"Ninguna caída es definitiva, ninguna noche es eterna, ninguna herida está destinada a permanecer abierta para siempre" León XIV: "María lo confundió con un jardinero, los de Emaús con un forastero... En la Resurrección no hay efectos especiales"

El Papa saluda a la multitud
El Papa saluda a la multitud

"Jesús resucitado come una porción  de pescado delante de sus discípulos: no es un detalle marginal, es la confirmación de que nuestro cuerpo, nuestra historia, nuestras relaciones no son un envoltorio para tirar. Están destinados a la plenitud de la vida"

"Esta es la mayor sorpresa: descubrir que bajo las cenizas del desencanto y del cansancio siempre hay un rescoldo vivo, a la espera de ser  reavivado", clamó León XIV, quien recordó que "la resurrección de Cristo nos enseña que no hay historia tan marcada por el desengaño o el pecado que no pueda ser visitada por la esperanza"

No se impone con clamores, no exige ser reconocido inmediatamente. Con paciencia espera el momento en que nuestros ojos se abran para ver su  rostro amigo, capaz de transformar la decepción en confiada espera, la tristeza en gratitud, la resignación en esperanza"

En una audiencia atestada de fieles, y bajo un sol otoñal, Prevost quiso destacar la "humildad" de Jesus resucitado, que "no aparece rodeado de huestes de ángeles, no hace gestos sensacionales, no pronuncia discursos solemnes para revelar los secretos del universo", sino que "se acerca discretamente, como un viandante cualquiera, como un hombre hambriento que pide  compartir un poco de pan".

Tanto, que incluso sus amigos no le reconocen. "María de Magdala lo confunde con un jardinero. Los discípulos de Emaús creen que es un forastero. Pedro y los demás pescadores creen que es un simple transeúnte". Porque en la Resurrección no hay "efectos especiales, signos de poder, pruebas abrumadoras" porque Jesús "prefiere el lenguaje de la proximidad, de la normalidad, de la mesa compartida". 

Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME

"Hermanos y hermanas, en esto hay un mensaje precioso: la Resurrección no es un giro teatral, es  una transformación silenciosa que llena de sentido cada gesto humano", insistió León XIV, recordando pequeños grandes detalles: "Jesús resucitado come una porción  de pescado delante de sus discípulos: no es un detalle marginal, es la confirmación de que nuestro cuerpo, nuestra historia, nuestras relaciones no son un envoltorio para tirar. Están destinados a la plenitud de la vida".

León saluda a los fieles en la audiencia
León saluda a los fieles en la audiencia

Porque "resucitar no significa convertirse en espíritus evanescentes, sino entrar en una comunión más  profunda con Dios y con nuestros hermanos, en una humanidad transfigurada por el amor", recordó el pontífice. 

Sin embargo, advirtió el Papa, hay un obstáculo que puede impedir reconocer la presencia de Dios. ¿Cuál? "La pretensión de que la alegría debe ser sin heridas".  Así pasó con los discípulos de Emaús, que "caminaban tristes  porque esperaban otro final, un Mesías que no conociera la cruz". Jesús sigue a su lado y "cuando por fin se sientan a la mesa con Él y parten el pan, se les abren los ojos. Y se dan cuenta  de que su corazón ya ardía, aunque no lo sabían". 

El Papa acaricia a un niño
El Papa acaricia a un niño

"Esta es la mayor sorpresa: descubrir que bajo las cenizas del desencanto y del cansancio siempre hay un rescoldo vivo, a la espera de ser  reavivado", clamó León XIV, quien recordó que "la resurrección de Cristo nos enseña que no hay historia tan marcada por el desengaño o el pecado que no pueda ser visitada por la esperanza".

"Ninguna caída es definitiva, ninguna noche es eterna, ninguna herida está destinada a permanecer abierta para siempre. Por distantes, perdidos  o indignos que nos sintamos, no hay distancia que pueda apagar la fuerza infalible del amor de Dios", recordó el Papa, quien insistió en que Jesús "se acerca en los lugares más oscuros: en nuestros fracasos, en las relaciones desgastadas, en  los trabajos cotidianos que pesan sobre nuestros hombros, en las dudas que nos desaniman".

Prevost contempla a los fieles
Prevost contempla a los fieles

Y lo hace con normalidad y delicadeza. "No se impone con clamores, no exige ser reconocido inmediatamente. Con paciencia espera el momento en que nuestros ojos se abran para ver su  rostro amigo, capaz de transformar la decepción en confiada espera, la tristeza en gratitud, la resignación  en esperanza". Porque "el Resucitado sólo desea manifestar su presencia, hacerse nuestro compañero de camino y  encender en nosotros la certeza de que su vida es más fuerte que cualquier muerte".

Volver arriba