Clara Pardo: "Rompamos este silencio. Pedimos a la sociedad española que hable" Manos Unidas invita a “tomar conciencia del escándalo del hambre y la pobreza” en el mundo

(Jesús Bastante).- "Gandhi decía: 'Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena'. Rompamos este silencio. Por eso, pedimos a la sociedad española que hable, que comparta lo que importa". La presidenta de Manos Unidas,Clara Pardo, presentó este mediodía en la sede de la SGAE la 59 Campaña contra el Hambre, que, bajo el lema 'Comparte lo que importa', buscan concienciar sobre el drama de los hambrientos en el mundo, cuyos números, por primera vez en 15 años, se ha incrementado hasta los 815 millones.

"Cada uno de nosotros puede ayudar a luchar contra el hambre", sostuvo Pardo, quien subrayó cómo desde Manos Unidas "asumimos como propia la responsabilidad de fomentar en la sociedad española la conciencia del escándalo del hambre y la pobreza, y de denunciar las estructuras injustas que los mantienen".

"No nos basta con compartir una sensibilidad o una preocupación por la situación de pobreza que viven cientos de millones de personas; es necesario pasar a la acción y compartir las posibles soluciones", invocó la presidenta de Manos Unidas.

¿Cuántos hambrientos causan las guerras?, se preguntó. "Esas guerras olvidadas... las guerras eternas, que se mantienen vivas mientras la comunidad internacional se limita a condenar 'con la boca chica', mirando hacia otro lado, y sosteniendo, cínicamente, el inconmensurable negocio del tráfico de armas, que mueve miles y miles de millones de euros", denunció Pardo, haciendo suyas las palabras del Papa en la FAO, cuando clamó por "actuar eficazmente en aras de la paz y el desarme".

Frente a esta realidad, que también se refleja en el grito de socorro de la Madre Tierra, herida por el cambio climático y el azote a sus recursos, Manos Unidas aprobó en 2017 570 proyectos de desarrollo por importe de más de 41 millones de euros, que cambiarán la vida de más de dos millones de personas en todo el mundo. "Un trabajo que se empeña en cambiar las realidades más tozudas y, con grandes esfuerzos, termina por conseguirlo".

Más de 76.000 socios (Manos Unidas se sostiene, fundamentalmente, gracias a las aportaciones privadas), 5.000 voluntarios y un trabajo ingente que logró que el pasado año se alcanzaran los 48,5 millones de euros. Casi todo (41,4 millones) procedentes de donaciones privadas.

Para ejemplificar esta lucha, Marta Machaín y Juan Pablo López Mendía nos hablaron de sus experiencias en Paraguay y Benin, y del trabajo compartido para construir un mundo mejor, gracias al apoyo de Manos Unidas.

Empoderar a las mujeres en Paraguay

Marta, responsable de la Fundación Celestina Pérez, trabajando con "las mujeres que han tenido que luchar con sus hijos en brazos contra el hambre y la opresión". Un trabajo que se viene realizando desde la década de los 90. "Paraguay es una patria construida a partir de las mujeres".

"Fuimos rescatando su dignidad", apuntó Marta Machaín, quien invitó a reflexionar sobre "los factures culturales que las oprimían". "Las empoderamos, en medio de una sociedad patriarcal, donde necesitaban el permiso de sus maridos". Hoy, y gracias al apoyo de Manos Unidas, muchas de estas mujeres aprendieron a leer, a escribir y a realizar operaciones matemáticas en su lengua originaria (guaraní) y en castellano. "Es muy emocionante ver a madres e hijos estudiando juntos".

Al tiempo, "recuperamos la horticultura", abandonada durante años. "Los hombres no quedaron atrás, fueron también protagonistas", recordó Machaín. Pese a todo, queda mucho por hacer, pues en Paraguay, el 29% de los 7 millones de paraguayos son pobres. Dos millones de ciudadanos viven bajo el límite de la pobreza extrema.

"Invertimos cada centavo de lo que nos da el pueblo español", aseguró la experta, quien quiso agradecer a Manos Unidas "su decisivo apoyo, que ha dejado huellas en cada hogar donde hemos llevado esperanza".

Un país pobre, "bendita pobreza" en paz

Juan Pablo López Mendía dejó hace nueve meses Benin, tras 21 años en el pequeño país africano. Este sacedote riojano destacó cómo "la tarea es de muchas manos, de compartirlas".

"Estamos en mitad de muchas guerras, pero en Benin hay paz. ¿Sabéis por qué? Porque no hay nada donde rascar. Somos uno de los países más pobres del mundo... pero bendita pobreza", recalcó López Mendía.

"Tuve que empezar desde cero, y cambiar mi mentalidad. Y, sin saber hablar, ver por qué la gente ríe, por qué lloran, cómo se emocionan. Empezar ese 'paso a paso'", confesó. Después de muchos años, las preguntas continúan. "¿Por qué depende tanto dónde hayas nacido para ver si tienes dignidad o no?". Y, ante esas preguntas sin respuestas, las soluciones, en forma de proyectos, de lucha, de intenso trabajo.

"Aprendí que no se puede hacer nada en materia de desarrollo (tampoco en la vida), si no estamos dispuestos a unir nuestras manos, los unos con los otros", destacó el misionero, quien trabajó durante 21 años, aun sabiendo que "hay gente que nunca querrá colaborar".

Así, y gracias a la colaboración con Manos Unidas, "trabajamos con los enfermos de SIDA, Justicia y Paz, formación de la mujer, niños esclavos...", especialmente en el campo de la mujer, atacadas por la mutilzación genital, el rechazo de los niños (especialmente de los 'malditos'), su escolarización, la independencia económica de sus maridos.

La tierra, el agua, el campo... Fundamental para un África seca, en un país donde "no hay nada, solo agricultura", y donde apenas llueve cinco meses al año. De ahí "las mujeres saltaron a las 'bancas locales'", con programas de microcréditos, las mejoras en las condiciones sanitarias, la construcción de institutos "para que los chicos puedan estar en sus pueblos".

Y los pozos, básicos para hallar el agua, y las cañerías, y los depósitos para su conservación. "Y allí todo el mundo se puso a trabajar". Y después "pusimos farolas, y placas solares". Y ahora construyen "campos solares, para dar luz a todo un pueblo". Dos bombillas y un enchufe en cada casa, nada más. "Pero cómo cambia la vida".

"Manos Unidas, estais, estamos, en el camino correcto. Sigamos compartiendo lo que importa: nuestra vida, nuestros bienes y nuestro compromiso por un mundo mejor, donde cada persona, independientemente de dónde le haya tocado nacer, pueda vivir feliz y en condiciones dignas", culminó el sacerdote. "Es el camino, y Dios nos bendice".

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