estáis cansados y yo os aliviaré”. Vayamos a Él. Los discípulos se quedan desconcertados al oír las palabras de Jesús, unas ideas que trastornan nuestras humanas jerarquías de valores. Y nuestro Rey y Señor promete cien veces más y la vida eterna.
Y nuestro Redentor hace llamamientos muy especiales: recordar a la adúltera, a Pedro caído, al Buen Ladrón, a Zaqueo, a Mateo… A alguno que parecía querer seguirle le dice: “Las zorras tienen su madriguera y los pájaros tienen nidos, pero le Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza”… “Sígueme… y deja que los muertos entierren a sus muertos” ( Ver Mateo 8, 18…)

(Retiro inspirado en el libro de Michel Hubaut, “Dios te llama por tu nombre”)




EXAMEN PRÁCTICO

1.- ¿Piensas cuál puede ser la llamada que Dios hace a tu alma?
2.- Profundizar en el alma para ver si – aparte de la vocación tal vez ya elegida – puede haber en ti otra más específica.
3.- Pensar en los carismas propios, cualidades más concretas para emplearlas en el bien de los hermanos.
4.- ¿Me doy cuenta de que Dios me sigue llamando a la santidad?
5.- ¿Pongo de mi parte todo lo que pueda y luego lo dejo todo en las manos de Dios?
6.- Decidirme a tener confianza en la bondad Dios que me llama y conduce en su Providencia por ciertos caminos que son verdadera llamada.
7.- No podemos creer vocación a todo cuanto se nos ocurre, pero sí cuando el Señor nos guía hacia algún lado. Piensa por dónde te va llevando la Providencia. Puede ser verdadera vocación tuya.
8.- ¿Eres generoso y exigente contigo mismo para seguir tu vocación?
9.- ¿Qué puedes hacer por Cristo en estos días?
10.- ¿Cómo desarrollas tu vocación cristiana?
Volver arriba