Bach, sonata para flauta, BWV 1020

Bach, sonata BWV 1020

¡Feliz domingo! Puesto que la semana pasada terminamos con la serie de sonatas para violín y clave, hoy nos toca hacer un cambio. Si bien no vamos a abandonar ese género musical sí vamos a cambiar de instrumento solista por uno más delicado. Obviamente, para él también compuso Bach (puede que no J. S.) una obra maestra.

J. S. Bach

Antes, algo de la biografía de Johann Sebastian Bach (1685-1750), compositor alemán nacido en Eisenach. El domingo pasado vimos cómo Bach se embarcó en componer diversos ciclos anuales de cantatas, heterogéneos pero con características comunes. Casi todas destacan por un grandioso coro inicial y por un coral final a cuatro partes. Los conjuntos instrumentales son más grandes que los que usó en Weimar, con una instrumentación más refinada pero también algo más estandarizada. Nunca dejó de explorar nuevas sonoridades y combinaciones instrumentales usando, por ejemplo, oboes de registro grave, como el oboe de amor o el oboe de caza; sabemos que, a partir de la primavera de 1724, empezó a utilizar la flauta travesera. Por supuesto, siempre exigiendo un gran virtuosismo tanto a cantantes como a instrumentistas.

Escuchemos la Sonata para flauta y clave en sol menor, BWV 1020. La sorpresa de la obra es que casi con toda seguridad se sabe que no es de Johann Sebastian sino de su hijo Carl Philipp Emanuel. Sea como fuere la delicadeza llena esta obra. La primera característica es que tiene solo tres movimientos en vez de cuatro. El movimiento inicial no tiene indicación de tiempo pero su ritmo es de allegro. Los temas casi son llevados por igual por la flauta y por el teclado. El Adagio presenta una melodía de lo más cantable, un verdadero regalo. Termina la pieza con otro Allegro construido a base de un motivo con notas repetidas.

La partitura de la pieza puede descargarse aquí.

La interpretación es de Artur Elias (flauta) y Fernando Cordella (clave).

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