"Vamos a vivir un tiempo nuevo de espiritualidad, porque no se puede vivir o sobrevivir unicamente para consumir" Monseñor Bruno-Marie Duffè: "El 'menos puede ser más' del Papa es la condición de un nuevo contrato social y del futuro de la vida en nuestro planeta"

Monseñor Bruno-Marie Duffè
Monseñor Bruno-Marie Duffè

"La dimension espiritual y la dimension social de la Iglesia aparecen muy unidas y podriamos hacer una referencia a las primeras comunidades"

"Las llamadas del Papa para invertir en salud y la solidaridad el dinero destinado a la compra de armas y para anular la deuda de los paises mas pobres no pueden dejar a nadie indiferente"

"El desafio mas grande es el cambiar nuestra manera de vivir, rompiendo con el individualismo y pasando del 'todavia mas' (que agota la naturaleza y la humanidad) a una vida mas sobria, con voluntad de compartir y de ser feliz con poco"

"Internet puede permirir relaciones y fraternidad y luchar contra la soledad. Puede convertirse en un gran medio de humanización y de evangelización, como fueron la escritura, la pinura o el libro en el pasado"

"Las reformas del Papa seran cada vez más útiles y determinantes para la Iglesia"

"Si somos primordialmente una comunidad de hermanos y hermanas, hay que pensar nuevas formas de ministerio, para el servicio, la presidencia de la Eucaristia"

Monseñor Bruno-Marie Duffé (Lyon, 1951) es una personalidad de reconocido prestigio mundial, experto en cuestiones de ética médica, inmigrantes, derechos humanos, mediación, economía o incluso acción humanitaria y secretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el dicasterio preferido del propio Papa. En esta entrevista exclusiva asegura que, tras la pandemia, se firmará un nueco contrato social, en el que, siguiendo la estela de Francisco, "el menos pued ser más". A su juicio, se abrirá en el mundo "un nuevo tiempo de espiritualidad" y una Iglesia que caminará, cada vez más, "hacia una comunidad de hermanos", con "nuevas fromas de ministerio" y en la que "las reformas del Papa seran cada vez más útiles y determinantes".

¿Cómo está percibiendo la sociedad la implicación de la Iglesia y el papel que está jugando en la pandemia? ¿Está cumpliendo su función social?

Tenemos, ante todo, que precisar a qué llamamos la Iglesia y la implicación de la Iglesia. Está claro que la Iglesia (Catolica) se presenta y vive, en nuestro tiempo, de maneras diversas. Hay que hablar de la relación de proximidad en una parroquia, un movimiento de reflexión o de oración. Pero también hay que hablar de la Iglesia como referencia moral en nuestro mundo o del papa Francisco como autoridad espiritual de comunión... cada dimensión de la Iglesia ofrece una presencia particular en el mundo actual. Y se puede decir que, en este contexto de la pandemia, la implicación de la Iglesia empezó con la atención y la proximidad a las familias, al barrio, a los niños o a los ancianos. La dimensión espiritual y la dimensión social de la Iglesia aparecen muy unidas y podríamos hacer una referencia a las primeras comunidades del Cristianismo, cuando se dice que los cristianos se reunían en sus casas para rezar, compartir el pan y sus bienes entre los que necesitaban ayuda (Cf. Hechos de los Apóstoles, 2,42). En este sentido, con la pandemia vivimos una experiencia que nos hace revisitar nuestros fundamentos comunitarios.

¿Por qué la Iglesia no ha conseguido como institución visibilizar bien su lucha contra la pandemia y no ha podido ni ha intentado romper el techo de cristal de los grandes medios, especialmente las televisiones?

No estoy seguro de entender bien su pregunta. ¿Qué quiere decir: "visibilizar su lucha contra la pandemia" y "romper el techo de cristal de los medios"? la Iglesia no tiene el papel de organizar una lucha sanitaria, como hizo en el pasado, con los hospitales, hospicios... La misión de la Iglesia es primordialmente el apoyo que puede dar a todos los actores principales del cuidado y de la solidaridad. Muchas organizaciones -red de Caritas, por ejemplo- se movilizan cotidianamente, junto a otros activistas humanitarios. Eso habla mas que los discursos, porque ésa fue la manera de Jesus de vivir como "prójimo-próximo" a los que sufren.

Oración del Papa coronavirus

Ademas, hay muchos cristianos presentes y activos en los trabajos y responsabilidades del mundo de la salud. Y hay que hablar de la presencia de los que acompañan a los y las que mueren, a veces lejos de su familia. Quiero decir también que el testimonio y los mensajes del Papa Francisco han roto realmente el techo de cristal de los medios, para expresar su afecto tanto a la humanidad enferma como a los que cuidan a los enfermos hasta "dar su vida"por ellos. El Papa dijo que estos cuidadores "son el Evangelio de la vida". Las llamadas del Papa para invertir en salud y en solidaridad el dinero destinado a la compra de armas y para anular la deuda de los países más pobres no pueden dejar a nadie indiferente. La imagen de este Papa, solo, en la Plaza San Pedro, el viernes santo, habla por sí sola: en la noche de la Pasión y de la soledad, se hace presente el Buen Pastor, y la Iglesia con él.

¿Cree usted que la Iglesia institucional va a formar parte del nuevo contrato social que parece estarse tejiendo?

Muchos actores de la sociedad internacional y de las instituciones políticas están esperando -en los dos significados del verbo "esperar"- un consejo y a veces una luz moral para construir - o reconstruir - el contrato social de cara al tiempo que se anuncia. Pero eso no es una novedad. Cuando el Papa Juan XXIII hablaba de paz (Cf. "Pacem in terris", 1963), incluyendo los derechos humanos, o contra las armas... Cuando Pablo VI hablaba del desarrollo integral como la otra manera de pensar el futuro de la comunidad humana (Cf. "Populorum progressio", 1967)... Cuando Francisco habla de un nuevo modelo de desarrollo que respete la tierra, la dignidad de los más pobres y la biodiversidad (Cf. "Laudato si", 2015), la Iglesia, con sus pastores, ofrece su contribución a esta elaboración de un contrato social pacifico. El mayor desafío es el cambiar nuestra manera de vivir, rompiendo con el individualismo y pasando del "todavía mas" (que agota la naturaleza y la humanidad) a una vida más sobria, con voluntad de compartir y de ser feliz con poco. "Menos puede ser más", dice Francisco. Es la condición de un nuevo contrato social y de un compromiso para el futuro de la vida sobre nuestro planeta.

¿La crisis del coronavirus está haciendo aflorar el lado religioso de mucha gente, hasta ahora escondido o tapado? ¿Los indiferentes religiosos volverán al catolicismo o se irán definitivamente en busca de nuevas espiritualidades?

Hay que escuchar a cada persona en su sed espiritual personal. Algunas personas buscan una espiritualidad que les permita vivir una nueva relación con los elementos de la naturaleza y un nuevo equilibrio físico y mental. Hay que escuchar eso y proponer una espiritualidad de comunión entre todos los vivientes, Dios y uno mismo. No creo que haya muchos indiferentes, porque los temas del sufrimiento, de la vulnerabilidad y de la muerte tocan a todos y todas. El catolicismo no tiene une explicación a todos los enigmas de nuestro mundo. Propone una confianza y una esperanza. Dios Creador quiere dar su amor a todos los seres vivos que Él ha creado y que quiere asociar a su Creación, para continuarla. Jesus, el Hijo de Dios, quiere dar una vida plena a los hombres, sus hermanos.

Espíritu Santo

El Espíritu Santo, que es la inspiración y la respiración de Dios Padre, se ofrece a todos los que tienen el corazón y la inteligencia abiertos. Por lo tanto, tenemos que tener en cuenta la sed espiritual y religiosa de los que viven con nosotros y compartir sencillamente con ellos nuestra fe y nuestra humanidad. Nuestra atención al otro habla de nuestra convicción íntima. Ahora, parece que vamos a vivir un tiempo nuevo de espiritualidad, porque no se puede vivir - o sobrevivir - unicamente para consumir. Todos buscamos una razón para vivir y es vital respirar de nuevo. Por eso, la "ecología integral" incluye la salud, el cuidado del medioambiente y de la tierra, pero también de la vida afectiva y espiritual.

¿El miedo a la muerte que ha recorrido el cuerpo social ha encontrado en la Iglesia sentido, consuelo y esperanza? Sin posibilidad de realizar funerales, ¿ha perdido la Iglesia el último rito de paso que le quedaba?

Los ritos tienen una gran importancia en la vida personal y colectiva. Permiten expresar cosas que las palabras no siempre pueden decir. El símbolo de la flor que regalamos es mucho más que una demostración del amor que sentimos por una persona. El pan y el vino compartidos en memoria de Jesús y con sus palabras expresan el Evangelio entero. Por lo tanto, los ritos son esenciales. Pero cada rito tiene une historia y se puede vivir con ritos sencillos: un mensaje, una carta, un poema, un dibujo que ofrece un niño... Todo eso permite, en cualquier circunstancia, vivir una relación con lo que no se ve, con una vida más fuerte que la muerte. Para eso, la Iglesia debe desarrollar una educación y una pedagogía de los ritos, a partir de la referencia a los siete sacramentos. Todos son ritos de vida y de paso. Necesitan poco para significarse: un poco de agua, una pequeña luz, manos abiertas, corazón sensible, una palabra de perdón que viene de Dios y que podemos ofrecernos unos a otros... Hay mucha gente que está esperando esta pedagogía y esta iniciación a los ritos. 

¿Se ha consagrado Internet (otrora demonizado por muchos clérigos) como un gran medio de humanización y de evangelización?

Internet es un instrumento que puede hacer cosas bellas o producir cosas terribles. No es el instrumento el que es malo en sí mismo, sino sus efectos de muerte (violencia o abusos), que pueden hacer daño a niños o a adultos. Efectivamente, Internet puede permitir relaciones y fraternidad y luchar contra la soledad. Puede convertirse en un gran medio de humanización y de evangelización, como lo fueron la escritura, la pintura o el libro en el pasado. La condición para que sus efectos sean positivos es el dialogo y el respeto de la libertad de conciencia de las personas. Un sacerdote propuso en Internet una lectura dialogada del Evangelio. Fue una experiencia bella y rica. En este ámbito, necesitamos un proyecto claro, con atención, etapas y referencias correctas a la tradición bíblica. 

misa online
misa online

¿Cómo será la Iglesia del postcoronavirus? ¿Qué características tendrá? ¿Hacia qué líneas de fondo apuntará? ¿Afectará a las reformas del Papa Francisco?

La pandemia va a dejar muchas cosas en las conciencias: descubrimientos, tristezas, experiencias personales, trabajo de verdad. No es fácil saber qué va a guardar nuestra memoria personal y colectiva de este tiempo que nos hace pensar en nuestra condición y en el sentido último de nuestra existencia. La Iglesia tendrá que escuchar mucho a cada persona y ofrecer un espacio y un tiempo para hablar y rezar juntos. Claro que las intuiciones del Papa Francisco se van a verificar: Estamos llamados a vivir como una Iglesia pobre con los pobres, porque las consecuencias económicas y sociales de la pandemia serán muy duras y difíciles. No podemos contentarnos con predicar, sin vivir como testigos de un Evangelio existencial y no teórico o solamente moral. Las reformas del Papa serán cada vez más útiles y determinantes para la Iglesia, porque el espíritu de dichas reformas se puede presentar con estos cuatro verbos, que reflejan la prioridad de la misión : encontrar(se), acoger(se), escuchar(se), y ofrecer(se) ánimo y paz. Necesitamos la fuerza del Espíritu que pueda aconsejar a cada uno lo que tiene que decir y vivir. Parece que lo mas importante es hacer el discernimiento entre lo que es vital y lo que es superficial o superfluo. Finalmente, la Iglesia va a vivir, como todo nuestro mundo, un nuevo comienzo y una conversión a lo que realmente tiene sentido y valor: la vida que hemos recibido y la vida que podemos dar.

¿Podrá seguir manteniendo su actual estructura económica, territorial y funcional?

Parece evidente que vamos hacia una nueva organización y hacia una estructura más sencilla, más comunitaria, más próxima a las personas, siguiendo el espíritu de lo que quiere promover el Papa Francisco: una Iglesia que se centra de nuevo en su misión, es decir en "el encuentro" y en el "dialogo" con los más pobres y con los que cuidan "la casa común". Vamos a tener muy presentes las prioridades de esta misión, que es anunciar el corazón del Evangelio: que cada uno/una es un hermano/una hermana y su vida es un tesoro para la comunidad humana. No tendremos los medios de épocas pasadas, pero compartiremos lo que hemos recibido. Francisco de Asís, que ha inspirado la carta encíclica "Laudato si", va a inspirar también una nueva manera de vivir, con atención a cada uno, sin otro poder que la alegría de compartir una humanidad común.

Sueño con una Iglesia

Proponer y sostener comunidades más cercanas a los y las que buscan una manera modesta, ecológica y sobria de vivir. La referencia a la Eucaristía: pan compartido como cuerpo de Jesús vivo, y al Perdón, como capacidad de hacer memoria de la misericordia de Dios, serán los desafíos de una nueva época, fundada sobre la Palabra, la Promesa y el Perdón. Eso va a exigir tiempo, para hallar estructuras  económicas, territoriales y funcionales, pero con la "sinodalidad", que es la voluntad de "caminar juntos" y que será la inspiración central a todos los niveles de la realidad eclesial. Atención, solidaridad y sinodalidad, para ser signos de un Cristo prójimo-próximo de todos.

¿La pandemia ha despertado en el laicado la conciencia de su ser 'pueblo sacerdotal' y, por tanto, la exigencia de asumir ministerios ordenados?

No se si la pandemia ha despertado la conciencia de los laicos de ser "pueblo sacerdotal". Eso es una evolución fundamental desde hace 50 anos y la contribución esencial del Concilio Vatican II - con la reflexión sobre la vocación del "Pueblo de Dios"-. Pero sí podemos afirmar que, en la actualidad, estamos dando un paso más en la nueva definición de los actores de la misión en la Iglesia. Hay que decir que el cristianismo no es una religión de sacerdotes, sino una experiencia de hermanos y hermanas, reunidos por el mismo Cristo. Al final del Evangelio de Mateo, Jesús dice a sus discípulos : "Estaré con vosotros hasta el fin del mundo" (Mt 28). Por lo tanto, estamos en un nuevo comienzo de la Iglesia, que vive una experiencia de Pasión y Resurrección, de muerte y de vida. Si somos primordialmente una comunidad de hermanos y hermanas, hay que pensar nuevas formas de ministerio para el servicio, para la presidencia de la Eucaristía - que funde la Iglesia en sí misma - y para la misión de solidaridad con los que no tienen nada en nuestra sociedad.

Sueño con una Iglesia

"Sacerdotal" quiere decir "el que hace sagrado". Una sola cosa es sagrada: la vida recibida de Dios y la dignidad de cada uno y de cada una. Viviendo la experiencia de la pandemia, vivimos nuevas formas - domesticas - de comunidad. Eso puede inspirarnos para el futuro. Necesitamos una Iglesia de comunidades de proximidad y "ministros y ministras servidores" de la fraternidad. La ordenación debe ser pensada a partir de la experiencia de la comunidad de los próximos de Jesus, hombres y mujeres, y de las primeras comunidades, que fueron signos concretos del Evangelio y que el Papa Francisco quiere actualizar: encontrar, escuchar, compartir y construir "una casa común", para que cada uno tenga "un techo, una tierra, un trabajo".

¿Habrá que revisar la actual praxis sacramental, especialmente de la eucaristía y de la penitencia?

No hay que revisar. Hay que vivir y actualizar el significado de la eucaristía y del perdón. Esos dos sacramentos - es decir "signos para la vida" -, tenemos que vivirlos concretamente: tenemos que aprender a vivir la comunión - pan y visa compartida - y el perdón - palabra de amor más fuerte que nuestras violencias -... Ésa es la conversión a la que estamos llamados. Cada nuevo comienzo en la historia de la Iglesia se hizo con un nuevo descubrimiento del Evangelio, del perdón y de la eucaristía, porque son los tres fundamentos de la comunidad  del amor, con Cristo. Después viene la organización, pero primero hace falta la conversión, como sucedió en la tarde de Pascua, cuando Jesus visitó a sus amigos.

Duffé

Volver arriba