Azotar y azotes en El Quijote



Imagen:Los azotes de Sancho Panza por el desencanto de Dulcinea (1)

El tema de los "azotes de Sancho", subordinado al tema del "desencanto de Dulcinea", es muy importante en la composición de la trama temática del Quijote porque, a partir de la burla del mayordomo del Duque, don Quijote tendrá la nueva manía de pretender que Dulcinea va a ser desencantada cuando Sancho Panza se dé los azotes desencantadores prescritos.

• Con este mismo tema empieza Sancho la carta a Teresa de II.36.14: «Si buenos azotes me daban, bien caballero me iba; si buen gobierno me tengo, buenos azotes me cuesta». De manera semejante concluye su saludo a la aldea desde lo alto de una cuesta, cuando él y don Quijote la descubrieron de vuelta. La cual aldea, «vista de Sancho, se hincó de rodillas, y dijo: —Abre los ojos, deseada patria, y mira que vuelve a ti Sancho Panza tu hijo, si no muy rico, muy bien azotado.… Dineros llevo, porque si buenos azotes me daban, bien caballero me iba.», II.72 § 31-32. ® niños: "Niños de la doctrina" (1)

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azot-: azota: 1; azotaba: 2; azotado: 3; azotaina: 1; azotan: 1; azótanme: 1; azotar: 4; azotarle: 1; azotarme: 4; azotaron: 2; azotarse: 4; azotarte: 1; azotase: 1; azótate: 1; azote: 15: [cada azote: 6]; azotes: 61[docientos azotes: 4; los azotes de Sancho: 3; tres mil y tantos azotes: 2]; azotesca: 1

azotar (doc. 1020, azote) v.tr. 'dar azotes' |•| La burla hace cometer al duque una tautología: «En resolución, Sancho, o vos habéis de ser azotado, o os han de azotar, o no habéis de ser gobernador.», II.35.17. • No habría tautología si se dijera: «o vos habéis de azotaros, o os han de azotar»

azote (doc. 1020, del ár. as-sáut 'el látigo') m. 'utensilio de cuerdas con nudos para castigar' µn 'golpe dado con este o semejante utensilio'.

|| dar del azote a su palafrén: loc.verb. de los libros de caballerías: «Y dando del açote a su rocín, lo más presto que pudo alcançó a su señor», AdG, I.40, p. 606. • El narrador parodia esta loc. aplicándola a la mula del cura montada por Dorotea: «así como Dorotea le vio y fue informada de Sancho que aquél era don Quijote, dio del azote a su palafrén, siguiéndole el bien barbado barbero.», I.29.21. ® palafrén

|| Don Azote: Existe sin lugar a dudas en la primera parte de la obra un nombre sintomático, que, aunque pueda explicarse por el gusto tan de poeta que tiene Cervantes de jugar con las palabras a todos los niveles del lenguaje, -aquí se tratará de un juego de paronimia fonética-, también puede explicarse como un anuncio de un tema a desarrollar más adelante. La princesa Micomicona (la inteligente Dorotea que, con la intención de ayudar al Cura y al Barbero a devolver a Don Quijote a su aldea, representa un papel de doncella dolorida venida de África con una pretendida necesidad de ayuda) explica que no habiendo querido casarse con el gigante Pandafilando de la Fosca Vista, ha venido a las Españas para hallar el remedio de sus males, buscando a un caballero andante que se llama Don Azote o Don Gigote. Sancho Panza la corrige diciendo que el nombre de ese caballero andante es Don Quijote, o por otro nombre, el Caballero de la Triste Figura, pero el nombre que ella emplea es ni más ni menos: Don Azote , I.30.17.

|| azotes: con ocasión de la vuelta del muchacho Andrés, don Quijote recuerda en I.31.38 los azotes que este recibió en I.4.4.

El tema de los azotes en la composición del Quijote. ¿Existen algunos síntomas de la invención de este importante resorte de la textura temática en la primera parte del Quijote? Yo veo tres: la aventura del muchacho Andrés; la aventura de la princesa Micomicona, en que se llama a don Quijote Don Azote (® azote), y la aventura de los disciplinantes (® diciplinante).

• En primer lugar tenemos la aventura del muchacho Andrés, azotado por su amo, Juan Haldudo el rico, por ser descuidado en su trabajo de guardar una majada de ovejas. El labrador, para azotar al muchacho Andrés, lo tenía atado a una encina «desnudo de medio cuerpo arriba» y «le estaba dando con una pretina muchos azotes… y cada azote le acompañaba con una reprehensión y consejo.», I.4.4. Como esta aventura se encuentra en lo que se ha dado en llamar el protoquijote, conviene tener en cuenta la intención que se manifiesta por su mera existencia en un relato tan corto, que de todas maneras Cervantes ha conectado luego de manera magistral con uno de los relatos más extensos y más bien tramados de toda la literatura.

• Sin lugar a dudas el azotar y los azotes son considerados por el Caballero Andante Don Quijote como una gran descortesía y cobardía, porque se toma con quien no se puede defender: «—Descortés caballero, mal parece tomaros con quien defender no se puede; subid sobre vuestro caballo y tomad vuestra lanza… que yo os haré conocer ser de cobardes lo que estáis haciendo», I.4.9.

• Habrá que tener en cuenta este punto de vista del propio don Quijote, para juzgar su violenta confrontación con Sancho, a nuestro entender altamente simbólica en la intención de Cervantes, cuando don Quijote decida azotar de sus manos a Sancho Panza, a catorce capítulos del final de la obra, y Sancho Panza no sólo no acepte los azotes, sino que se ponga en pie, y arremeta a su amo, se abrace con él a brazo partido, y echándole una zancacilla, dé con él en el suelo boca arriba; le ponga la rodilla derecha sobre el pecho, y con las manos le tenga las manos, de modo que ni le deje rodear ni alentar, se proclame como su único señor y obtenga de Don Quijote que prometa respetar en adelante su libertad: «Prometióselo Don Quijote, y juró por vida de sus pensamientos no tocarle en el pelo de la ropa, y que dejaría en toda su voluntad y albedrío el azotarse cuando quisiese», 811-812.

• Este rechazo de los azotes de Don Quijote sobre las carnes de Sancho Panza hará caer definitivamente la supremacía despótica del caballero sobre el escudero. Ya no habrá un señor y un sujeto, sino dos señores. Para el lector imparcial, es muy difícil no ver aquí que una de las intenciones principales de la obra es el mostrar que a la época de los caballeros y de las caballerías, cuyas aventuras son tan falsas como la de los libros de caballerías, ya ha sucedido la época de los señores libres, que son tanto los antiguos escuderos como los antiguos caballeros.

• Sancho Panza no acepta por nada del mundo los azotes transitivos propinados por don Quijote, aunque por ser católico cristiano no tiene incoveniente en propinarse a sí mismo azotes de manera reflexiva como un nuevo diciplinante. ® diciplinante: nuevos diciplinantes.

|| azotes de mosqueo: 'azotes blandos', como para espantar moscas, (Rgz Marín), II.35.25. ® mosqueo


|| azotes y palafrenes: 'látigos y caballos'. • Búsqueda por su editor de la historia de don Quijote: «socorrer viudas, amparar doncellas, de aquellas que andaban con sus azotes y palafrenes, y con toda su virginidad a cuestas, de monte en monte y de valle en valle», I.9.5. Es probable que haya alusión a la infanta Micomicona: «así como Dorotea le vio y fue informada de Sancho que aquél era don Quijote, dio del azote a su palafrén, siguiéndole el bien barbado barbero.», I.29.21. ® palafrén.

|| Si buenos azotes me daban, bien caballero me iba, II.36.14. 'Si el castigo era grande, lo era también la recompensa'. Parece exp. de algún azotado, y caballero en su borrico, que después referiría con desvergüenza lo sucedido, (Clemencín, Rgz Marín, Murillo).

• Este tema, subordinado al tema del desencanto, es muy importante en la composición de la trama temática del Quijote porque, a partir de la burla del mayordomo del Duque, Don Quijote tendrá la nueva manía de pretender que Dulcinea va a ser desencantada cuando Sancho Panza se dé los azotes desencantadores prescritos.

• Con este mismo tema empieza Sancho la carta a Teresa de II.36.14: «Si buenos azotes me daban, bien caballero me iba; si buen gobierno me tengo, buenos azotes me cuesta». De manera semejante concluye Sancho su saludo a la aldea desde lo alto de una cuesta, cuando él y don Quijote la descubrieron de vuelta. La cual aldea, «vista de Sancho, se hincó de rodillas, y dijo: —Abre los ojos, deseada patria, y mira que vuelve a ti Sancho Panza tu hijo, si no muy rico, muy bien azotado.… Dineros llevo, porque si buenos azotes me daban, bien caballero me iba.», II.72 § 31-32. ® niños: «Niños de la doctrina

|| tres mil y tantos azotes: La última vez que se habla de azotes es en el capítulo 72 de la segunda parte, dos capítulos antes del final de la novela. En este capítulo, consagrado a establecer la autentidad de Don Quijote y de Sancho frente a la falsedad de sus homónimos en la obra apócrifa, Sancho Panza se ofrece como voluntario para darse «otros tres mil y tantos azotes», II.72.24, para desencantar a Don Alvaro Tarfe, personaje del Quijote apócrifo que está de acuerdo para testimoniar de la autenticidad de Don Quijote y de Sancho Panza.

En el mismo capítulo, Sancho Panza se sigue dando falsos azotes, cuya cuenta lleva el engañado Don Quijote hasta el acabamiento de la tarea con un total de tres mil y veintinueve.

Al final del mismo capítulo, final que justifica el título que el autor le ha dado: «De cómo Don Quijote y Sancho llegaron a su aldea», II.72, Sancho Panza proclama a la vista de su lugar, desde lo alto de una cuesta: «—Abre los ojos, deseada patria, y mira que vuelve a ti Sancho Panza tu hijo, si no muy rico, muy bien azotado.», II.72.32. Esta última expresión, «bien azotado», es un doble de la empleada al final de la cuenta de los azotes desencantadores: «entraré en mi casa rico y contento, aunque bien azotado», II.71.7. ®azotes: El tema de los azotes en la composición del Quijote ® desencantar ® desencanto de vuestra merced ® diciplinante: nuevos diciplinantes ® médico: desgraciado médico ® Merlín ® muchacho Andrés ® remisión que tienes en azotarte ® resurreción de Altisidora; ® señor: soy mi señor ® sueño: bien haya el que inventó el sueño.

(1) Imagen:Los azotes de Sancho Panza por el desencanto de Dulcinea

Articulación diegética: Consecuencia de la burla de la corte del duque aragonés, tomada en serio por don Quijote

Texto ilustrado por Gustave Doré (dibujo) y Salvador Tusell (pintura)

"13. Desnudóse luego de medio cuerpo arriba, y arrebatando el cordel, comenzó a darse, y comenzó don Quijote a contar los azotes."

Légende de l'édition française :

El Q. II.71.13.

[Tome II. Seconde partie. Pl. en reg. p. 580 : Sancho Panza se flagelle devant Don Quichotte afin d' exaucer le voeu de Merlin et ainsi désenchanter Dulcinée du Toboso. Don Quichotte l'exhorte à modérer ses ardeurs.] "Au nom du Ciel, ami, laisses-en là cette affaire".

Contexto del texto ilustrado:

Capítulo Setenta y uno. De lo que a don Quijote le sucedió con su escudero Sancho yendo a su aldea.

La cuenta y el precio de los azotes.

9. —¿Cuándo?—replicó Sancho—. Esta noche, sin falta. Procure vuestra merced que la tengamos en el campo, al cielo abierto; que yo me abriré mis carnes.
10. Llegó la noche, esperada de don Quijote con la mayor ansia del mundo, pareciéndole que las ruedas del carro de Apolo se habían quebrado, y que el día se alargaba más de lo acostumbrado, bien así como acontece a los enamorados, que jamás ajustan la cuenta de sus deseos. Finalmente, se entraron entre unos amenos árboles que poco desviados del camino estaban, donde, dejando vacías la silla y albarda de Rocinante y el rucio, se tendieron sobre la verde yerba y cenaron del repuesto de Sancho, el cual, haciendo del cabestro y de la jáquima del rucio un poderoso y flexible azote, se retiró hasta veinte pasos de su amo, entre unas hayas. Don Quijote. que le vio ir con denuedo y con brío, le dijo:
11. —Mira, amigo, que no te hagas pedazos; da lugar que unos azotes aguarden a otros; no quieras apresurarte tanto en la carrera, que en la mitad della te falte el aliento; quiero decir que no te des tan recio, que te falte la vida antes de llegar al número deseado. Y porque no pierdas por carta de más ni de menos, yo estaré desde aparte, contando por este mi rosario los azotes que te dieres. Favorézcate el cielo conforme tu buena intención merece.
12. —Al buen pagador no le duelen prendas—respondió Sancho—: yo pienso darme de manera, que sin matarme, me duela; que en esto debe de consistir la sustancia deste milagro.
13. Desnudóse luego de medio cuerpo arriba, y arrebatando el cordel, comenzó a darse, y comenzó don Quijote a contar los azotes.
14. Hasta seis o ocho se habría dado Sancho, cuando le pareció ser pesada la burla y muy barato el precio della, y deteniéndose un poco, dijo a su amo que se llamaba a engaño, porque merecía cada azote de aquéllos ser pagado a medio real, no que a cuartillo.
15. —Prosigue, Sancho amigo, y no desmayes —le dijo don Quijote—; que yo doblo la parada del precio.
16. —Dese modo—dijo Sancho—, ¡a la mano de Dios, y lluevan azotes!
17. Pero el socarrón dejó de dárselos en las espaldas, y daba en los árboles, con unos suspiros de cuando en cuando, que parecía que con cada uno dellos se le arrancaba el alma. Tierna la de don Quijote, temeroso de que no se le acabase la vida, y no consiguiese su deseo por la imprudencia de Sancho, le dijo:
18. —Por tu vida, amigo, que se quede en este punto este negocio; que me parece muy áspera esta medicina, y será bien dar tiempo al tiempo, que no se ganó Zamora en un hora. Más de mil azotes, si yo no he contado mal, te has dado: bastan por agora; que el asno, hablando a lo grosero, sufre la carga, mas no la sobrecarga.

El Q. II.71.9-18.

Fuente de este artículo: Salvador García Bardón: Diccionario enciclopédico de El Quijote, Skynet, 2005. Nueva edición en preparación.

Fuente de los textos cervantinos: Salvador García Bardón: El Quijote para citarlo, Skynet, 2005.
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