Colusión en diócesis de Celaya por despojo de patrimonio Religiosas rompen el silencio: “Autoridades eclesiásticas nos han ignorado”
Nuevo capítulo en el caso de abusos de poder del obispado de Celaya y la arquidiócesis primada de México que han amagado a un canónigo de Basílica de Guadalupe
| Guillermo Gazanini Espinoza
En días anteriores, Religión Digital dio cuenta de los abusos de poder y amagos canónicos entre la arquidiócesis primada de México y la diócesis de Celaya en contra de Juan de Dios Olvera Delgadillo, canónigo de Basílica de Guadalupe. La documentación del caso exhibió las posibles “sanciones” a las que el sacerdote podría hacerse acreedor de no desistir de sus derechos sobre la propiedad de un terreno adjudicado por un juez al causar sentencia un juicio sucesorio.
Aun pronunciado el fallo de la autoridad, nuevas evidencias muestran la innegable colusión, irresponsabilidad y amenazas sobre el caso involucrando a la comunidad de frailes franciscanos de Juventino Rosas, al obispo de Celaya hasta escalar al mismo arzobispado de México.
Una parte de esta historia es deliberadamente ignorada. Con toda intención, el obispado de Celaya deja en la calle a un grupo de mujeres que llevan la peor parte en este entramado de intereses. Es la historia de una comunidad religiosa que, a través del duro trabajo y esfuerzo de más de una década, adquirió una propiedad para levantar un convento y continuar con el carisma que la reverenda madre Ángela Landa, les infundió para hacer el bien y ayudar a la comunidad de la parroquia de Juventino Rosas del Estado de Guanajuato.
Son las Misioneras de Jesús Evangelizador y Santa María de Guadalupe. Es la pieza del rompecabezas que hacía falta para que el lector tuviera el panorama pleno de estos abusos que, incluso, les ha llevado a un exilio forzado en Ciudad de México mientras llega a su fin el pleito causado por una ambiciosa mujer que usurpó el nombre, y despojó el convento a las discípulas de la desaparecida fundadora, siempre con el tácito consentimiento de las autoridades eclesiásticas.
La fundación de la reverenda Ángela Landa
Reunidas en un lugar cercano a Basílica de Guadalupe, las religiosas consintieron esta reveladora entrevista rompiendo su sigilo y silencio. No podían soportar más injusticias. Las hermanas Luisa Crisóstomo Ángel, superiora de la congregación; Rayo Guerrero Ariza, vicaria, y Elia Cano Alvarado, contarían a este medio detalles del penoso caminar que les ha consumido recursos materiales y humanos por un despojo de su patrimonio congregacional.
“La reverenda madre Ángela, nos fundó en 1992 -explica la ahora superiora- ella quiso crear una misión, una comunidad que ayudara a parroquias y en la catequesis. De acompañamiento y asistencia a los más pobres en la evangelización”.
En sus inicios, la pequeña comunidad de tres religiosas emprendió su trabajo alquilando algunos inmuebles para vivir. Rentaron casas modestas en la calle de Belisario Domínguez y posteriormente en la calle de Zaragoza en Juventino Rosas, Guanajuato.
Madre fundadora. Fama de santidad.
Pero la madre Ángela Landa quería consolidar y fortalecer a la comunidad. Eso requería que las hermanas a buscaran un inmueble para ser parte del patrimonio de la congregación. Surgió la oportunidad de adquirir unos “terrenos que estaban en costos muy bajos”. Así la actual propiedad de la calle de José María Liceaga 130, objeto hoy de la controversia, fue adquirida en el año 2002. En ese tiempo, el padre Juan de Dios Olvera era amigo cercano de la congregación y él mismo utilizó sus ahorros cooperando con la comunidad para adquirir ese patrimonio”.
Según la hermana superiora Crisóstomo Ángel, ese terreno era baldío sin servicios o construcción alguna. Fue entonces como se dieron a la tarea de recabar fondos y medios económicos para levantar la casa o convento. Durante tres años, la congregación de Ángela Landa vendía los productos que ellas misma elaboraban, en lo que llaman "industria", es decir, la manufactura de sus propios recursos ofreciéndolos a los fieles de la comunidad.
Reconocimiento de la diócesis de Celaya
Tal fue el trabajo de las religiosas que llamó la atención del párroco de Juventino Rosas y de la misma diócesis de Celaya. La hermana Rayo Guerrero lo confirma: “Íbamos a reuniones cada mes en la diócesis, ahí teníamos reconocimiento. Nos pedían apoyo para actividades de catequesis y de grupos juveniles”.Un documento de la diócesis de Celaya reconoce a las Misioneras de Jesús Evangelizador y Santa María de Guadalupe destacando su carisma y pidiendo por el aumento de vocaciones debido a la importante labor que realizan.
Con el apoyo del entonces párroco de Juventino Rosas, la congregación comenzó un discreto, pero constante trabajo que poco a poco incorporaría a nuevas integrantes, entre ellas una nueva religiosa, Octaviana Ortiz, quien hábilmente llegó a ganar la confianza de la madre superiora desde 1997.
Obispado de Celaya. "Su carisma es muy importante..."
Habiendo adquirido la propiedad legal del terreno, a las múltiples tareas de las religiosas se sumó la construcción de la obra. Lentamente, con ayuda de la comunidad, donativos y con los recursos producto de su trabajo, las hermanas levantarían la casa de la congregación. En previsión, Ángela Landa hizo su testamento en el que dejaba como herederos de esos bienes a tres personas: Octaviana Ortiz Méndez quien se había hecho cercana colaboradora de la reverenda; a su hermana carnal, Alejandra Landa y a Juan de Dios Olvera, al mismo tiempo, albacea en la sucesión.
Sin embargo, la muerte sorprendió a la reverenda en 2009. En ese momento, la construcción estaba muy avanzada y pronto sería habitada por las religiosas de no haber sido por el franco despojo consumado por la ambiciosa Octaviana Ortiz.
Octaviana Ortiz, interés y traición
La muerte de la reverenda Landa fue el inicio del prolongado viacrucis que sufren las Misioneras de Jesús Evangelizador y Santa María de Guadalupe. Pronto, la sucesión por el liderazgo de la comunidad destaparía las ambiciosas pretensiones de quien, en su momento, fungiría como superiora provisional hasta la designación de la sucesora definitiva de la desaparecida Ángela Landa.
“Octaviana se olvidó de la espiritualidad que la superiora quiso para nosotras, -dice la actual superiora- Eran convivios y fiestas y mucha cercanía con el párroco de Juventino Rosas, tal vez su conducta era debido a las tensiones por la muerte de la madre… ella misma reconoció que no se sentía bien”.
Aunque la cercanía de Octaviana hacia la fundadora era evidente, las religiosas habrían sugerido sopesar su sucesión debido a la relajación de la disciplina. La hermana Rayo Guerrero lo comenta: “Ella escribió una carta por la que presentó la renuncia al cargo de superiora general de la congregación; después, otro comunicado al vicario general para la vida consagrada de la diócesis de Celaya confirmaba la renuncia de Octaviana y se daba la designación de la hermana Luisa Crisóstomo”.
No obstante, la superiora dimisionaria no cesaría en su ambición. Prácticamente asaltaría la casa para consumar el despojo.“Fue el 27 marzo de 2010 –señala Luisa Crisóstomo- cuando todas las hermanas estaban en sus actividades. Yo estaba sola y ella me dijo que iría a la parroquia. Alguien fue a buscarla, era una persona que había pertenecido a la comunidad. Después entendimos que era quien le ayudaría al despojo.
Alrededor de las 4 de la tarde de ese día, Octaviana llegó a la casa que aún rentábamos y agresivamente me dijo ‘Quédense con su comunidad, yo me voy a mi casa’. Todo fue desconcierto al ver la actitud de Octaviana quien llegó con otras personas para apoderarse a la fuerza de llaves, cuentas bancarias y hasta de las escrituras alegando que ya tomaría su casa, para ella, el convento que la madre Ángela había construido”…
Es el momento durante la entrevista en la que Luisa Crisóstomo rompe en llanto al recordar el duro momento del despojo… Ella, concluye la hermana Rayo Guerrero, “afrontó esta agresión sola, nadie más le ayudó en ese momento”.
Diócesis de Celaya.. No veo, no oigo, no escucho
A partir del despojo consumado, las religiosas han vivido una diáspora sin fin. De no haber sido por la ayuda del canónigo Olvera Delgadillo, la congregación ya se hubiera extinguido después del hecho ilícito. Pero la cosa no quedaría así. Al abuso de Octaviana se sumaron las omisiones y amagos de las autoridades eclesiásticas mientras, mientras las autoridades judiciales civiles proseguían el juicio sucesorio de adjudicación del inmueble.
Después de esos hechos, las religiosas procedieron a notificar al párroco del lugar; sin embargo, las sospechas de colusión surgen cuando sólo hay evasivas de los franciscanos de Juventino Rosas. “Redactamos unas cartas, al superior de los franciscanos, al párroco, Fr. Gerardo Crespo, y al vicario de la vida consagrada de la diócesis de Celaya, incluso tenía su número de teléfono. Le llamé para explicarle los hechos y me respondió: ‘En un rato te regreso la llamada’. A la fecha seguimos esperando”, dice Crisóstomo Ángel. “Sospechamos que todos ellos ya habían planeado este despojo”.
-¿Creen que el párroco y Octaviana estuvieron en colusión para consumar el despojo?
-“Sí, al 100 por ciento. Ella pasó toda la mañana con el párroco. Tenemos testigos de que el padre Gerardo le había dicho que realizara todo esto”.
Octaviana Ortiz. Incapacidad.
Despojo y usurpación
Expulsadas, las Misioneras de Jesús Evangelizador y Santa María de Guadalupe fueron a la Ciudad de México para reconfigurarse y desde la capital del país seguir adelante por la obtención de la justicia ante las autoridades de la Iglesia celayense. Octaviana Ortiz conformó una nueva congregación usando la buena fama de la reverenda madre fundadora.“Se robaron nuestro nombre”, dicen las religiosas, “además de colgarse del nuestro trabajo de años en la comunidad”.Elia Cano interviene en la entrevista: “La comunidad sigue preguntando por nosotras, ellos no saben qué sucedió, mucha gente quiere saber qué pasó con las hermanas misioneras anteriores”.
Justo durante el juicio testamentario, Octaviana Ortiz recurre a otra trampa para engañar a las autoridades. Cambiar el nombre de la congregación. Afirma la superiora Crisóstomo: “Ahora son Misioneras Guadalupanas de Jesús Evangelizador, han recurrido a eso para decir que la madre Ángela fundó a las adeptas de Octaviana”.
Misioneras de Octaviana. "Se colgaron de nuestro trabajo".
La razón es evidente. La usurpación del nombre traería impedimentos canónicos destapando las irregularidades y colusiones que han favorecido a Octaviana Ortiz, toleradas por las instancias del mismo obispado celayense.
Ni en la paz de los sepulcros, la reverenda madre Landa tendría paz. Su monumento mortuorio fue “profanado” para borrar cualquier evidencia de la fundación de la congregación despojada: “En su tumba, había una leyenda en donde estaba escrito que ella era la fundadora de las Misioneras de Jesús Evangelizador y Santa María de Guadalupe, pero Octaviana Ortiz pidió a los cuidadores del panteón que removieran y destruyeran esa placa”.
La larga marcha por la justicia
Después de un largo proceso sucesorio, la justicia civil ha determinado la adjudicación de los bienes conforme a la voluntad de la finada madre fundadora; sin embargo, la ambiciosa Octaviana Ortiz aun trata de engañar a las autoridades invirtiendo en recursos dilatorios y chicanadas para impedir la ejecución de la sentencia civil y entrampar a las autoridades eclesiásticas
Más extraña resulta la intervención e interés de la comunidad franciscana de Juventino Rosas quienes, al momento del despojo, aprovecharon la sede vacante del obispado de Celaya para apoyar los intereses de Octaviana Ortiz. Incluso puede presumirse la actual manipulación al obispo actual de la diócesis, Mons. Benjamín Castillo, a través de otro franciscano ahora cercano a Octaviana Ortiz, Fr. Francisco Javier Amézquita quien ha influido para instigar facciosamente un tendencioso proceso de investigación canónica para insistir en que los bienes objeto del despojo son de propiedad eclesiástica y presuntamente propiciado desde la Arquidiócesis Primada de México a la cual pertenece el canónigo Olvera Delgadillo.
A este reciente este capítulo se suma también la cargada de burdas e infamantes maniobras del hermano del fraile Amézquita, Eugenio, quien ha echado artículos infamantes manipulando tendenciosamente los medios de comunicación y redes sociales de los cuales dispone, entre ellos, recursos de comunicación diocesanos en contra del canónigo de Basílica para hacerlo ver como culpable de un escándalo para azuzar al odio al imputarle falsas ambiciones que afirman que se quiere apropiar del inmueble ocupado por las asociadas usurpadoras de Octaviana Ortiz.
Y las amenazas incluyen las del mismo arzobispado de México el cual aun guarda silencio cuando, en abuso de poder, amaga al padre Juan de Dios Olvera por las falsas acusaciones de fray Amézquita y Octaviana Ortiz quienes acudieron ante el mismo cardenal Aguiar Retes para exigir sanciones contra canónigo de Guadalupe.
Hoy, las religiosas originales de la fundación de la madre Ángela Landa viven en un exilio forzado, nadie las ha escuchado y aunque se ha solicitado su presencia en el obispado de Celaya, tienen temor fundado a que sus declaraciones sean manipuladas para hacerlas culpables por “haber abandonado la casa conventual”. Saben bien y conocen la parcialidad, colusión y el gran poder de manipulación mediática que operan en Juventino Rosas al detonar el odio de una comunidad parroquial e incitar al escándalo que ellas no provocaron.
Cardenal Aguiar. Abrazo a Fr. Amézquita y Octaviana
Casi para concluir la entrevista, las hermanas despojadas son contundentes en sus exigencias a las autoridades eclesiásticas:
¿Qué le dirían al obispo de tenerlo enfrente? -“Duele mucho que sólo reconozcan a una de las partes. No buscaron el momento para saber qué pasó con la otra parte. Están mal, no es verdad que no hayan recibido noticias o acercamientos de nosotras… Deben reconocer nuestro trabajo y dejar las difamaciones”.
Ahora la pequeña comunidad de seis religiosas se resiste a desaparecer, saben que no les queda otro recurso. “Nunca incitamos al escándalo. Hemos esperado casi nueve años. Estamos en pie de lucha. Le costó a la fundadora y también a nosotras. La madre no quería esto… Por eso, cuando supimos que al padre Juan de Dios Olvera le exigían que cediera todo en favor de Octaviana, dijimos que no. Nos ha costado sacrificios, hemos invertido nuestros recursos. No es justo. ¿Cómo es posible que las autoridades eclesiásticas crean todo esto? Sólo están quemando a la Iglesia… Y ellos deberán dar cuentas a Dios”.