Las consecuencias del “María”

Tiempo de deconstruir-

Estoy un tanto indignado, lo confieso. El actor Eduardo Casanova en la gala de los Oscars ha pedido, enfundado en un ridículo traje de 1000 euros, más dinero público para sus películas. Mientras tanto, los agricultores se ven obligados a la huelga porque no pueden vivir con los precios abusivos a la baja de sus productos, después de tanto esfuerzo como supone mantener el campo en condiciones óptimas de producción. Los agricultores tienen que mantener sus productos en el mercado para que estos oscarizados, algunos de ellos defraudadores de hacienda, puedan tener bien llenas las despensas  y sus frigoríficos.  El presidente del gobierno, por ahora, los visita vestido de gala y a los agricultores les manda los antidisturbios para que aprendan. Las cargas policiales contra los agricultores extremeños en las puertas de la “Agroexpo” han sido muy llamativas. Los mismos policías apenados por su actuación decían que obedecían órdenes del ministro. Porque defender sus derechos es más peligroso que defraudar. Y quien debería ser el mayor defensor de los obreros porque así se llama su sindicato, que vive de subvenciones,  ha dicho que esta huelga es de la derecha carca. Lo ha dicho en los medios, no allí delante de los obreros. Éste es el sindicato que fue sorprendido gastándose los fondos públicos en buenas comilonas de marisco a costa de los trabajadores.

Me pregunto si no saldría ganando el país si esas subvenciones del cine y de estos sindicatos corruptos, fueran a apoyar el campo español en vez de a mantener actores vividores que usan trajes de mil euros y no son capaces de sostenerse con aquello que producen, porque, en general, es bastante malo. Seguro que muy pocos habíais oído hablar de la película subvencionada “Pieles” pero todos habéis oído hablar del aceite y del vino español.  Pues esa película desconocida ha recibido de las arcas del Estado, de todos nosotros, un millón de euros. Parece, incluso,  que las subvenciones al cine por parte del actual gobierno son superiores a la ayuda dedicada a paliar la pobreza infantil en España. Pero esto tiene una explicación: la pobreza infantil no tiene voto, pero sí votan los pobrecitos actores. Sí a esto le sumamos la desvergüenza de los sindicatos, que se llaman de los trabajadores, ya es una perversión del arte de la política.

Esto no es lo que más me indigna. Después de analizar los valores que se venden en la televisión, en los medios, en la publicidad y en las calles, resulta lógico que estos personajes de papel, que son guapos, ricos, vividores y simpáticos, quieran chupar de los fondos públicos como si ellos tuvieran más derechos que nadie. Nada de extraño. Cada  sociedad recoge la semilla que siembra, y lo que hoy estamos sembrando es superficialidad, hedonismo, imagen, éxito, lujo y dinero. No en vano triunfan los programas rosas, nos amenazan constantemente con infernales pasarelas de moda y resulta poco menos que heroico encontrar en televisión un programa cultural y familiar. La telebasura llena la televisión y se desborda por arriba hasta inundar nuestro salón de estar y convertirlo en una verdadera cloaca. No estamos en tiempos de valores eternos, de héroes dispuestos a dar la vida, de utopías encarnadas en el sacrifico y en el empeño por ayudar a los miserables de nuestro tiempo. ¡Ay si don Quijote levantara la cabeza…! Estamos en tiempo de lentejuelas y delincuentes en el gobierno de la nación en virtud de pactos miserables para mantenerse en el poder a costa de lo que sea. La política en la actualidad, viendo lo que vemos, se ha convertido en un producto tóxico de alta capacidad contaminante. El poder legislativo ignora y somete al judicial  y el ejecutivo no se atreve a actuar por miedo a represalias. La democracia es un cuento de hadas.

El superministro Ábalos recibe a una corrupta y usurpadora política venezolana, de cuyo nombre no quiero acordarme, pero de dulce no tiene nada, violando una norma europea, para contrarrestar la presencia de Juan Guaidó en Madrid. ¡Intolerable! Le han cogido ya en varias mentiras pero el tío no dimite. No sé qué más habrá que hacer para merecer una dimisión. Es una cuestión de higiene democrática. ¿Pero qué le importa a éste individuo la higiene? Ya ha dicho que  él ha venido a la política para quedarse. Esto es lo que le importa. Además, tenemos la corrupción institucional de la Púnica, los ERES, los Pujoles… y esto no tiene visos de acabar.

Y si nos vamos a la iglesia, mi iglesia, otro tanto de lo mismo. El cardenal alemán, Reinhard  Marx ha reconocido que la iglesia ha destruido archivos sobre abusos sexuales cometidos por sacerdotes contra menores, el crimen más abominable que se puede cometer. Este crimen ha supuesto el ataque más fuerte a la credibilidad de la iglesia en toda su historia y ha provocado la mayor cantidad de abandonos en sus filas.

Estoy también asombrado, cuando no inquieto, por el libro publicado conjuntamente por el cardenal Sarah, al que he criticado con dureza en mis reflexiones porque nunca lo vi leal al papa Francisco, y el obispo emérito (no papa) Ratzinguer. Es indigno que se cuestione lo que de manera sinodal se va viendo claro a la luz de los tiempos, sabiendo que el Espíritu Santo nos irá dando a conocer lo que aún no vemos claro en los nuevos signos de los tiempos de los que habla el Concilio vaticano II. Nunca he entendido esa obsesión por cerrar puertas y temas como si la reflexión de nuestros  días no fuera lo suficientemente adulta. El miedo sigue acampando en nuestra iglesia. ¿Miedo a qué? Solo deberíamos tener miedo a nuestra incoherencia que está dejando los templos vacíos y provocando la mayor desbandada de nuestra historia.

Perplejo me ha dejado, también, saber que se han reunido unos 110 obispos, según informaciones no oficiales, en Sintra (Portugal) para ejercer, de hecho, una oposición al papa Francisco, con la presencia de tres españoles. Que sin  saber sus nombres,  porque se han ocupado de ocultarlo bien, todos podemos  adivinar de quienes se trata. Precisamente de aquellos que nos han insistido mil veces,  sobre todo a los religiosos, en la comunión. Nada hay oculto que no salga a la luz y llegaremos a saber quiénes son estos “representantes españoles de sí mismos”. Tiempo al tiempo.

  Pero todo esto forma parte del marketing actual, de la moda más agresiva, y pasará, como todas las modas, cuando los hombres pongan los pies en el suelo y vean que han construido su vida sobre arenas movedizas. No se puede vivir eternamente en la provisionalidad que ofrece el materialismo, la mentira y lo superficial porque tenemos hambre de sentido y, más pronto que tarde, acabamos haciéndonos algunas preguntas y descubriéndonos fuera de juego. La vida nos saca, de vez en cuando, tarjetas rojas y nos hace abandonar el juego provisionalmente cuando no para siempre.

 El “caos” político y religioso, que estamos atravesando, también  tiene que ver con esta falta de valores y de sanos principios en donde nos hemos instalado. Y esto en  todos los ámbitos de la sociedad y de la vida sin que la iglesia pase de lejos antes estas situaciones. Uno recorre los periódicos y termina consternado cuando no decepcionado por lo que nos pueda venir encima. Ya se ha anunciado la eutanasia, la degradación de la clase de religión, la revisión de las inmatriculaciones y del IBI.

Un nuevo “ciclón María” amenaza otra vez y nos va a exigir cuestionarnos en todos los ámbitos  de la vida, una fuerte deconstrucción. Al mar hay que darle lo que le corresponde y a Dios, también.

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