Salmo de Pascua



¡Feliz jueves! La semana va marchando con su ritmo inexorable y para acompañarte en ella te traigo hoy buena música. Del maestro de hoy creo que hemos escuchado ya algo. Su música no destaca por el género religioso, principalmente porque compuso muy pocas obras pertenecientes a él, una de ellas es esta que te traigo hoy. A pesar de todo, vamos a ver cómo incluso en este tipo de obras, sabe destilarnos su arte.

Vuelve hoy a acompañarnos Erich Wolfgang Korngold (1897-1957), maestro austro-húngaro nacido en Brno. Fue un talento precoz para la música y tanto Mahler como Strauss admiraron sus obras. En 1909, Gustav Mahler mostró un gran interés por él e incluso lo llamó niño prodigio y "genio musical". Tanto fue así que le urgió a estudiar con Alexander von Zemlinsky. Su música poco a poco fue conocida por toda Europa gracias, entre otros, al pianista Erich Schnabel, quien llevaba en sus conciertos la "Sonata nº 2". Famoso directores de orquesta interpretaban sus obras en los teatros de Centroeuropa. Debido a su ascendencia judía la barbarie nazi lo obligó a exiliarse a Estados Unidos, donde comenzó una carrera de lo más exitosa. Compuso obras para películas y ganó incluso un óscar por la partitura para "Las aventuras de Robin Hood".

El maestro Korngold nos propone disfrutar de su Salmo de Pascua, op. 30 que es, como he comentado, una de sus pocas obras religiosas así como muy poca para coro. Está escrito para soprano solista, coro y orquesta y compuesto en 1941. Fue un encargo del Rabino de Los Ángeles y, junto con su hermana la op. 32, es la única obra religiosa del maestro. Toma textos hebreos de la "Hagandah" (para el salmo) y de Franz Werfel (para la oración). La obra es muy curiosa por cuanto supone una mezcla se sonidos europeos vieneses con otros judíos, pero con una mano maestra como es la de Korngold. La armonía usada por él aquí es muy rica y de una gran inspiración.

La interpretación es de Emily Mage (soprano), el Coro de la Radio de Baviera y la Orquesta de la Radio de Múnich dirigida por Marcello Viotti.

Volver arriba