¿A qué es debido la indiferencia religiosa en tantos bautizados?

La indiferencia radical se identifica prácticamente con la pérdida de la fe. No así el indiferente “temporal” que tiene la fe como dormida y puede despertar. Ahora bien, radical o temporal, la indiferencia religiosa «es una característica de la sociedad europea y, tal vez, de todo el mundo contemporáneo» (J. Sommet, en la revista Concilium). Y viene a ser como una sordera para lo religioso. Para la Iglesia, la actitud indiferente ante lo religioso de los bautizados es una manifestación clara de su mayor problema porque la fe está ausente en los bautizados, total o parcialmente. Sobre este problema alertó el Vaticano II: “existen otros (que) ni siquiera se plantean la cuestión de la existencia de Dios, porque al parecer no sienten inquietud religiosa alguna y no perciben el motivo de preocuparse por el hecho religioso" (GS 19.2). Ante un problema tan grave y complejo ¿podemos diagnosticar sus manifestaciones y sus causas?

El indiferente prescinde de Dios y de lo religioso
El indiferentismo religioso participa del rasgo de toda relación social de indiferencia: carencia de vínculos aceptados o conocidos. El tú no es conocido o valorado por el yo en su existencia, valores y derechos; el yo vive como si el tú no existiera porque, entre otras razones, no lo necesita para su realización personal. Para el indiferente, el tú no tiene vínculos de sangre, ni de profesión ni de intereses.

Dios no interesa.
Se puede señalar como rasgo prioritario para el indiferente religioso, la actitud y la respuesta ordinaria que prescinde de Dios en su vida, que pasa de las relaciones con el tú divino. No es un ateo que rechaza a Dios, ni un secularista que reafirma su autonomía negando la dependencia de la soberanía divina. El indiferente se limita a no tener presente a Dios en su vida por diversas razones y factores históricos. Tampoco se identifica con el creyente no-practicante para quien Dios es algo importante y necesario en la vida. Sin embargo el indiferente, en ocasiones, no tendrá inconveniente en participar en actos religiosos aunque su motivación básica sea de tipo social o cultural, pero no por convicción.

Todas las religiones son iguales.
El indiferentismo religioso es sinónimo de igual estima y de igual falta de estima hacia las religiones. El indiferente no toma partido por ninguna forma religiosa. Por lo tanto manifiesta insensibilidad hacia las cuestiones religiosas. Como decía Weber carece de oídos para lo religioso. Y se puede añadir que expresa desinterés ante cualquier tipo de significación de la vida.

Consecuencias
La gravedad de la indiferencia queda clarificada por las consecuencias que se deducen de las diferentes manifestaciones:
-el desinterés por el problema de Dios y su presencia en la vida del hombre;
-la ausencia de cualquier tipo de obligación religiosa,
-la aceptación fácil de otros criterios, que están al margen de las creencias religiosas a la hora de dar una respuesta a los interrogantes de por qué vivir, sufrir y morir;
-y la sustitución de lo religioso por las ideas de profesión, de política, de vida familiar o por la simple evasión, la diversión sistemática, el refugio en el alcohol, la droga, etc.;

Tipología de la indiferencia religiosa
Los radicales son los más peligrosos porque declaran que la religión como tal es inútil y nociva. Rechazan hasta la reflexión sobre "el credo" que se haya de confesar, la ley moral a cumplir o el culto litúrgico que deba rendirse a Dios. Son los más cercanos a los secularistas y ateos.

Los conformistas se muestran muy felices con lo que poseen y disfrutan en la tierra. Admiten la existencia de un Dios que no interviene en su vida ni nada quiere saber de ellos. Dios está muy feliz en el cielo y no necesita de nuestros obsequios como nosotros no necesitamos de su ayuda. Se parecen mucho a los secularistas.

Los pluralistas prácticos son los que manifiestan su indiferencia ante la obligatoriedad de una religión. Ellos no tienen inconveniente en relacionarse con Dios en una u otra religión según las circunstancias. Todas las religiones son caminos hacia Dios y cada persona puede elegir los aspectos que mejor le parezcan de cada religión. Vienen a ser una modalidad de los creyentes no-practicantes o del sincretismo de la Nueva era.

Los que dudan de la existencia de Dios o de la necesidad de la religión o de verdades de fe fundamentales, terminan, muchos de ellos, en la indiferencia religiosa. Están marcados por la inseguridad intelectual que les conduce a la indiferencia de fe y de práctica religiosa. Entre ellos se encuentran personas muy éticas, cumplidoras de sus responsabilidades pero dominadas por la duda ante Dios y la religión.

Los pragmáticos no tienen dudas filosóficas ni reniegan de la fe recibida. Ellos aplican a las relaciones con Dios su pragmatismo: como Dios y la religión no son útiles para esta vida, prescinden de toda relación religiosa.

Los hipócritas usan la máscara de la indiferencia con razonamientos para ocultar su pereza-comodidad o quizás una vida contraria a la ética de su religión. Ellos juzgan la religión como algo sin importancia y expresan que viven bien sin la necesidad de Dios.

Los carentes de formación religiosa son víctimas del ambiente cultural adverso. En la infancia y juventud no recibieron formación alguna de tipo religioso. Por otra parte el influjo fue contrario o indiferente a la religión. Muchas de estas personas no caen en el ateísmo, se limitan a prescindir de Dios, al que nunca pudieron valorar.

Los de otras culturas no comprenden el por qué de la religión. Así sucede con muchos japoneses que contemplan la religión como algo del corazón y no de la cabeza. Aceptan y practican por afecto a alguien, pero no por convicción personal. La religión es una ética y no una dogmática, una intuición de aire místico y estético pero no una sumisión a una concatenación de razonamientos.

Causas del indiferentismo religioso Son muchas y complejas como vimos al describir la situación del mundo y del hombre de nuestros días. Conviene subrayar que la indiferencia es una consecuencia lógica del secularismo y de la ética de situación.

La comodidad, una libertad exaltada, el hedonismo, la confusión ideológica y el bombardeo en los medios de comunicación sobre una vida “feliz” sin la fe, son los factores populares más decisivos para la indiferencia religiosa

Muchos justifican esta postura religiosa por el mensaje anticuado de la fe y por la moral católica conservadora y extremista. Para el indiferente religioso, el mensaje, puente seguro para las generaciones anteriores, con los años se hizo viejo y despierta miedo. Ya no es puente, es muro que separa al mundo de la fe cristiana.

Gran porcentaje de creyentes intelectuales contemplan la fe cristiana como un tanto infantil y, en ocasiones, antipática y ridícula. Prefieren, por lo tanto, relacionarse privadamente con Dios aceptando, rechazando y acomodando los dogmas según sus criterios personales. Lo que en épocas pasadas sería una herejía hoy no pasa de ser para ellos sino la praxis de la libertad de pensamiento en un mundo pluralista.
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