Una sinfonía desconocida de un español desconocido



¡Feliz miércoles! Como has podido comprobar por el título del post hoy nos toca la ración semanal de música española. Desgraciadamente tenemos muchos maestros que aún tenemos que descubrir. Si es cierto que de los grandes nombres (y pienso en Mozart, Beethoven, Bach) hay muchas obras que tenemos que conocer o redescubrir debido a lo desconocida que son, aún nos quedan muchos maestros incluso por escuchar por primera vez. Es el caso del de hoy.

Te presento a Valentín María Zubiaurre (1837-1914), compositor español nacido en Garay (Vizcaya). Cantó en el coro de la basílica de Santiago en Bilbao y en 1852 fue nombrado organista en Santurce. Tras permanecer por un tiempo en Sudamérica regresó a España para estudiar con Eslava en Madrid. Pudo marchar a Roma a perfeccionar sus estudios y luego volvió a nuestro país pasando antes por Alemania y Francia, donde fue testigo de las tendencias de ese tiempo con respecto a la composición. En 1878 sucedió a Eslava como maestro de la capilla real de Madrid y empezó a enseñar en el conservatorio de la capital y consiguió el puesto de catedrático hasta su muerte. Fue un prolífico compositor sobre todo de obra religiosa, con misas, motetes, un réquiem, vísperas y un Stabat Mater. Pero también compuso obras profanas como una sinfonía y composiciones de cámara. También fue un gran compositor de óperas, algunas incluso ganadoras de premios. Se le ha criticado que haga un uso muy reiterado de la melodía italiana pero, a pesar de todo, Zubiaurre es un gran contribuyente del éxito de la ópera nacional española durante el siglo XIX.

Hoy te propongo disfrutar de su mencionada Sinfonía en Mi Mayor, obra compuesta en 1874. Es una obra seria y amplia dividida en los tradicionales cuatro movimientos. El compositor es capaz de mantener el interés durante toda la obra gracias a una orquestación de gran claridad, muy buenas ideas y un contraste dinámico bastante llamativo. Abundan los momentos líricos, a veces tranquilos y a veces agitados, como en el tercer movimiento o en el cuarto final. La tradición de la que echa mano el compositor es sin duda la gran tradición sinfónica del siglo XIX. En el movimiento lento destaca el intenso uso de los metales, que emergen casi de pronto creándonos una gran sorpresa. Toda una gran obra que merece la pena ser conocida.

La interpretación es de la Orquesta Sinfónica de Euskadi dirigida por Juan José Ocón.

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