Piquito de oro



¡Feliz miércoles! ¿Qué tal? ¿Cómo va la semana? Espero que bien. Hoy se celebra el día de san Juan Crisóstomo, que en griego significa "boca de oro". Era un extraordinario orador que sobresalía por su elocuencia. Y lo traigo aquí porque hay bastante música relacionada con este santo, sobre todo procedente de liturgias orientales. Será el caso de hoy. Vamos a disfrutar de una grandiosa y extensa obra, en memoria de este santo que también es doctor de la Iglesia.

Esa música viene de la mano de Sergei Rachmaninov (1873-1943), maestro ruso nacido en Semyonovo. Está considerado como uno de los grandes pianistas de todos los tiempos. Su técnica era asombrosa y sus grandes manos le permitían alcanzar intervalos muy amplios. También es legendaria su capacidad para tocar complejas composiciones a primera vista o con solo oírlas una vez. Como compositor, las opiniones son más encontradas ya que a mediados del siglo XX era bastante denostado, calificándosele como un compositor que no pasará a la posteridad, cosa que el tiempo se ha encargado de desmentir. Sus obras se siguen manteniendo en las salas de conciertos y son favoritas tanto de intérpretes como del público. Rachmaninov compuso muchas piezas para piano, conciertos, tres sinfonías y tres óperas así como varios poemas sinfónicos. También destacan en el repertorio sus obras corales.

Y una de ellas es lo que vamos a escuchar hoy. En ruso se titula «Литургия Иоанна Златоуста», es decir, su Liturgia de san Juan Crisóstomo, op. 31. Fue compuesta en 1910 y reconstruida unos setenta años más tarde. Es una de las obras corales más emocionantes del compositor, con una armonía radiante y luminosa. El maestro usa unas líneas melódicas simples que tienen por objeto el oyente y su movimiento interior. A pesar de ello, Rachmaninov llegó a componer una pieza que puede ya calificarse de fundamental en el repertorio ortodoxo ruso. Cuando la obra se estrenó, las autoridades eclesiásticas se quejaron de que era demasiado moderna y prohibieron su uso en la liturgia, de ahí que cayese en el olvido. Afortunadamente, hoy vemos qué grande es esta obra y qué impresión deja en nosotros.

La partitura puedes conseguirla aquí.

La interpretación es del Coro de Cámara de Moscú dirigido por Vladimir Minin.

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