El subsecretario de Migrantes y Refugiados desmenuza el sentido de la palabra 'sinodalidad' en la Iglesia Cardenal Czerny: "La Iglesia tiene mucho que aprender de los laicos. Parecería tonta sin ellos"

Cardenal Czerny
Cardenal Czerny

La sinodalidad, afirma el cardenal Michael Czerny, es el modo en que "la Iglesia dispone a todos sus miembros a la corresponsabilidad, potencia sus carismas y ministerios e intensifica los lazos de amor fraterno"

No es "un mero proceso de toma de decisiones", sino "un rasgo fundamental de la identidad eclesial", y afecta a todos las personas bautizadas, de quienes se espera una 'comunión inclusiva' que dé sentido a la teoría

De los laicos, en particular, la Iglesia "tiene mucho que aprender", por ejemplo, en los ámbitos de "la piedad popular, el compromiso de la pastoral ordinaria, la competencia cultural y la convivencia social"

"La salvaguarda de la Creación, 'nuestra casa común': el cuidado del medio ambiente y la atención a los pobres están estrechamente relacionados"

"El Papa avanza "sobre la base de una experiencia espiritual y de oración, que comparte en el diálogo, en la consulta, en la respuesta concreta a situaciones de vulnerabilidad, sufrimiento e injusticia"

(Vatican News).- No es "un mero proceso de toma de decisiones", sino "un rasgo fundamental de la identidad eclesial": esto es la sinodalidad, definida por el cardenal Michael Czerny, Subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral, en un artículo publicado hoy, 31 de diciembre, en la revista "La Civiltà Cattolica".

La sinodalidad, escribe el cardenal, es el modo en que "la Iglesia dispone a todos sus miembros a la corresponsabilidad, potencia sus carismas y ministerios, intensifica los lazos de amor fraterno". En este sentido, encuentra su presuposición en la "Lumen Gentium": en esta Constitución dogmática del Concilio Vaticano II, de hecho, "se incluye la importancia de los laicos en la vida de la Iglesia", ya que están llamados a participar en su gobierno "según sus tareas, papeles y modos propios". Pero eso no es todo: mientras que la colegialidad se refiere, específicamente, "al ejercicio del ministerio de los obispos", la sinodalidad -señala el cardenal Czerny- es un concepto "más amplio", ya que "implica la participación e implicación de todo el pueblo de Dios en la vida y misión de la Iglesia". Este es el sentido que el Papa Francisco da a la palabra "sínodo", es decir, no sólo el de "estructura eclesial", sino también el de "forma visible de comunión", de "camino de fraternidad eclesial en el que todos los bautizados participan y contribuyen personalmente".

"La sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del Tercer Milenio", escribe de nuevo el cardenal, citando a Francisco, una Iglesia que, "como una pirámide invertida", "armoniza todos los sujetos implicados en ella: pueblo de Dios, Colegio de Obispos, Sucesor de Pedro". Una clara explicación de este concepto - recuerda el Subsecretario del Vaticano - se encuentra en la Exhortación Apostólica "Evangelii gaudium", en la que se define la sinodalidad como "un requisito previo indispensable para dar a la Iglesia un renovado impulso misionero".

De los laicos, en particular, la Iglesia "tiene mucho que aprender", por ejemplo, en los ámbitos de "la piedad popular, el compromiso de la pastoral ordinaria, la competencia cultural y la convivencia social". Tanto es así que - como dijo San Juan Enrique Newman - "la Iglesia parecería tonta sin ellos". Por supuesto, no faltan obstáculos, afirma el Cardenal Czerny, destacando la falta de formación adecuada y la mentalidad clerical que relega a los fieles laicos "a un papel subordinado".

Sin embargo, estos son obstáculos que deben ser superados, porque "la corresponsabilidad de todo el pueblo de Dios en la misión de la Iglesia" requiere una participación más activa de los laicos. En este sentido, el cardenal también enmarca la Constitución Apostólica "Episcopalis Communio", promulgada por el Papa Francisco en 2018: un documento que "marca el progreso con respecto al Concilio Vaticano II" porque "traduce los argumentos teóricos a la práctica eclesial". El centro se convierte en la escucha: del pueblo de Dios, los pastores y el obispo de Roma. Sólo así puede comenzar la praxis sinodal y sólo así "la colegialidad está al servicio de la sinodalidad".

Otro instrumento esencial para la puesta en práctica de la sinodalidad - continúa el cardenal Czerny - es "la opción preferencial por los pobres", que es "una preferencia no de carácter sociológico, sino propiamente teológica en la medida en que conduce a la acción salvífica de Dios". Lejos de cualquier expresión de "bondad ingenua", esta opción "debería reconocerse como parte integrante de los Evangelios y del proceso de transformación iniciado por el Concilio": en aquel momento, de hecho, se argumentaba que la Iglesia debería pasar de "una praxis caritativa de tipo asistencial", en la que los pobres son un mero "objeto" de atención, a su "reconocimiento como miembros del pueblo de Dios y sujetos de su propia liberación". Tanto entonces como ahora: no es casualidad que el Papa Francisco haya pedido repetidamente la integración "efectiva y concreta" de los pobres, los migrantes, los refugiados y los desplazados internos, exhortándolos a no "abandonar los programas de bienestar desde arriba", sino a reconocer a esas personas como "agentes activos de la evangelización". "El encuentro con los pobres", subrayó el Subsecretario del Vaticano, "es una ocasión propicia para dejarse evangelizar por Cristo".

De ahí también fluye la salvaguarda de la Creación, "nuestra casa común": el cuidado del medio ambiente y la atención a los pobres están estrechamente relacionados, nos recuerda el Cardenal Czerny, de hecho "Todo está conectado", como afirma la segunda Encíclica del Papa Francisco, "Laudato si' sobre el cuidado de la casa común". ¿Pero cómo hacer para que la sinodalidad crezca en la Iglesia? El cardenal sugiere "iniciar procesos de conversión", apuntando a una "comunión inclusiva", aquella que involucra a todos los componentes del pueblo de Dios, especialmente a los pobres. Sin la "aceptación mutua", de hecho, las estructuras eclesiales, instrumentos de comunión, "podrían resultar insuficientes para lograr el fin para el que fueron creadas".

La última parte del artículo del padre Czerny se centra en el modus operandi del Papa Francisco: el Pontífice "no tiene ideas preconcebidas para aplicar al mundo real, ni un plan ideológico de reformas preparadas", y mucho menos "estrategias concebidas en la mesa" para "obtener mejores resultados estadísticos". Más bien, el Papa avanza "sobre la base de una experiencia espiritual y de oración", que comparte "en el diálogo, en la consulta, en la respuesta concreta a situaciones de vulnerabilidad, sufrimiento e injusticia". De ello se deduce que "el compromiso y el criterio prioritario de toda acción social del Pueblo de Dios es escuchar el grito de los pobres y de la tierra y recordar los principios fundamentales de la doctrina social de la Iglesia", entre ellos "la dignidad humana inalienable, el destino universal de los bienes, la primacía de la solidaridad, el diálogo orientado a la paz y el cuidado de la casa común.

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