Entrevista a Mons. Antonio Soto Guerrero, rector del templo en Plateros, Zacatecas. “Dios nunca nos abandona”. Santuario del Niño de Atocha resiste a la pandemia

“Dios nunca nos abandona”. El Santuario del Niño de Atocha resiste a la pandemia
“Dios nunca nos abandona”. El Santuario del Niño de Atocha resiste a la pandemia

*Pandemia debe mostrar nuestra fragilidad. "No somos dioses, debemos hacernos pequeños como el Santo Niño" afirma quien fue cercano colaborador del cardenal Javier Lozano Barragán.

México tienen lugares que son epicentro de devoción y fe, puntos de celebración donde millones acuden para demostrar la gratitud por un favor concedido, por los milagros que rehicieron la vida que parecía acabar.

En Plateros, Zacatecas, el santuario del Santo Niño de Atocha es de los más concurridos del país sólo por debajo de Basílica de Guadalupe y San Juan de los Lagos. Este pueblo virreinal tuvo su apogeo económico en el esplendor de la minería. Justo en esa bonanza nace la devoción a una pequeña imagen de Jesús Niño que, al pasar de los siglos, tiene notable arraigo particularmente entre los mexicanos obligados a emigrar a los Estados Unidos.

Como otros santuarios, la pandemia obligó a cambiar la ruta de las peregrinaciones y devociones al Niño haciendo de Plateros un virtual pueblo fantasma. La economía local vive del turismo religioso y a pesar de las restricciones, el santuario resiste. En entrevista, Mons. Antonio Soto Guerrero, ordenado en 1989, sabe lo que es enfrentar una pandemia. Por más de 14 años fue colaborador cercano del  cardenal Javier Lozano Barragán en el dicasterio Pastoral de la Salud en Roma. El rector del santuario estima que enfrentar la emergencia sanitaria se debe hacer con un templo de puertas abiertas, literalmente. Ese es el mensaje que hace llegar a los millones de peregrinos que llegan cada año a este punto del semidesierto zacatecano: Jesús Niño, Dios hecho hombre, permanece en medio de su pueblo.

Santuario de Plateros. Un millón de peregrinos.

Mons. Soto, ¿Cuál es la importancia del santuario del Niño de Atocha en la fe del pueblo católico?

-Este santuario es muy popular. Se dice que es el tercero en la República Mexicana por el número de peregrinos que vienen, sobre todo por la cercanía de migrantes de Estados Unidos entre quienes esta devoción es muy popular. Por eso es un santuario internacional, una tercera parte de los peregrinos procede de la migración, el resto de muchas zonas de la República. A pesar de las contingencias, de la delincuencia organizada, la penuria de los peregrinos para llegar hasta acá, calculamos cerca de un millón de personas al año. Es una tradición que se va transmitiendo de generación en generación, la abuela que trae al nieto y el nieto que trae a sus hijos y es una devoción muy sentida en toda la República. Yo mismo no lo creía hasta que llegué a este santuario hace año y medio.

Las peregrinaciones son constantes a lo largo del año, ¿cómo es que se van realizando?

-Tenemos un programa que se organiza de acuerdo con las tradiciones. Algunos tienen más de 50 años peregrinando. Tienen un día fijo al año, así se integra el calendario de peregrinaciones. La devoción al Santo Niño tiene más de 300 años, alrededor de 1730. Se dice que la imagen fue traída de España. El marqués de Aguayo era de los principales terratenientes. Él, en agradecimiento por las minas tan productivas que encontró en esta zona, regaló a la población una imagen de Nuestra Señora de Atocha; sin embargo, la imagen de España es morena hecha de madera. La nuestra no, está formada de pasta de caña de maíz. Por lo tanto, podría ser probable que la hayan mandado hacer, esta es una tradición arraigada entre los pueblos de Michoacán con estas imágenes de caña de maíz. La Virgen venía con el Niño Jesús, solamente que hubo tanta devoción al Niño que se lo quitaron a la Madre y lo pusieron aparte. Mide alrededor de 35 cm de alto, es muy pequeño y la gente cariñosamente le dice ‘Chaparrito’, ‘Chiquitito’, ‘Mi Niñito’. Tiene un significado entre la gente pobre y humilde.

Mons. Soto Guerrero. Puertas abiertas.
Mons. Soto Guerrero. Puertas abiertas.

En la pandemia, los santuarios han restringido peregrinaciones, actos de culto y celebraciones festivas ¿Qué ha pasado en el santuario de Plateros?

-El santuario nunca ha cerrado. Todo el tiempo recibe peregrinos, uno o dos durante el tiempo de pandemia debido a los filtros que les impiden pasar, pero nunca han faltado. Antes del 17 de marzo, cuando en Zacatecas empezó la contingencia, tuvimos la última peregrinación de mil personas que vino de un pueblo llamado El Barril, San Luis Potosí. Ya empezábamos con la pandemia y los filtros sanitarios. La gente es muy dócil. Comenzaron a organizar grupos pequeños para entrar al santuario cuya capacidad es de 250 personas sentadas, en realidad en muy pequeño. Después tuvimos que interrumpir las peregrinaciones por la contingencia. Aproximadamente 70 peregrinaciones de diversos lugares y poblaciones fueron suspendidas, venían desde el norte de Sonora a Coahuila, sobre todo del centro de México y otros Estados como Guerrero, Oaxaca y Veracruz. No pudieron llegar debido a los filtros sanitarios. Ahora bien, como lo he mencionado, el santuario nunca ha sido cerrado, pero hemos restringido los horarios de 8 de la mañana a 4 de la tarde y hemos aprovechado para ahondar en la limpieza y sanitización del santuario, pero quienes han venido, agradecen profundamente que no se haya cerrado porque así ven que nunca se les abandona. Otro medio que nos ha ayudado es el de las redes sociales, todos los días enviamos a través de Facebook mensajes para que sepan que estamos orando por ellos. Así los estamos atendiendo. Se pueden contar más de mil peregrinaciones al año. En un día pueden llegar hasta ocho de lugares diversos.

Plateros vive del turismo religioso, sin duda ahora el pueblo estará muy afectado…

-Totalmente. Plateros parece un pueblo fantasma. La gente lo está resintiendo porque los peregrinos dan vida al pueblo. No es grande, hay una población de 5 mil 500 habitantes, pero todos viven del santuario gracias a los diversos servicios, restaurantes, hoteles o tiendas de imágenes religiosas.

En la llamada nueva normalidad, ¿Qué se ha determinado para el santuario? ¿Las peregrinaciones continuarán restringidas?

-No estarán restringidas, pero las canalizaremos de distinta forma. Las misas serán en el atrio, habrá orden riguroso de ingreso al santuario y sanitización, ingresarán grupos de 10 a 20 personas. Serán medidas sanitarias severas, pero seguiremos trabajando en esto.

¿Cómo pegó la pandemia al santuario económicamente? ¿Cuál es la situación de los trabajadores?

-Ha sido un golpe muy duro, pero en esto hay algo muy importante, ponerse de acuerdo con los trabajadores a quienes se les da un salario superior al mínimo. Con ellos hemos hecho acuerdos reduciendo algunos pagos al salario mínimo además de formar horarios diferenciados, pero hemos luchado por mantener a los 35 trabajadores del santuario; el señor obispo, Sigifredo Noriega Barceló, nos ha pedido hacer todos los esfuerzos para ayudar y mantener las condiciones laborales de los trabajadores, esto es un deber de solidaridad puesto que viven de este empleo.

En estos tiempos de incertidumbre, ¿Qué podemos aprender de la devoción a Jesús Niño en estos momentos difíciles de la historia?

Dios nunca nos abandona, siempre está presente aun en esta contingencia. Por eso hemos querido dejar abierto el santuario, Dios siempre está con nosotros. Lo segundo es que podemos ver la fragilidad humana, no somos dioses, somos muy limitados. Esto nos ayuda a confiar más en Dios, hacernos pequeños como el Niño Santo. Dios se hizo pequeño para engrandecer al hombre, para que, sintiendo su pequeñez, comprenda que Dios lo hace grande para sortear todas las dificultades de la vida. Los saludamos desde este santuario, todos los días pedimos por los fieles, los peregrinos, por todos quienes esperan el fin de la pandemia. Imploramos a Dios la salud a los enfermos, el descanso eterno para los que han fallecido, desde aquí lo recordamos con nuestra oración.

Santo Niño. Agradecimientos.
Santo Niño. Agradecimientos.

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