La vida en este mundo es un don... no es el valor supremo absoluto

Hemos asistido en estos días a la “luchar por Eluana” sin contar con Eluana.

Una lucha en la que todo el mundo se sentía con más derechos que razones para opinar, juzgar, sentenciar. El hecho tomó tales dimensiones que se acabó convirtiendo en un tema mediático y luego político. Y ante esto yo me pregunto:¿los especialistas en bioética, fueron escuchados? ¿se respetó y consideró suficientemente la opinión de los científicos? …¿la de los familiares?

Y siguen los interrogantes: ¿cómo estaba el entorno de Eluana? ¿cómo están ahora que han dejado de ser carne de cañón?. Dejarla morir, ¿era matarla? Cortarle la alimentación y la hidratación, ¿significaba para ella un sufrimiento añadido? ¿sufría?

Tantos interrogantes sin respuesta, y tanta polémica y lucha que no pocos creyentes, ante el desenlace y a pesar de todo, se olvidan, por ejemplo, de pensar: “Eluana ya ha sido acogida por la misericordia de Dios”; “Eluana ya está en paz”; “ya ha descansado”. Aunque hoy mismo un hombre sabio, bien formado, creyente, y muy humilde, me decía: “Tal vez Eluana ya lleva 17 años contemplando a Dios. Dios no puede ser un paréntesis en su vida en unas circunstancia como las que vivió”… ¡Lo más probable es que quién sabe!

Ante tanta información mediática, ante tantos juicios de valor, ante tantas preguntas sin respuestas, hoy me dije:

Respetar la vida: Siempre
Respetar la libertad de las personas: Siempre.
Respetar a las personas y su calidad de vida: Siempre.

Eluana ha muerto, y no firmó un “Testamento vital”, tal vez porque no era frecuente antes de su accidente como lo es ahora, o seguramente, porque cuando uno tiene 21 años, lo menos que hace es pensar que tal vez se verá en situaciones como en las que se vio Eluana. Sus padres, seguramente la conocían y sabían qué hubiera escogido ella llegado el caso.

Yo acabo con una oración por Eluana y sobretodo por su familia, para que Dios les dé fuerza en estas horas de dolor, y copiando el “Testamento Vital que saco de la web de la Conferencia Episcopal, y en la que me tomo la libertad de poner en negrita algunos párrafos que nos pueden ayudar a pensar y a tomar decisiones, pidiendo, que llegada la hora, se respeten.


A mi familia, a mi médico, a mi sacerdote, a mi notario:

Si me llega el momento en que no pueda expresar mi voluntad acerca de los tratamientos médicos que se me vayan a aplicar, deseo y pido que esta Declaración sea considerada como expresión formal de mi voluntad, asumida de forma consciente, responsable y libre, y que sea respetada como si se tratara de un testamento.
Considero que la vida en este mundo es un don y una bendición de Dios, pero no es el valor supremo absoluto. Sé que la muerte es inevitable y pone fin a mi existencia terrena, pero desde la fe creo que me abre el camino a la vida que no se acaba, junto a Dios.

Por ello, yo, el que suscribe........................ pido que si por mi enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida por medio de tratamientos desproporcionados o extraordinarios; que no se me aplique la eutanasia activa, ni que se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de muerte; que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos.

Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte. Deseo poder prepararme para este acontecimiento final de mi existencia, en paz, con la compañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana.

Suscribo esta Declaración después de una madura reflexión. Y pido que los que tengáis que cuidarme respetéis mi voluntad. Soy consciente de que os pido una grave y difícil responsabilidad. Precisamente para compartirla con vosotros y para atenuaros cualquier posible sentimiento de culpa, he redactado y firmo esta declaración.

Firma:

Fecha:

www.dominicos.org/manresa
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