El nombre de Vivaldi dice tanto para nosotros los melómanos que no puede faltar a esta cita. ¿Quién no ha disfrutado con uno de sus múltiples conciertos?, ¿o con sus óperas?, ¿o con su música religiosa? La obra que te traigo hoy es positiva, optimista, llena de vida y yo casi diría que vertiginosa como ahora vas a comprobar. ¿Te apetece?

Voy a comentarte algunas cosas de Antonio Vivaldi (1678-1741), maestro italiano nacido en Venecia. Su padre era violinista profesional. Con 25 años fue ordenado sacerdote y hay quien piensa que lo fue en contra de su voluntad. Fue uno de los compositores más prolíficos de toda la historia; compuso unos 500 conciertos además de una gran cantidad de óperas. Debía tener una personalidad de lo más curiosa y, como se diría en lenguaje coloquial, se pegó alguna que otra vacilada. Alguna vez dijo que era capaz de componer un concierto en un tiempo más breve del que luego se necesitaba para copiarlo. A pesar de su éxito, Vivadi murió en la más completa pobreza (como Mozart) y fue enterrado de forma anónima.

Entre sus múltiples conciertos están los conciertos para flautín, o flauta dulce soprano. Hoy te propongo escuchar el tercer movimiento del Concierto para flauta dulce y orquesta en Do Mayor, RV 443. Los conciertos que escribió para este instrumento son de los más exigente, entre otra por el virtuosismo que se necesita y la habilidad para tocar un instrumento tan pequeño. La escritura vertiginosa (como dije al principio) hace que el solista casi no tenga tiempo de respirar. Sin duda, Vivaldi tenía a su disposición solistas de lo más virtuosos, en quien pensaba cuando compuso estos conciertos. ¡Llénate de vida con el aire fresco vivaldiano!

La interpretación es de Giovanni Antonini (flauta) y el conjunto Il Giardino Armonico.