Sencillamente, carnaval

¡Feliz martes de carnaval! Antes el día de hoy era calificado así a este día anterior al Miércoles de Ceniza. Por ello, antes de las austeridades de la Cuaresma, los agobiados ciudadanos se permitían el lujo de divertirse de una forma especial en el día de hoy. Nosotros lo vamos a celebrar escuchando buena música que es, por otra parte, lo que hacemos todos los días. La de hoy viene de un compositor de renombre, cuyas obras son de una especial calidad y calidez. ¿Tienes un ratito para ella?

Si es así, que sepas que es de Robert Schumann (1810-1856), compositor alemán nacido en Zwickau. Contribuyó a casi todos los géneros musicales pero hoy día es recordado por su música para piano y sus canciones. Tenía un talento especial y su cultura era tan amplia que en su música recogió todas estas influencias. En su labor como crítico también mostró un conocimiento bastante enciclopédico . Schumann era un representante nato (y casi el que más) del romanticismo más arrebatado y su música se proyectó en el futuro con gran influencia. Al principio el público no fue demasiado complaciente con él pero tras la publicación de su primera sinfonía y su quinteto para cuerdas todo el mundo se rindió ante las capacidades de este hombre que tuvo que luchar toda su vida contra sus propias enfermedades mentales, hasta el punto de ingresar varias veces en centros psiquiátricos. Comentaristas y colegas críticos del siglo XX lo han calificado como «intelectual moderno-burgués» y un «clasicista». Era un miniaturista como casi no lo ha habido jamás y un constructor de formas monumentales llenas de una poesía a la vez nueva y futura.

Para este martes vamos a escuchar su Carnaval, op. 9, composición para piano solo compuesta entre 1834 y 1835. La composición muestra todas las características del estilo juvenil del maestro y en ella describe a varios amigos y contemporáneos. Se abre con una pieza en estilo de variaciones schubertianas y luego van apareciendo personajes de la «commedia dell' arte». Schumann se compone varias piezas a sí mismo y sus alter ego, como Eusebio o Florestán. Su prometida de aquel entonces, Ernestine von Fricken, también está caracterizada en «Estrella» y Clara Wieck en «Chiarina». Chopin también está presente en todo este abanico de composiciones en forma de personajes que aparecen, que viene y van. La obra gira en torno a las notas La-Si bemol-Do-Si natural (A-S-C-H en notación alemana), que es como una especie de acrónimo musical de su nombre. Termina con una pieza que describe a David ante los filisteos, que eran en realidad los reaccionarios a la música que él componía, un ejemplo de ironía de lo más fino. Todos, ocultos tras sus caretas de carnaval, representaban a la vieja escuela alemana, opuesta al progreso.

La partitura de la obra puedes descargarla aquí.

La interpretación es de Arthur Rubinstein al piano.

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