El Madamiento Nuevo: Amar a la manera de Jesús.

Juan 13, 31-35.



Algunas citas previas e importantes:


"Así se manifestó el amor de Dios entre nosotros... . envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados: en esto está el amor".

"Él (Jesucristo) sacrificó su vida por nosotros y en esto hemos conocido el amor".

"Nosotros hemos encontrado el amor de Dios presente entre nosotros y hemos creído en el amor".

"Dios es amor. El que permanece en el amor, en Dios permanece, y Dios en él".

"En Él estaba la plenitud del Amor..."

"...pero por Cristo Jesús llegó el Amor...".


"Cuando hayan levantado en alto (crucificado) al Hijo del Hombre, entonces conoce"rán que yo soy...".

"El buen pastor da su vida por las ovejas".

"El Padre me ama porque yo mismo doy mi vida... . Nadie me la quita, sino que yo mismo la voy a entregar".

"Les he dado un ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice".

"Yo los he amado a ustedes como el Padre me ama a mí: permanezcan en mi amor...".

"Mi mandamiento es éste: Ámense unos con otros como yo los he amado. No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos"... "Yo les ordeno esto: que se amen unos a otros".







Es en este contexto, que tenemos que comprender y aceptar, el mandamiento nuevo de Jesús, proclamado en este domingo 5º de Pascua.
Esta es Palabra de Dios. Y esta Palabra tiene un nombre: Jesús.
La vida de Jesús es el Verbo Encarnado.
La Palabra era vida en el Hijo del Hombre.Por eso, muchos, al oírlo, decían: "¡Qué modo de hablar!"... "Todos lo aprobaban , muy admirados de esta proclamación de la gracia de Dios"..."Su manera de enseñar impresionaba mucho porque hablaba con autoridad; era todo lo contrario a los maestros de la ley".
La autoridad estaba en la vida de Jesús. En Él no pasaba lo del dicho: 'padre Gatica, predica y no practica'.Todo lo que Jesús decía era vida en Él; lo que decía lo hacía, y todos los que creían, comprobaban las palabras de Jesús, contemplándolo, viendo sus gestos y sus obras.








Jesús estando ya cercano a su Pascua, nos entrega el Mandamiento Nuevo:
"Les doy este mandamiento nuevo: que se amen unos a otros como yo los he amado. Así reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: si se tienen amor unos a otros".
Ese: "como yo los he amado", bien sabemos que llega a su plenitud en la entrega de su vida por nosotros. Es un amor hasta el extremo de negarse a sí mismo; olvidándose de sí; muriendo por nosotros; dando su vida hasta el extremo de morir crucificado; no se guardó nada para sí; lo dio y compartió todo; dio su vida, para que nosotros tuviéramos vida y vida en abundancia. Había dicho: "No hay amor más grande que éste: dar la vida por los que se ama"."Todo está cumplido".








Todos podemos deducir, conociendo y habiendo aceptado esa vida, que Jesús nos da en abundancia,qué significa, entonces, el mandamiento nuevo:no se trata sólo de no hacer con los demás lo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros; no se trata sólo de amar a los que nos quieren, porque también lo pueden hacer los no cristianos. Se trata de un mandamiento radical. El radicalismo del amor cristiano está en amar como Jesús: perdonar 'setenta veces siete', 'amar a los adversarios y rogar por ellos'; entregarnos al servicio de la justicia y del amor hasta el extremo, aún hasta el sacrificio de la vida.
Es un mandamiento nuevo porque supera al que nos exige: "ama a tu prójimo como a tí mismo". Jesús va más allá del amor a sí mismo. Ya lo hemos visto: nos amó hasta dar su vida.










Ahora bien, este mandamiento no es un consejo ni algo facultativo en la vida de los cristianos. Es "un mandamiento nuevo". Es de la esencia del ser cristiano. Tan esencial es, que es lo que nos hace discípulos de Jesús por sobre cualquiera otra condición. Constituye nuestra identidad cristiana.Ni siquiera ninguna práctica de piedad, ni la participación de la Misa, es lo esencial para Jesús. Tal vez, si comprendiéramos y viviéramos en nuestra vida diaria la Misa,estaríamos amando hasta el extremo de dar la vida. No olvidemos: "Hagan esto en memoria mía". Eso es, precisamente el mandamiento nuevo: amar a la manera de Jesús: "Esto es mi Cuerpo que se entrega por ustedes". "Esta es mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza, que se derrama por ustedes y por la salvación de todos los hombres". Eso es el amor y caridad que nos manda encarnar Jesús en el mundo de hoy.Vivir el mandamiento del amor es vivir la Eucaristía.
Creo, en este momento, que despierta en mí la vivencia del Cristo que amó hasta el extremo, la memoria de nuestro mártir de América Latina y el Caribe: Monseñor Oscar Arnulfo Romero, quien en plena dictadura en República del Salvador, se puso del lado de los pobres, perseguidos, detenidos, torturados y asesinados; pasando a ser la voz de los sin voces; defendiendo y exponiendo su vida por la causa de sus hermanos salvadoreños; defendiendo a Cristo, en los rostros sufrientes de hombres y mujeres, a causa de la violación de los derechos humanos y denunciando los crímenes de lesa humanidad cometidos .
Es significativo y no es casual, que Caín haya actuado,matándolo y haciéndolo nuestro mártir,celebrando la Eucaristía.
Le rendimos nuestro sincero homenaje, lleno de admiración: ¡Es nuestro Alter Christus! Amó a la manera de Cristo. Nuestro 'sentido de los fieles'pide, con "la caridad de Cristo que nos urge", que sea reconocido oficialmente santo, cuanto antes, por nuestra Iglesia.










El mandamiento esencial y nuevo, cumplido por nosotros, es la señal de que somos de Jesús: "Así reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: si se tienen amor unos a otros".
Pero esta caridad y amor que Jesús nos exige supera nuestras meras fuerzas humanas. Somos frágiles y pecadores; somos egoístas y cobardes para amar como Jesús amó. Nuestro amor se asemeja más bien a una caricatura del amor de Jesús.
No olvidemos que este amor es la caridad, una virtud teologal.Es un don de Dios. Es fruto de la resurrección del Dios hecho Hombre.Es un don de la Pascua de Cristo. Si amamos es porque Jesús resucitó. ¿Como lograr este don?
Para eso, Jesús nos dejó la Eucaristía. Ésta renueva sacramentalmente el misterio de nuestra fe: el misterio pascual de Cristo.Nos da una fuerza especial de caridad fraterna.
La Pascua y la Eucaristía son la base y sustento de nuestro amor hasta el extremo a nuestros hermanos, y de una manera preferencial a los más pobres.
Si lo creyentes no amamos a la manera de Jesús a los hombres y mujeres de nuestro mundo hacemos vana la muerte y resurrección de Cristo y nos hacemos mentirosos. Con un amor comprometido, a la manera de Jesús, hacemos vida la Eucaristía: "Anunciamos tu Muerte. Proclamamos tu Resurrección. ¡Ven Señor, Jesús!".
Cristo murió y resucitó para instaurar entre los hombres y mujeres una verdadera fraternidad; para superar la injusticias, las desigualdades y el "pecado social".
La misión evangelizadora de la Iglesia y de cada cristiano es crear fraternidad; cada vez que amamos en forma efectiva: hasta el extremo,estamos haciendo un avance del Reino de Dios; estamos dando testimonio de la resurrección del Señor. Estamos celebrando la Eucaristía de la vida, uniendo nuestra fe con nuestra vida, según 'los signos de los tiempos'.









Esta misión de crear fraternidad es difícil y conflictiva, porque se enfrenta con los obstáculos puestos por el egoísmo de unos pocos poderosos, que defienden sus intereses, privilegios sociales y culturales; que hacen obstáculos con los abusos de poder.
Esta minoría y su práctica egoísta es la antípoda a la sociedad de la civilización del amor y del compartir instaurada por Cristo con su Muerte y Resurreccion y en su Eucaristía.

Se ha globalizado en el mundo, un sistema económico, egoísta, acumulador, concentrador de poder y riquezas. Este sistema hace el "pecado social". Se ha institucionalizado un sistema perverso que acarrea sufrimientos en tantos y tantos sectores de la humanidad; es una violencia institucionalizada que hace una tentación a la violencia. Violencia que no queremos. 'Si no hay cambio, querámoslo o no vendrá el estallido social'.
Para sostener esta institucionalidad perversa se aplica una mal llamada Doctrina de Seguridad Nacional, que es la inseguridad misma para millones de hogares y de hermanos nuestros.
Ahora, ante cualquier discenso popular,es aplicada, en forma solapada, esa Doctrina de Inseguridad Nacional, aduciendo y calificando todo, rápidamente como actos terroristas; se aplica, oprimiendo al pueblo, una llamada "ley antiterrorista", que ha sido rechazada por el ordenamiento jurídico internacional.
Ante esta situación, la Iglesia tiene la misión profética de anunciar el amor de Jesús, y denunciar el "pecado social", convocando a la justicia y al amor fraterno. No es fácil cumplir esta tarea. Pero los discípulos de Cristo no son más que su maestro...Es ya bastante que sean como su maestro.
Mientras existan las injusticias y las desigualdades entre nosotros, los hombres y mujeres no pueden hacerse hermanos ni vivir la fraternidad ni reconciliarse. Por eso es un pecado. Es un desafío a la conciencia cristiana y a la misión de la Iglesia a luchar contra ello, a causa de la exigencia del mandamiento nuevo del amor a la manera de Jesús: exigencia de crear fraternidad, para que el mundo crea que Cristo resucitó. El amor, hasta el extremo, de los cristianos en el mundo,es manifestación del don de amor de Jesús resucitado.
Volver arriba