Papa Francisco al G20

Son los «pobres, los refugiados, los que sufren, los desplazados y excluidos, sin distinción de nación, raza, religión o cultura» la «prioridad absoluta» indicada por el Papa Francisco a los jefes de estado y de gobierno que participaron en el G20 de Hamburgo, iniciado el viernes 7 de julio.
L´Osservatore Romano / En un mensaje dirigido a la canciller alemana Angela Merkel, el Pontífice, después de haber expresado «aprecio por los esfuerzos realizados para garantizar la gobernabilidad y la estabilidad de la economía mundial, con especial atención a los mercados financieros, al comercio, a las cuestiones fiscales y, más en general, a un crecimiento económico mundial inclusivo y sostenible» a su vez subrayó cómo tales esfuerzos sean sin embargo «inseparables de la atención dirigida a los conflictos en curso y al problema mundial de las migraciones». Y a propósito hizo un «sentido llamamiento por la trágica situación en Sudán del Sur, la cuenca del lago Chad, el Cuerno de África y Yemen, donde hay 30 millones de personas que no tienen comida y agua para sobrevivir. El compromiso de afrontar urgentemente estas situaciones y proporcionar apoyo inmediato a esas poblaciones será un signo de la seriedad y sinceridad del compromiso para reformar la economía mundial y una garantía de su eficaz desarrollo».
Manifestándose «confiado en el espíritu de solidaridad responsable que anima a todos los participantes» en el G20 en la ciudad alemana, el Pontífice quiso ofrecer algunas consideraciones personales como «contribución a los trabajos» de la cumbre sobre el tema «Dar forma a un mundo interconectado». Y lo hizo volviendo a proponer los «cuatro principios de actuación para la construcción de sociedades fraternales, justas y pacíficas» contenidos en el documento programático del pontificado Evangelii gaudium: el tiempo es superior al espacio; la unidad prevalece sobre el conflicto; la realidad es más importante que la idea; y el todo es superior a la parte. Deteniéndose en particular en el primer punto, Francisco denunció cómo «el drama de las migraciones» sea «inseparable de la pobreza y exacerbado por las guerras». De aquí la invitación a las conciencias de los potentes y los gobernantes «para detener la actual carrera armamentística y a renunciar a involucrarse en los conflictos».