El religioso, de los maristas azules de Alepo, visita España invitado por Manos Unidas Georges Sabe: "La guerra nos obliga a afrontar nuestro propio destino. Si lo hacemos siendo solidarios, venceremos a las guerras"

"Estamos viviendo en la época de Trump. Y para él lo más importante es el business, el negocio, ganar mucho dinero. Que nos dejen en paz, que no nos traten como mendicantes"
"Lo que pasó en Irak, el ejemplo más fuerte, la realidad de la comunidad yezidi, la realidad de la comunidad cristiana de Irak, que desapareció, quedó muy poca gente, y después viene a recordarnos eso en el Líbano, en Siria, en Palestina, y actualmente en Gaza"
" Desde 2012 hasta hace seis meses, habíamos construido una relación de diálogo con el mundo musulmán. Y nos viene ahora un gobierno para decir que hay que ser fanático, y crece en nosotros el fanatismo también. Y hay temor de ser atacados, machacados, muertos. La última semana, lo que pasó en la iglesia de Damasco, nos recuerda que estamos en una situación inestable, en la que uno no puede proyectar para un largo futuro. Y eso nos recuerda que hoy la paz es muy débil"
"Enseñamos a los niños a resolver sus problemas, sus dificultades, sus momentos tensos sin violencia. Es un trabajo muy largo, y a veces no contamos con la comprensión de la gente. Hay gente que nos dice, ¿por qué tenéis a los musulmanes?"
"Sois nuestra voz. Sois la ventana por la cual estamos aportando la realidad. Y en eso no nos sentimos olvidados, ni solos, ni abandonados"
" Desde 2012 hasta hace seis meses, habíamos construido una relación de diálogo con el mundo musulmán. Y nos viene ahora un gobierno para decir que hay que ser fanático, y crece en nosotros el fanatismo también. Y hay temor de ser atacados, machacados, muertos. La última semana, lo que pasó en la iglesia de Damasco, nos recuerda que estamos en una situación inestable, en la que uno no puede proyectar para un largo futuro. Y eso nos recuerda que hoy la paz es muy débil"
"Enseñamos a los niños a resolver sus problemas, sus dificultades, sus momentos tensos sin violencia. Es un trabajo muy largo, y a veces no contamos con la comprensión de la gente. Hay gente que nos dice, ¿por qué tenéis a los musulmanes?"
"Sois nuestra voz. Sois la ventana por la cual estamos aportando la realidad. Y en eso no nos sentimos olvidados, ni solos, ni abandonados"
"Sois nuestra voz. Sois la ventana por la cual estamos aportando la realidad. Y en eso no nos sentimos olvidados, ni solos, ni abandonados"
"Para nosotros es muy importante presevar los valores del Oriente, y aportar algo a este mundo occidental. Oriente todavía tiene algo que decir al mundo: somos un mosaico, vivimos con una realidad de diálogo de uclturas, de religiones, del pasado y con mirada hacia el futuro. Pero..." Georges Sabe, marista de Alepo, de una tierra sepultada debajo de los escombros de una guerra sin fin, y de otras guerras que hacen que olvidemos la realidad en Siria: Gaza, Ucrania, Irán...
Sabe, que visita estos días nuestro país invitado por Manos Unidas (la ONGD española colabora firmemente con los proyectos educativos, sociales y alimentarios de los maristas en esta zona de Siria), apunta las claves de la situación en Oriente Medio. Sin una llamada al optimismo, sino al realismo evangélico, y una dura crítica a Occidente. "Estamos viviendo en la época de Trump. Y para él lo más importante es el business, el negocio, ganar mucho dinero. Que nos dejen en paz, que no nos traten como mendicantes".
Es necesaria una voz de Oriente, pero es que en Oriente Medio ahora mismo solo se escuchan las bombas, la destrucción, el odio... ¿Cómo estáis viviendo vosotros, que lleváis décadas sufriendo la violencia y la destrucción de vuestros hogares, cuando en otros rincones de ese Oriente Medio están pasando cosas similares que además, por otro lado, os llevan a ser más olvidados de lo que erais?
No sé si puedo hablar de destino, o que somos peones en manos de los grandes de este mundo. El que decide nuestro futuro puede ser Mr. Trump, Mr. Putin, el presidente chino... Estamos viviendo en una realidad de guerra, destrucción, y cada vez que nos levantamos para reconstruirnos vemos otra realidad que viene a recordarnos que estamos en Oriente Medio. Lo que pasó en Irak, el ejemplo más fuerte, la realidad de la comunidad yezidi, la realidad de la comunidad cristiana de Irak, que desapareció, quedó muy poca gente, y después viene a recordarnos eso en el Líbano, en Siria, en Palestina, y actualmente en Gaza. Hay decisiones que se toman en alguna parte del mundo, y deciden cómo vivimos. Y a veces estamos paralizados, y nos preguntamos si hay que tener ilusión de futuro, si hay que tener esperanza de futuro.

¿Y qué respuesta te das?
Hay que seguir dando esperanza. Es nuestra fe la que nos da la respuesta, y se traduce en una realidad cotidiana de solidaridad y de ser puentes de diálogo entre musulmanes cristianos. Ojalá un día entre judíos cristianos y musulmanes juntos. El Evangelio nos invita a ser ese puente. Si existimos, es que el Señor nos quiere testigos de su amor, en la realidad, en lo cotidiano. No solo en muchas palabras, sino en la realidad, en proponer a nuestros jóvenes y familias, esa fuerza interior que nos va a decir 'Podéis seguir', podéis ser resilientes aunque, podéis dar una respuesta de cariño, de tender la mano hacia el otro, que es diferente de mí, y con eso decir que hoy el diálogo, que no es un diálogo intelectual ni teológico, es un diálogo de servicio en el cual vivimos. Pienso en Gaza, pienso en las hermanas de Madre Teresa de Calcuta: encontré al provincial suyo hace diez días en Alepo, una nueva provincial, y cuando le hacía visitar a Alepo, me decía 'Parece que estoy en Gaza,'. La misma realidad, la misma destrucción, la misma realidad de las calles. Y esa hermana me decía, 'Tenemos que seguir, para ser testigos'.
¿Se aprende a vivir en esa realidad?
No se aprende, nunca puedes vivir, y cada vez que estás pensando en levantarte y construir un futuro, viene algo para arrastrarlo y destruir todo lo que habías hecho. Te doy ejemplos muy concretos, por ejemplo, actualmente tenemos un gobierno islámico. Desde 2012 hasta hace seis meses, habíamos construido una relación de diálogo con el mundo musulmán. Y nos viene ahora un gobierno para decir que hay que ser fanático, y crece en nosotros el fanatismo también. Y hay temor de ser atacados, machacados, muertos. La última semana, lo que pasó en la iglesia de Damasco, nos recuerda que estamos en una situación inestable, en la que uno no puede proyectar para un largo futuro. Y eso nos recuerda que hoy la paz es muy débil, muy débil. Depende de cualquier actuación muy pequeña. Yo he aprendido a soportar. Aprendí que cuando se acerca un conflicto humano normal, prefiero quedarme más tranquilo, si es posible. Y alejarme un poco para no permitir que haya más conflicto entre la gente, entre las realidades. La guerra, el miedo a la guerra no es fácil. El miedo de perder a personas, perder a familiares, la realidad en la que has crecido, no es fácil decir que todo eso ya se olvidó y vamos hacia un futuro mejor cuando no hay futuro mejor.

Supongo que debe ser difícil, casi imposible, olvidar, pasar página... La cuestión no es tanto olvidar, sino que la memoria te sirva para o bien ayudar a construir y a no repetir, o bien el otro riesgo, generar generaciones de chavales que han vivido en mitad de la guerra los bombardeos, de la injusticia, de la persecución y generar odio que es comprensible. O la huida
La semana pasada, con un grupo de jóvenes, les pregunté por el atentado de Damasco. Hubo dos personas que golpearon a los dos que venían con las armas y el explosivo. Fueron a atacarles para que no hagan saltar la bomba. Yo les pregunté, si estuvierais vosotros dentro de esa iglesia y visteis que esos dos que venían con las armas contra la iglesia, ¿qué hubierais hecho? Y uno me dijo así, yo hubiera huido de la iglesia. Otros, dos o tres respondieron que hubieran atacado para no permitir más muertos. Pero esa idea de huir, que yo no quiero morir, entonces ¿por qué tengo que defenderlo? ¿Por qué tengo que quedarme? ¿Por qué tengo que soportar todo lo que estoy soportando? Hay jóvenes que no han vivido, no han visto en su vida otra cosa que la guerra. Y otro tema que yo creo que es importante, llegar a un momento a vivir con la indiferencia. Que pase lo que pase, yo estoy lejos, no me han atacado personalmente, entonces agradezco a Dios que el otro ha muerto o que el otro ha perdido su casa.
Lo más terrible de una guerra es que te deja solo frente a la muerte, frente al miedo, frente al destino final
Esa es la indiferencia. Las reacciones del miedo construyen dentro de la persona humana reacciones muy diferentes. Porque, ¿sabes? La guerra, lo más terrible de una guerra es que te deja solo frente a la muerte, frente al miedo, frente al destino final. Cuando uno constituye una comunidad, y si es una comunidad de fe, una comunidad que actúa a partir de valores del Evangelio, ayuda mucho el salir hacia afuera, salir hacia el otro, romper los prejuicios que tenemos. El día en que uno u otro se siente flojo, débil y que no puede ya más, él sabe muy bien que la comunidad le va a aportar y le va a ayudar a seguir camino.

¿Qué hacéis los maristas azules ahí en Alepo? ¿Cuál es vuestra labor? No solo la de construir pozos cuando toca, reconstruir casas cuando toca, los colegios, sino también esa tarea de construcción de sociedad y de comunidad.
Sí, esa es la más importante, porque ayudar, repartir comida... son cosas que pueden ser fáciles, pero también que crean personas que piden ayuda. Y eso es importante, ayudar a la gente. Porque aunque económicamente estamos en una situación muy débil, lo más difícil es construir una persona que tenga ilusión. Lo más difícil con lo que estamos haciendo en la educación, en el desarrollo y en ofrecer oportunidades de trabajo, oportunidades de formación profesional, es para decir a la persona humana socialmente, psicológicamente, que puedes, puedes hoy levantarte y seguir caminando. En la educación enseñamos a los niños a resolver sus problemas, sus dificultades, sus momentos tensos sin violencia. Es un trabajo muy largo, y a veces no contamos con la comprensión de la gente. Hay gente que nos dice, ¿por qué tenéis a los musulmanes? ¿Por qué? Vosotros sois cristianos, tenéis la responsabilidad de ayudarnos a nosotros como cristianos, solo a nosotros. Ves esa mentalidad de fanatismo que crece en la gente y repetimos lo mismo. Tenemos que vivir juntos. Eso es una suerte para la humanidad, es un futuro evangélico.
Quiero agradecer mucho a Manos Unidas, que nos ha ayudado, no solo económicamente, sino también a tener esa fe en posible diálogo de la realidad, en romper prejuicios, en permitir a musulmanes y cristianos encontrarse en un diálogo de vida
Es una de las críticas que hacen muchos, también desde Occidente, sin darse cuenta de que la mayoría de las víctimas de los terroristas no son cristianos. La mayoría, probablemente por una cuestión demográfica, son musulmanes, aunque sufren la violencia y los atentados. Sin embargo, seguimos vendiendo esto como quieren los radicales de un lado y de otro, como una guerra de religiones...
Lo más terrible es que acabas cerrándote a los demás, y no quisiendo hacer puentes de apertura, de romper los prejuicios que se creen dentro de sí. Y en eso quiero agradecer mucho a Manos Unidas, que nos ha ayudado, no solo económicamente, sino también a tener esa fe en posible diálogo de la realidad, en romper prejuicios, en permitir a musulmanes y cristianos encontrarse en un diálogo de vida. En uno de nuestros programas, que es el desarrollo de mujeres, tenemos a mujeres cristianas y musulmanas que pasan cuatro meses juntas en formación y que al final vuelven con mucha amistad, mucha cercanía, y cuando acaban ya no son indiferentes a lo que viven sus vecinos. Es verdad que no es fácil, ni a nivel personal ni a nivel comunitario, pero hay que dar un paso, hacer. Es un riesgo, pero es también, al mismo tiempo, es el riesgo del Evangelio de hoy, también en Siria. Pablo de Damasco es una llamada, una llamada. San Simeón Estilita del norte de Siria es una llamada. Y hoy día, hasta hoy día, tenemos que decir, nuestra fe es ella quien nos conduce. No solo sobrevivir, sino actuar y vivir. Y puede ser que al final no estemos presentes en Oriente, pero sí que tenemos que aportar a Oriente, a Occidente también, esos valores que hemos recibido de nuestros antepasados.

Ahora está reunida aquí en Sevilla, la cumbre de Naciones Unidas para la financiación al desarrollo. No sé si lo sabe usted. ¿Qué esperan ustedes de otras naciones para apoyar al pueblo sirio?
No espero nada. Estamos viviendo en la época de Trump. Y para él lo más importante es el business, el negocio, ganar mucho dinero. Que nos dejen en paz, que no nos traten como mendicantes. Yo creo que dentro del pueblo sirio hay fuerza para levantarnos y seaguir, también económicamente. Alepo, por ejemplo, era una ciudad con una importante industria textil, donde está el bazar más grande del mundo. Estábamos en el camino entre Europa y Asia. La economía, el comercio, la industria. Y eso lo queremos tener de nuevo. Queremos levantarnos, sin que nos den por lástima, por ser pobres. Y no queremos pasar al consumismo internacional, sería fatal para nosotros. Queremos más solidaridad. Económicamente, necesitamos ayuda, pero lo más importante es la manera como nos dan esa ayuda, y vuelvo a pensar en Manos Unidas. Ellos, y vosotros, los medios de comunicación, sois nuestra voz. Sois la ventana por la cual estamos aportando la realidad. Y en eso no nos sentimos olvidados, ni solos, ni abandonados. Yo hablo de solidaridad porque la solidaridad para mí es lo que va a salvar al mundo. Y nos va a salvar a nosotros en Oriente Medio. La solidaridad entre el norte y el sur. La solidaridad dentro del diálogo de religiones. La solidaridad que va más allá de la guerra que quiere hacernos y quedarnos solos. Yo creo que la guerra nos permite afrontar nuestro propio destino, y cuando somos solidarios los unos con los otros, venceremos a las guerras.