Escriben una carta abierta al Papa protestando por el nombramiento de Carlos Irarrázaval Católicas chilenas arremeten contra el nuevo auxiliar de Santiago por su "machismo y sexismo"

Carlos Irarrázaval
Carlos Irarrázaval

"No dudamos de la calidad humana del Sr. Irarrázaval. Sin embargo, a nuestra Iglesia de Chile, hoy no le bastan hombres buenos", advierten a Francisco

"Las mujeres queremos un rol más activo en nuestra iglesia, más participación en las decisiones, más responsabilidades y más protagonismo... De lo contrario el éxodo de mujeres de la 'barca de Pedro' será cada vez más grande e inevitable"

Mucha crítica en todos los ámbitos ha generado el nombramiento de Carlos Irarrázaval Errázuriz, como obispo auxiliar de Santiago, y más aún cuando recién nombrado en una entrevista con la CNN, despachó afirmaciones que niegan la participación de las mujeres en la iglesia.

Esto motivó que el movimiento «Mujeres Iglesia» que ya cumple tres años y que aglutina a participantes de todo el país, le envíe una carta al Papa Francisco a la cual también han adherido varones.

El texto completo de la carta es el siguiente:

Querido hermano Francisco,

Te escribimos en la esperanza del Resucitado y en el convencimiento pleno de que nuestra Iglesia debe ser como «sacramento o señal de instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano» (LG 1). Así también, creemos, profesamos y vivimos la igual dignidad que, como mujeres bautizadas, tenemos con todos los bautizados varones, en los distintos carismas y funciones. No sabemos configuradas con Cristo por el bautismo (LG 7), aun cuando en innumerables oportunidades se nos ha hecho sentir y experimentar lo contrario.

En estos últimos días nos hemos sorprendido por las declaraciones efectuadas por el designado obispo auxiliar de Santiago, Carlos Irarrázaval Errázuriz. En medio de la profunda crisis que vive nuestra Iglesia en Chile y, en particular, la de Santiago, no logramos entender este nombramiento.

No dudamos de la calidad humana del Sr. Irarrázaval. Sin embargo, a nuestra Iglesia de Chile, hoy no le bastan hombres buenos. Necesitamos con urgencia no sólo hombres de bien, sino líderes preparados, con una teología y visión del mundo actualizadas, que dialogan con los tiempos y con una experiencia pastoral lúcida y adulta. Lo que hemos escuchado del designado obispos auxiliar no tiene nada de esto y es altamente preocupante.

Referirse a la profundidad de la crisis con metáforas gastronómicas como el «arroz recalentado», nos parece, a lo menos, inadecuado e irrespetuoso. Tales metáforas invisibilizan a las víctimas y sobrevivientes y se banaliza la tragedia vivida.

La antropología que traslucen sus palabras, nos parece, también, preocupante y, además, superada por la teología actual que ha reconocido desde hace demasiados años que la antropología bíblica es unitaria y que no se debe admitir afirmaciones como «la de cuidar almas». El sacerdote, así como todo bautizado y bautizada, está llamado a cuidar personas (Mt 25) no almas, con toda la complejidad que demanda nuestra humanidad.

Como Mujeres Iglesia Chile, nos preocupa sobremanera sus declaraciones respecto a las mujeres y su lectura y conocimiento bíblico e histórico. ¿Cómo es posible seguir escuchando de un pastor decir que «en la Última Cena no había mujeres sentadas a la mesa»? Sabemos que los Evangelios sinópticos hablan de «los doce» y que Juan habla de «discípulos». Al menos, hay espacio para la discusión y la interpretación.

La evidencia, hoy, es muy abundante como para afirmar que en la celebración pascual -una fiesta judía- Jesús celebró como un judío más: con mujeres, niños, y familiares. ¿O acaso, imaginamos que, llegado el momento de la bendición del pan Jesús les dijo a las mujeres «salgan que lo que sigue es solo para varones»? La tradición -elaborada principalmente por hombres- ha interpretado que las mujeres estaban ausentes. Sin embargo, la probabilidad histórica se inclina hacia la presencia de mujeres en la Última Cena y hay abundante literatura para ponerse al día. Y no estamos hablando aquí de ordenación sacerdotal. Hablamos de participación con ciudadanía plena porque los discípulos tampoco eran «sacerdotes». No queremos «hacer luchar al hombre [con la mujer], hacer un gallito, quien es más», según palabras de Irarrázaval.

Esta lógica de interpretación literal de la Escritura es muy peligrosa: un puñado de discípulos varones cobardes dejaron a Jesús solo en su hora más amarga. Un puñado de mujeres valientes lo acompañaron en ese trance, hasta la muerte y, a ellas, Jesús les dio la misión de anunciarlo.

Siguiendo la lógica del designado obispo auxiliar, solo las mujeres deberíamos anunciar al Resucitado. ¿A alguien puede parecerle razonable esta afirmación? ¿Por qué, entonces, podría parecer razonable lo expresado por el designado obispo sobre la mesa de la Última Cena?

El 8 de marzo de este año, se vivió en Chile la marcha feminista que congregó la mayor cantidad de mujeres en la historia de las manifestaciones en nuestro país. Solo en Santiago, más de 190 mil mujeres hicimos historia pidiendo dejar de ser ignoradas, clamndo contra la normalización de la violencia, pidiendo que se escucharan nuestras voces y ¡cómo se escucharon en todo Chile!

El Sr. Irarrázaval ¿no estaba en el país? ¿no pudo informarse del clamor de las mujeres? ¿Cómo explicarnos, entonces, sus palabras: «quizás a ellas mismas les gusta estar en la trastienda», donde no se escucha nuestra voz? ¿o es que acaso él piensa que las mujeres de Iglesia debemos estar en la casa, silenciosas?

Muchas de las mujeres firmantes de esta carta -y también varones- queremos un rol más activo en nuestra iglesia, más participación en las decisiones, más responsabilidades y más protagonismo. Los espacios que hemos ganado en la sociedad civil, los queremos, también, en la Iglesia. De lo contrario el éxodo de mujeres de la «barca de Pedro» será cada vez más grande e inevitable.

Sus declaraciones sobre los judíos nos parecen, también, inaceptables e incorrectas. Desde el Concilio Vaticano II se ha dado un gran impulso al diálogo interreligioso y a la mutua comprensión de los credos. Hoy sabemos que no es históricamente correcto ni éticamente aceptable afirmar sin más que «la cultura judía es una cultura machista hasta hoy día» y que las mujeres siguen caminando detrás de los maridos. Es cuestionable esta estrategia de describir al judaísmo en su conjunto -a a cualquier otra religión- como patriarcal y machista, considerando, además, que en el judaísmo hay rabinas. El resultado de esa interpretación es muy peligroso para el cristianismo porque le impide asumir responsabilidades por su propio machismo y su sexismo.

En síntesis, querido Francisco, y hablando con la parresía de los hijos e hijas de Dios, que tú mismo nos animaste a tener, levantamos la voz para exigir pastores a la altura de la complejidad de la crisis que estamos atravesando.

Pastores que distingan con claridad qué significa y cómo se hace para hablar desde el púlpito o en la esfera pública -en donde los(as) receptores(as) vienen de diversas procedencias, sensibilidades y credos-.

La designación de este obispo auxiliar nos lleva a preguntarnos, una vez más, ¿Con qué criterios se están buscando a los obispos? ¿Qué está pasando con el sistema de búsqueda? ¿Qué participación podemos tener las comunidades para que estos errores no se sigan cometiendo?

Como cristianos y cristianas adultos ya no estamos dispuestos a guardar silencio. Ese silencio contribuyó a la crisis que vivimos, por eso, no volveremos a callar.

Necesitamos pastores bien formados, con una teología actualizada que permita dialogar y hacerse cargo de las preguntas que levanta nuestra sociedad. Pastores que vean que la exclusión de las mujeres está matando la Buena Nueva. Obispos que entiendan que el Espíritu está también derramado entre laicos y laicas y que tenemos el derecho y la obligación de manifestar nuestro parecer (LG 37).

En el espíritu de la corrección fraterna, hemos hecho llegar estas observaciones al designado obispo Irarrázaval.

Querido hermano Francisco esperamos de ti designaciones que nos ayuden a enfrentar la crisis, no que la sigan profundizando.

En la víspera de la fiesta de Pentecostés, te saludamos con todo nuestro cariño y oramos por ti.

Coordinadoras de Mujeres Iglesia Chile

Alexandra Cabrera, Profesora, Vicaría de la Educación, Santiago.
Bernardita Zambrano rscj, Ing. Comercial, Teóloga Pastoral, Antofagasta.
Carolina del Río, Teóloga y periodista, Santiago.
Carolina Acuña, Profesora, CVX La Serena.
Judith Shönsteiner, Doctora en Derecho, Investigadora, CVX Santiago.
Luisa Escobar, Religiosa CM, Santiago.
Magdalena Muñoz, Lic. Cs. Sociales, Estudiante de Teología PUC, Santiago.
Soledad Tejeda, Profesora, Osorno.

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